Buenas tardes.
La pandemia del coronavirus ha servido de revulsivo para las compañías del Ibex 35, que lejos de amedrentarse por la situación económica están revisando sus negocios para hacer frente a un futuro incierto en la mejor posición financiera posible. En este contexto, las principales cotizadas españolas han cerrado desinversiones por valor de 28.147 millones de euros desde principios de 2020, una cifra que se incrementará hasta los 47.108 millones de euros en los próximos meses de completarse las transacciones previstas.
Muchas de estas ventas de negocios no estratégicos, denominadas carve-outs, no se realizan exclusivamente con el objetivo de reducir el endeudamiento, sino de obtener financiación adicional con la que acometer ambiciosos planes de crecimiento. Es más, el conjunto del Ibex quiere invertir el triple de lo que estudia desinvertir. En concreto, las grandes cotizadas españolas cuentan con planes de inversión por más de 157.500 millones de euros, según los expertos consultados por elEconomista. En otras palabras, tendrían que invertir una media de 431 millones de euros al día el conjunto del selectivo para cumplir con sus planes previos al estallido de la pandemia.
Las grandes desinversiones
Esta oleada de ventas de activos no estratégicos ha estado capitaneada por dos compañías: BBVA y Telefónica. La primera sorprendió al mercado a mediados de noviembre con la venta de su negocio de banca en Estados Unidos por 9.600 millones de euros, 16 años después de su desembarco en el país. Este anuncio fue muy aplaudido por sus más de 898.000 accionistas, que vieron cómo sus títulos se revalorizaban esa jornada casi un 70%, respecto a los mínimos de la pandemia (2,16 euros por acción) registrados el 22 de septiembre. Desde entonces, la cotización de la entidad financiera ha mejorado el 9,3%.
Por su parte, Telefónica ha protagonizado en las últimas semanas una de las operaciones corporativas más grandes de su historia: vendió el 50,1% que ostentaba en Telxius, su filial de torres, a American Tower por 3.600 millones de euros, lo que le ha permitido reducir su endeudamiento en más de 4.600 millones de euros. Esta transacción se suma a la oleada de ventas de activos no estratégicos desarrollada por la compañía controlada por José María Álvarez-Pallete, que en el último año ha acometido desinversiones por valor de 7.271 millones de euros. Sin embargo, su endeudamiento todavía se sitúa un 2,7% por encima de la media del sector, por lo que trabaja en otras ventas de activos como las del cable submarino de Telxius o centros de datos, entre otras.
La batalla por el tercer puesto en la carrera de las desinversiones está se disputa entre ACS y Naturgy. La constructora presidida por Florentino Pérez anunció el pasado mes de octubre la recepción de una oferta del grupo francés Vinci por su división industrial, una operación valorada en unos 5.200 millones. De cerrarse esta transacción en los próximos meses, el importe de las desinversiones de ACS ascenderían a 7.928 millones de euros tras completar importantes ventas como el 74% de sus autopistas de peaje en la sombra al fondo Hermes Infrastructure, el 75% de sus plantas fotovoltaicas a Galp o el 50% que ostentaba en la minera Thiess a la británica Elliot.
Unas transacciones muy en línea con la tendencia del sector, en el que casi todas las constructoras están dispuestas a escuchar ofertas por sus negocios non core. La más conocida en este sentido es Ferrovial, que trabaja desde hace dos años en la venta del negocio de Servicios, que en otoño valoró en 3.000 millones. Sus últimos avances han sido la salida del negocio de residuos en Reino Unido, que han vendido a Urbaser, tras la venta de Broadspectrum -su filial australiana- a Ventia (Apollo y ACS). No obstante, los expertos consultados explican que los asesores siguen trabajando en la documentación para lanzar de nuevo el proceso, priorizando su salida del negocio de facility management (aglutinado en Cespa).
La nueva realidad energética
Retomando la puja por el tercer puesto, Naturgy ha centrado casi toda su actividad del último año en la rotación de activos, cerrando importantes transacciones como la venta del negocio de distribución eléctrico en Chile por 2.570 millones, la desinversión de la planta de gas de Damietta en Egipto o la venta de dos buques metaneros, entre otros activos. En total, su cifra de desinversión ha ascendido a 3.070 millones de euros.
La energética controlada por Francisco Reynés presentará una actualización de su plan estratégico en los próximos meses, pero durante este año de pandemia no se ha alejado mucho de su idea inicial. En su primera versión, para el periodo 2018-2022, preveía una fuerte reconversión del grupo y el abandono de una veintena de países y dejar el peso del negocio en España en un máximo del 40%, apostando con fuerza por las renovables y la descarbonización. La inversión prevista en ese momento era de unos 1.700 millones anuales.
En este sentido, es destacable que de los 157.500 millones que quiere invertir el conjunto del selectivo, el 58% viene de la mano de las grandes energéticas españolas. Es más, solo la hoja de ruta de Iberdrola supone el 47% del total del desembolso del Ibex. En concreto, el plan estratégico de Iberdrola contempla una inversión de 75.000 millones de euros entre 2020 y 2025, de los que 14.300 millones irían a parar a España (el 19%). Al igual que el resto de sus competidoras, la estrategia de la compañía presidida por Ignacio Sánchez Galán pasa por redoblar su apuesta por el negocio de las renovables, aprovechando el fuerte apoyo de los nuevos fondos europeos para la recuperación post-coronavirus. Frente a estas abultadas cifras, el plan de rotación de activos de Iberdrola es más modesto: 4.600 millones de euros, que todavía no se han materializado.
Otra de las energéticas más ambiciosas es Endesa, que tiene previsto invertir 7.900 millones entre 2021 y 2023, un 25% más que su previsión para el trienio 2020-2022, de acuerdo con el plan que presentó en noviembre. De esta cantidad, el 48% se destinará a renovables.
Las compañías energéticas del Ibex han sido, en cualquier caso, las más rápidas a la hora de ajustar sus planes de inversión a la nueva realidad. Un ejemplo claro de ello es Repsol que, en un ejercicio en el que ha reducido sus inversiones en 1.200 millones para afrontar la crisis del coronavirus, presentó el pasado noviembre su plan estratégico 2021-2015 donde plantea una inversión media de 3.600 millones anuales. Para financiar estos planes de crecimiento, la firma presidida por Antonio Brufau está estudiando las posibles alternativas de la mano de diferentes asesores financieros. En este sentido, podría incorporar un socio o sacar a bolsa el actual negocio de renovables para captar 1.400 millones de euros. Una operación paralela a la búsqueda de un socio para vender el 25% de de su nueva área de negocio de clientes, que aglutina a 24 millones de usuarios. Una transacción que estaría valorada en 2.500 millones.
¿Y el sector aéreo?
El holding de aerolíneas IAG era la segunda compañía del Ibex más ambiciosa respecto a sus inversiones, planes que se han quedado en stand-by tras la pandemia. El conglomerado anunció en octubre de 2019 que tenía previsto invertir unos 24.500 millones de euros en adquirir hasta 142 aviones con los que renovar y ampliar la flota para reducir las emisiones de CO2 un 25%. La compañía que preside Luis Gallego ha dejado en el aire los planes de ampliación y renovación de la flota debido a que su principal objetivo es preservar la liquidez, que a 30 noviembre era de 8.000 millones, más 1.000 millones menos que en septiembre. En este punto, cabe destacar que Iberia, una de las compañías del holding, se ha aliado con Airbus para solicitar unos 12.000 millones al fondo europeo de reconstrucción.
Un saludo y buen finde!