La desigualdad y los desequilibrios amenazan la era poscovid
LA ECONOMÍA POSPANDEMIA
Pese a la euforia pospandemia, una salida divergente de la crisis cuestiona la recuperación
La decisiva apuesta de Estados Unidos no ha tenido correlación en Europa Xavier Cervera
LONDRES
16/05/2021 00:05Actualizado a 16/05/2021 08:32
Tal y como demuestran las escenas de baile y euforia en las capitales europeas este mes conforme los gobiernos levantan las restricciones sobre movilidad y ocio, existe un deseo incontenible en Europa y en Estados Unidos de regresar a la normalidad.
Pero en el ámbito de la economía mundial volver al statu quo anterior de desequilibrios globales y peligrosas tensiones comerciales, divisas tambaleantes, volúmenes de deuda estratosféricos y una crónica desigualdad de renta dentro de los países y entre ellos, tampoco parece tan deseable.
El presidente de EE.UU., Joe Biden, ha cambiado el paradigma con un giro radical y necesario –dicen los economistas consultados– desde la expansión monetaria al aumento del gasto y la inversión pública. Pero si el mega estimulo fiscal –unos tres billones de dólares, si se aprueba en el Congreso– no se ve correspondido en otras partes del mundo, los desequilibrios serán peores que nunca, con efectos preocupantes sobre la estabilidad de las finanzas.
Cifras
El déficit por cuenta corriente en EE.UU. empieza a alcanzar niveles preocupantes, según el FMI
El déficit por cuenta corriente en Estados Unidos – que significa una mayor importación que exportación de bienes y servicios– empieza a alcanzar los niveles que provocaban tanta preocupación en la sede del Fondo Monetario Internacional en Washington antes de la crisis financiera del 2008.
EE.UU. tendrá que financiar este año un déficit comercial de casi 900.000 millones de dólares, el 3,8% del PIB, según las últimas previsiones del FMI. En cambio, Alemania, ya criticada antes de la pandemia por no expandir su propia demanda interna, solo crecerá el 3,6% y registrará un superávit comercial del 7,6% este año conforme la máquina exportadora alemana ve nuevas oportunidades en el new deal de Biden. Las economías manufactureras del este asiático también han basado su crecimiento en las exportación hacia EE.UU., aunque China ya no tiene un importante superávit en relación con el resto del mundo
“La desigualdad de la recuperación significa que los desequilibrios globales van a aumentar”, dijo en una entrevista Paul Gruenwald, economista jefe global de la agencia de calificación S&P. “La cuestión de si esto va a peor o no dependerá de si se estrechan las diferencias en el saldo por cuenta corriente, mediante más ahorro en EE.UU. y más consumo en Asia”, prosigue.
El déficit por cuenta corriente estadounidense (representado aquí como % del PIB mundial ) ya equivale a la suma de los superávits de las grandes economías NSB, Bloomberg
Tal y como se puede ver en el gráfico, Estados Unidos ya vuelve a parecer “el consumidor mundial de último recurso”, cuyo déficit por cuenta corriente se convierte en la fuente de demanda de casi todas las otras grandes economías. El FMI ya advierte sobre una recuperación divergente y vaticina un crecimiento del 6,4% para la economía estadounidense este año frente al 4,4% en la zona euro y las otras economías avanzadas, como Japón, Australia o Canadá. El Reino Unido, mientras tanto, con un déficit por cuenta corriente del 4% del PIB, vuelve a crecer más que la zona euro y, pese al Brexit, recupera su viejo papel de consumidor de último recurso para la UE. Por el momento no hay señales de que el programa fiscal de recuperación europeo esté incidiendo en los datos.
Tendencias
Para reequilibrar la economía, Europa y los emergentes deberían impulsar su
consumo interno
Mientras, la pandemia aún lastra la recuperación en las economías del sur global, con la excepción de China y el este asiático. Si se espera que EE.UU. recuperará el PIB perdido durante la crisis sanitaria ya a finales de este año, los países en desarrollo sufrirán una caída del PIB per cápita del 6% entre 2020 y 2024, según las previsiones del FMI. “El principal peligro es que estemos en una recuperación descoordinada y el G-20 no hace absolutamente nada para coordinarlo”, dijo Richard Kozul-Wright economista de Unctad (Naciones Unidas) en Ginebra. “Hay peligro de que Europa, y las otras economías avanzadas no sigan a Biden con la reactivación fiscal y que basen su recuperación en exportaciones a EE.UU. y en las políticas monetarias expansivas que sigan generando liquidez y burbujas en los mercados financieros”.
