Cuenta Paul Ormerod, un economista interesado en los comportamientos sociales, que en el Mundial de 1990 de Italia, los hinchas británicos eran con razón temidos dada su reputación en la sede de Cagliari que era donde Inglaterra jugaba.
Tengo poco, poquísimo respeto intelectual por la Teoría Económica que "construyen" mis colegas académicos en sus investigaciones en sus torres de marfil universitarias. Se positivamente que, en su mayoría no sirven para nada práctico para la gente de la calle excepto para sus luchas por ascender en sus particulares carreras profesionales.
Se tiene un problema económico cuando no se tienen los suficientes medios o recursos para afrontar “adecuadamente” las necesidades u objetivos que se tengan. En tal caso, uno se ve forzado o bien a olvidar algunos de las finalidades que se tengan, o bien a redefinir (a la baja) el significado de la palabra “adecuadamente”.
uchos aún recordarán los tiempos en que no había cita previa para acudir a las consultas de medicina general en “la seguridad social”. Uno llegaba, se apuntaba a la cola y... a armarse de paciencia y esperar. Los pacientes teníamos que serlo de dos maneras: como enfermos y como pacientes en sentido estricto. Había que esperar pacientemente a que poco a poco la cola se fuese diluyendo.
Es habitual que los economistas de la corriente dominante en Economía, la así llamada neoclásica, defiendan sus "estudios" cuando estos son atacados como irreales por parte de los "legos"por su elevadísimo nivel de abstración y su total lejanía de la realidad, acudiendo a lo que se conoce como "metodología de la economía positiva"
En el siglo XVI, un financiero inglés de nombre Thomas Gresham describió en un informe para su majestad la reina Isabel I, un proceso que afectaba a la circulación monetaria con arreglo al cual, las monedas de buen o alto contenido metálico, o sea, aquellas cuyo valor nominal o facial se correspondía en un aceptable grado con su valor real definido por la cantidad de oro o de plata que aseguraban
El Teorema del Segundo Óptimo de Lipsey-Lancaster formulado en 1956-7, este teorema viene a decir que si en algún (o algunos) sector de la economía no se cumplen (por las razones que fuese y que no se pudiesen obviar) las condiciones de eficiencia económica, entonces no se puede decir con carácter general que sea deseable que se cumplan las habituales condiciones para la eficiencia
Pasa con los cambios en la estructura económica de un país algo semejante a lo que sucede con los cambios en el paisaje: que son tan lentos que casi resultan imperceptibles
Debió de ser a finales de los años sesenta o primeros de los setenta la primera vez que alguien, mi padre, me hizo caer en la cuenta del en principio curioso fenómeno de que los mejores productos de una zona no se encontrasen con facilidad en sus mercados locales, sino que se iban a otros lugares a veces muy lejanos.
El efecto pintalabios se manifestó, como observó Huxley, en la Gran Depresión de los años 1930, pero se ha vuelto a repetir desde entonces en las sucesivas recesiones en distintos países y economías. Y también se está dando en el actual estancamiento económico.
Y ¿entonces? ¿cómo explicar el hecho que "denuncia" Rogoff: el que los ejecutivos y demás grandes dirigentes que cobran esos sueldazos no sean mirados por los ciudadanos de la misma manera que miran las remuneraciones de los jugadores de futbol o de los artistas de cine? Pues, en mi opinión, por una sola razón y es que para el común de las gentes tales individuos no se ganan los que cobran
Por lo recién dicho resulta obvio que la explicación/justificación que hace la Economía Neoclásica de los sueldazos de los altos directivos, si bien elegante dentro de su propio modelo interpretativo, se encontraba con dificultades para dar cuenta de lo que sucedía en el mundo real por lo que era difícilmente aceptable excepto para los más fieles.
Con motivo de las idas y venidas de los miembros y “miembras” de esa auténtica “casta” de directores, ejecutivos, consejeros y demás mangantes de las cajas y bancos españoles en estos últimos y revueltos tiempos, ha vuelto una vez más a saltar a los “medios” el viejo asunto de las remuneraciones pecuniarias de los "altos" ejecutivos y demás directivos de las empresas.
¿Afecta la crisis a todos o es un espejismo? Pues la respuesta es que ni una cosa ni la otra. La crisis, este impactante marasmo económico en que ha sumido a España la pertenencia al euro y la política económica del anterior gobierno y la versión continuista del actual, es una obvia realidad. Pero es una realidad asimétrica pues dista de afectar a todos.
Gustan los economistas de explicar los comportamientos humanos, ya individuales, ya cuando están en grupo, acudiendo a la idea de que los individuos se comportan tratando siempre de perseguir en la mayor medida posible su propio interés. Y, cierto es que usando de esa metodología o esa forma de interpretar la realidad han alcanzado éxitos apreciables. Incluso a la hora de