Donald Trump utilizaba de forma constante la evolución de la Bolsa estadounidense como termómetro de su gestión presidencial. Desde ese punto de vista, el mandato del líder republicano fue un éxito, gracias al continuo avance del S&P 500 salvo por el frenazo -rápidamente recuperado- sufrido en el comienzo de la pandemia del Covid-19.
También bajo ese prisma, Joe Biden es todavía un mejor presidente. Se cumplen cien días desde que el candidato demócrata llegara a la Casa Blanca, y el principal índice de la Bolsa de Nueva York sube cerca de un 9%. Se trata del mejor comportamiento del mercado de renta variable en el arranque de una presidencia de los últimos sesenta años.
Desde la Segunda Guerra Mundial, solo en los primeros cien días de Kennedy (1961) el S&P 500 subió un poco más que ahora. Antes de esa fecha, hay que remontarse al boom que vivió la Bolsa en 1933 con la entrada en la Casa Blanca de Roosevelt, aunque entonces la Bolsa partía de unos niveles muy bajos tras el crash de 1929.
Los analistas de JPMorgan apuntan que el efecto de la administración de Biden en los mercados todavía es más espectacular si se toma como referencia el día de su victoria electoral sobre Trump, el 3 de noviembre, en lugar de la fecha de su investidura (20 de enero). Desde la jornada de los comicios, el S&P gana casi un 25%. En lugar de recoger beneficios tras los años de Trump, los inversores se han lanzado por más ganancias ante el plan de inversiones públicas promovido por el nuevo presidente.
La cuestión clave para los mercados es si queda más recorrido o la rentabilidad de la era Biden ya ha sido estrujada.
“No se puede disputar que las políticas económicas de Biden han sido hasta ahora bien recibidas por la Bolsa”, apunta Solita Marcelli, de UBS. “Mirando hacia delante, la respuesta del mercado al resto del programa de Biden probablemente será más discreta y matizada”.
El principal asunto de controversia es el aumento de impuestos que el nuevo presidente quiere aplicar, con el objetivo de financiar los planes de estímulo económico.
JPMorgan recuerda que, en las dos ocasiones anteriores en las que hubo un alza significativa de las tasas sobre las plusvalías (1986 y 2013), la corrección bursátil fue de alrededor del 5%. Pero este banco cree que, ahora, el efecto negativo fiscal puede ser compensado con el fuerte crecimiento de beneficio de las cotizadas por la recuperación económica, lo que permitirá al S&P 500 llegar a los 4.400 puntos (ahora está algo por debajo de los 4.200 puntos).
Otros inversores y analistas son menos positivos y ven motivos para la corrección. Savita Subramanian, estratega de renta variable de Bank of America, considera factible un descenso del índice de referencia estadounidense a los 3.800 puntos. “Con un creciente sentimiento de euforia, valoraciones caras y llegando al pico de los estímulos, creemos que el mercado ya ha descontado de sobra las buenas noticias”, argumenta. “Somos optimistas de cara a la economía en general, pero no para el S&P 500”.
Lance Roberts, de Real Investment Advice, señala que “una corrección del 10% hasta los 3.800 puntos llevaría el mercado simplemente a donde estaba a mitad de 2020. Pero en los últimos cinco años, las correcciones han sido de entre el 10% y el 33%”. La estimación de este analista es que la caída podría llegar hasta los 3.600 puntos.
Aunque supondría un revés para los seguidores de Biden que se fíen del termómetro bursátil, Roberts no ve mayor problema. “Correcciones de esta magnitud son procesos saludables para revertir los excesos del mercado, y están en línea con lo visto en los últimos años”.