Lo que tanto se explico de distintas maneras en este foro, combatiendo con los alcistas a toda costa, lo expresa la historia de Juan que corto y pego para el futuro de vuestras inversiones. Desgraciadamente en este caso la jaula esta cerrada y ya no sirve. Aquí no hubo estafa de ningún tipo. El historial de HR y otras informaciones contenia suficiente información de peligro.
Espero que leais la historia de Juan, con atención y aprendizaje porque es mas cotidiana de lo que creemos.
Saludos.
La historia de Juan. A quien pueda interesar.
Aunque la compañía de distribución de Juan tenía una línea de productos muy estrecha, el segmento de mercado donde operaba había estado en alza durante décadas y la demanda había crecido exponencialmente durante años.
Cuando Juan se retiró era un hombre rico, con una gran cantidad de efectivo en su cuenta bancaria, y una casa de lujo libre de pago. Juan empezó en su nuevo tiempo libre a enfocar sus energías en el mercado de valores. Operaba durante seis horas al día. Se convirtió en un nuevo inversor, con muy poca experiencia, y mucho dinero disponible. Juan hizo su dinero en su negocio con una estrategia de ventas estrecha y profunda. La diversificación o la asignación de activos nunca fueron parte de su léxico. Su experiencia empresarial había tenido un éxito significativo, por lo que adoptó ese mismo enfoque estratégico a la hora de acudir a los mercados.
Juan se convirtió en un “émbolo del mercado de valores”. Un “émbolo” es el polo opuesto a un inversor prudente. La mayoría de los inversores prudentes obtienen sus beneficios en el largo plazo, a través de muchos activos diferentes, donde los beneficios superan a las pérdidas por un margen constante. Un émbolo, por su parte, realiza inversiones emocionales muy atrevidas, arriesgando un gran porcentaje del capital en una sola operación. Están tan seguros de su inversión que no formulan ninguna estrategia de salida o utilizan stops razonables. Rara vez inician una posición compradora con una parte de la cuantía total a invertir, haciendo posteriormente una compra de afirmación cuando sus supuestos se demuestran correctos. En su lugar, se sumergen en la inversión con el 100% de su posición a la vez.
Este tipo de traders se enamoran de su inversión, y son irracionalmente optimistas con los objetivos de los precios al alza. Cuando comienza la tendencia bajista la cordura desaparece. O bien doblan sus posiciones a la baja, o el pánico les deja congelado.
Juan se convirtió en este tipo de inversor. Con cada operación su fortuna se iba haciendo más pequeña. Como patriarca que era, la familia sólo podía sentarse y ver como su juicio, su prudencia, y la riqueza iban desapareciendo, y como eran sustituidas por el simple azar.
La fortuna de Juan ha desaparecido ahora casi por completo. Acaba de pedir un préstamo hipotecando su casa para continuar invirtiendo en los mercados. La familia está desesperada. Juan acaba de poner gran parte de su dinero en unas minas de uranio que cree van a hacer “triplicar su inversión”.
Esta es una triste historia que me ha tocado vivir en muchas ocasiones con otros inversores particulares, que sin necesidad de ser empresarios de éxito como Juan, han dilapidado todos sus ahorros por acudir a un mercado de valores que creían dominar.
En muchas ocasiones les he aconsejado que antes de realizar cualquier inversión se tiene que haber establecido un adecuado escenario operativo en el que debe constar:
- Por qué hago la inversión.
- Cuál es el precio de entrada y salida.
- Qué debe pasar para que mis supuestos iniciales se demuestren equivocados.
- Cuándo debería cancelar mi posición en caso de unos acontecimientos no esperados.
En suma, todo aquello que nos marque una clara hoja de ruta, y que nos cubra ante cualquier contingencia del mercado. Creo que es un buen consejo en un momento como el actual, en el que un hecho tan imprevisible como la salida de Grecia del euro se puede dar lugar.