Buenos días.
Amplia información en esta cita de otro de los Libros que publicamos en su momento en nuestra editorial de libros sobre mercados financieros, ahora cerrada.
Libro: “6 errores psicológicos que cuestan caro” Autor: Michael Mangot
Esta es la cita:
¡La tendencia a comportarse de manera distinta cuando estamos en pérdida o en beneficio es tan intensa que las observaciones destacan una aversión a las pérdidas, siendo éstas dos veces más dolorosas que la satisfacción obtenida por los beneficios (para una misma cantidad de dinero)! Daniel Kahneman y Amos Tversky lo expusieron cuando, en un artículo publicado en Econometrica en 1979, enumeraron las bases de la «prospect theory”, teoría de la perspectiva que desarrolla las normas de decisión en universo arriesgado. Aquella teoría, origen de toda una corriente de investigación desde hace 25 años, otorgó a Daniel Kahneman el Premio Nobel de Economía en el año 2002.
La aversión a las pérdidas acentúa la tendencia a conservar los «losers» (valores en pérdidas), ya que si vendemos un título en pérdida para comprar otro y recuperamos la minusvalía, sentimos sólo la mitad de la decepción causada por la pérdida sobre el primer título. En efecto, en términos de satisfacción, ¡una minusvalía de 100 euros seguida de una plusvalía de 100 euros no equivale a un resultado nulo, sino a una pérdida de 50 euros!
El comportamiento diferenciado respecto a los títulos en beneficios y en pérdidas, al que la literatura financiera hace referencia bajo el nombre de efecto de disposición, está comprobado a gran escala como han podido demostrarlo algunos estudios sobre el terreno. El más significativo es sin duda el de Terrence Odean (Universidad de Berkeley), publicado en 1997 a partir de los extractos de 10.000 cuentas operativas de unos inversores individuales americanos en el periodo 1987-1993. Éste destaca que se venden más los «winners» (valores en beneficios) que los «losers», y los títulos que han subido muy rápidamente son los que se venden primero. Por otra parte, Odean demostró que el efecto de disposición no se resumía en un simple efecto de cartera, que haría más ligeras las posiciones ganadoras para que no “pesaran” demasiado en comparación con las demás. En efecto, una vez neutralizado este efecto, la tendencia a vender primero los valores ganadores se mantiene.
Pero lo más llamativo de este estudio gigantesco es que el efecto de disposición es un sesgo extraordinariamente perjudicial para el inversor. En el periodo estudiado (1987-1993), ¡los 10 000 inversores habrían aumentado sus resultados un 3,4 % por año, de media, si por lo menos hubiesen vendido los títulos que conservaron y mantenido los títulos que vendieron! ¡Absurdo!
Última observación: el efecto de disposición no sólo afecta a los inversores individuales. Como demostraron Shapira y Venezia (2000) a partir de un estudio sobre gestores israelíes, también afecta a los profesionales, aunque a menor escala. Patel, en una serie de entrevistas con “traders” especialmente eficientes (1997), apuntó que éstos se aplicaban una “autodisciplina” muy rigurosa, para no dudar a la hora de cortar sus pérdidas.
Consecuencias prácticas:
Se pueden conservar casi indefinidamente los “losers” en cartera, sin creer por lo tanto en su potencial de recuperación. La paradoja es que ya no creemos en ello pero aun así, seguimos manteniendo al menos la esperanza. ¡Y los títulos!
Nos negamos a invertir en inversiones arriesgadas, aunque la perspectiva de beneficios es claramente positiva; sólo porque hay posibilidades de perder. Por ejemplo, teniendo en cuenta la función de valor, ¡es más fácil rechazar una inversión que ofrece un 50 % de posibilidades de ganar 100 euros y un 50 % de posibilidades de perder 60 euros! Sin embargo la perspectiva de beneficio es de 20 euros…
El sofisma de la pérdida total
Es el razonamiento incorrecto y casi deshonesto que da una garantía racional a los comportamientos dictados por la aversión a las pérdidas. Se termina indefectiblemente con la frase: « ¡Sí, pero por lo menos no lo he perdido todo!». Todo lo que permite evitar una pérdida total, es aceptable. Por consiguiente, sería conveniente no vender un título que ha bajado mucho porque como ya se sabe, no se pierde en Bolsa hasta que uno no haya vendido. Hasta la venta, ¡la pérdida sólo sería una «pérdida de papel»! Los accionistas históricos de Eurotunnel deben de pensar así. Sus hijos y nietos deberían hacer lo mismo…
Con este sofisma también se puede llegar a actuar de manera estúpida y peligrosa. Imagine que ha comprado una entrada muy cara, para asistir al concierto de un artista que le gusta especialmente. El día anterior al concierto, una borrasca de nieve ha llegado hasta su región, cubriendo las carreteras de nieve helada y haciéndolas casi inaccesibles. ¿Qué hace? ¿Toma su coche o se olvida del concierto? Probablemente no va a renunciar al concierto y para auto- convencerse de que ha tomado la buena decisión, pensaría que ya ha conducido en condiciones mucho más difíciles… Ahora imagine que en vez de haber comprado esta entrada, la ha ganado en un sorteo o se la han regalado. ¿En este caso usted se arriesgaría a conducir sobre hielo? Seguro que no, porque en esta ocasión, al quedarse en su casa, no tiene esa desagradable sensación de haber perdido algo. Sin embargo, al igual que en la primera situación, usted perdería algo al quedarse en su domicilio: el derecho de asistir al espectáculo… Este ejemplo muy simple muestra las consecuencias que puede tener la aversión enfermiza a las pérdidas y hasta qué punto supone una representación mental particular.
En Bolsa, el comportamiento frente a los títulos en pérdida, dependerá de como miremos nuestra cartera. Si se contempla posición a posición, estaremos inclinados a no vender nunca los títulos perdedores e incluso a comprar más para promediar a la baja, y esto en detrimento del resultado global. En cambio, estas actitudes ineficientes desaparecen si mostramos interés por la cartera pero contemplada de forma global.
Consecuencias prácticas:
Cuanto más perdamos en un valor, más estaremos tentados a mantenerlo, comprando más incluso, con la esperanza de recuperar la posición entera gracias a un rebote.
Cuanto más reforcemos una posición, más difícil es liquidarla. Al aumentar la minusvalía, resulta cada vez más difícil solucionarla y sin embargo nos negamos a aceptar que todos los esfuerzos que hayamos hecho, han sido inútiles.
https://serenitymarkets.com/todos-los-comentarios/macro/situacion-de-bolsas-y-mercados-el-peligroso-sesgo-psicologico-de-aversion-a-las-perdidas/Salud!