Hay quien dice que los grandes disruptores digitales se harán con todo el mercado. Especialmente el de las empresas analógicas que no sepan defenderlo adaptándose rápida y efectivamente al cambio digital. Y yo creo que llevan, si no toda, mucha razón.
Dicen – y tiene toda la pinta de que va a ser así - que Amazon entrará no ya en la alimentación o la parafarmacia, sino también en los servicios financieros, la venta de coches o cualquier otro producto o servicio de distribución masiva. Y que podría ocurrir algo parecido en el caso de Facebook.
Las redes sociales y su publicidad a la carta, que va directa al cliente potencial, se están haciendo con el pastel publicitario y podrían entrar en otros sectores. Y que decir de Google, que es como el nuevo Gran Hermano - el de Orwell, no el de Tele 5 – y que podría irrumpir en la banca o vaya Ud. a saber en qué otro sector. Con su base de clientes, esa información y esa confianza del consumidor en la marca se pueden hacer maravillas. ¿Y que me dicen de Netflix? No se Uds., pero yo en la tele ya solo veo series y, muy ocasionalmente, las noticias. Y me encanta el cine, pero cada vez voy menos, porque veo mejor “cine” – guión, fotografía, actores, etc., - en “Breacking Bad” o en “The Wire” que en el que ponen en la gran pantalla. Y me da la sensación de que no soy el único.
Coincido en gran medida con ese planteamiento de que los disruptores digitales solo han empezado a comerse el pastel. Y si han visto que escribo mucho sobre la revolución digital y sus protagonistas no es por romanticismo o porque me guste la ciencia ficción, no, es que me interesa como inversor. Me interesa su capacidad de crecimiento, su forma de abaratar costes, los nuevos modelos de negocio que genera y, en definitiva, si tuviera que elegir un solo índice, hace tiempo que sería el Nasdaq.
Comprar la idea de que los disruptores digitales tienen todavía terreno de sobra donde crecer ha sido tan rentable como que, en los últimos doce meses, el Nasdaq sube un 25% frente al 15% del SP 500 y el mísero -0,60% del Eurostoxx 50, índice de la “colista” tecnológica que es Europa. Pero no acaba ahí la cosa: es que el Nasdaq no solo cayó menos en la última corrección: es que ya ha vuelto donde estaba.
El argumento de las altas valoraciones de las empresas tecnológicas debe verse de forma relativa. Si Amazon se queda en lo que es ahora mismo probablemente esté muy cara, pero si se sigue haciendo con nuevos, rentables e importantes negocios podría estar incluso barata. Y que las que estén caras sean sus victimas actuales o potenciales. ¿De que sirve la rentabilidad por dividendo de una sociedad si en un par de años le van a quitar el negocio y va a dejar de dar dividendo? ¿Y el PER? ¿De que vale un PER bajo si van a bajar dramáticamente los ingresos? Quien hace unos años se hubiera hecho estas preguntas seguramente se habría ahorrado la angustia de estar en “retailers” que ahora se las ven y se las desean para hacer frente al Gran Disruptor.
No se puede ir contra la realidad. Y la realidad es que hay muy pocos servicios o negocios que no sean mejorables aplicando imaginación y tecnología, que en eso consiste la revolución digital. El tiempo ha dado la razón a los que se adaptaron al cambio o invirtieron en él. El Nasdaq es el rey y lo va a ser por mucho tiempo.