Al mismo tiempo, tras la subida de la tasa de inflación estadounidense hasta el 4,2% en abril, las advertencias de Larry Summers, el gurú económico de Clinton y Obama, sobre un sobrecalentamiento empiezan a tomarse más en serio. Aunque exista suficiente capacidad productiva en el mundo para evitar cuellos de botella y presiones inflacionistas, el volumen de importaciones necesario para satisfacer la demanda en EE.UU. disparará aún mas el déficit estadounidense por cuenta corriente.
Esto “podría forzar subidas de tipos de interés necesarios para lograr financiar los EE.UU.”, dijo Martin Wolf, el columnista del Financial Times en un entrevista con Summers. “Y, dado el volumen de endeudamiento en el mundo denominado en dólares, podría provocar una crisis de deuda como la de los años ochenta”.
Un símbolo del euro en Frankfurt Yann Schreiber / AFP
La nueva fase de crecimiento desequilibrada y divergente coincidirá con niveles de deuda equivalente a 2,5 veces el PIB mundial. Si el pasado sirve de prólogo, esto puede ser una combinación letal. Economistas, como Maurice Obstfeld, ex economista jefe del FMI, achacaron la crisis del 2008 a flujos desestabilizadores de capitales globales que entraron en el mercado de deuda hipotecaria en Estados Unidos en la primera década del nuevo siglo.
Asimismo, la crisis en la zona euro para muchos economistas fue el resultado de desequilibrios en el saldo por cuenta corriente europeo, conforme billones de euros de capitales procedentes de los países con superávit –principalmente Alemania– de repente dieron marcha atrás a medida que el riesgo de insolvencia en la periferia de la eurozona asustó a los mercados.
Impacto
En un mundo endeudado en dólares, el cambio de ciclo monetario puede dar lugar a otra crisis
Los desequilibrios constituyen un grave peligro para el sur global ya que la desigualdad entre los países ricos y el sur global se ha acelerado con la pandemia. Sin recursos fiscales para hacer frente a la pandemia, víctimas de un sistema de distribución de vacunas sesgado en favor de los países ricos, las economías emergentes, en América Latina, África y partes de Asia se enfrentan a inevitables crisis de solvencia.
Elevados volúmenes de deuda, mucha denominada en dólares, ya son una bomba de relojería en las economías emergentes. Como advierte Wolf, si el déficit por cuenta corriente y las posibles tensiones inflacionistas en EE.UU. obligan a la Reserva Federal a elevar los tipos de interés para atraer fondos global hacia sus mercados, la capacidad de los países en desarrollo para financiar la deuda se pondrá en entredicho”. Una recuperación económica global asincrónica y divergente puede desatar salidas grandes de capitales de las economías emergentes sobre todo si hay subidas de tipos de interés”, advirtió el FMI en su ultimo informe sobre estabilidad financiera.
Desequilibrios y desigualdad
La raíz de los desequilibrios globales es la desigualdad de renta que crea un infraconsumo y una falta de demanda agregada, ya que los ricos ahorran más de lo que consumen, sostienen Michael Pettis y Matthew Klein en su libro Trade wars are class wars (Yale University, 2020). Si aciertan, la nueva normalidad que se abre tras la pandemia puede ser aún peor que las fases anteriores. A fin de cuentas, la desigualdad se ha disparado en la pandemia.
Según Ruchir Sharma, el jefe de mercados emergentes del banco de inversión Morgan Stanley, el patrimonio total de los que tiene mas de 1.000 millones de dólares se ha disparado de cinco billones a 13 billones de dólares durante los meses de la pandemia y el número de milmillonarios ha crecido desde los 700 a los 2.700, encabezados por los estadounidenses y los chinos. En España, el porcentaje del PIB correspondiente a los millonarios ha subido del 7% al 9% durante al crisis de la covid. Si esto parece injusto, en Rusia el incremento ha sido del 23% al 35% del PIB.
La pandemia ha coincidido con “el mayor aumento de riqueza de la historia para los milmillonarios que integran la lista de Forbes”, explica Sharma en un artículo en The Financial Times. Además, durante los meses de la pandemia 150 millones de personas se han incorporado al índice de la extrema pobreza –menos de 1,9 dólares al día–, según los datos del Banco Mundial.
Es decir, que la vuelta a la normalidad desequilibrada de la economía mundial es altamente desaconsejable. Pero hay motivos para la esperanza. Principalmente, la fuerte apuesta de Biden por generar un crecimiento más equitativo. “Biden va a permitir una fuerte expansión de la inversiones tanto públicas como privadas; esto es nuevo”, dice Michael Pettis, economista de la Escuela de Administración Guanghua de la Universidad de Pekín. “El déficit por cuenta corriente en Estados Unidos subirá menos que el PIB”. Biden está adoptando algunas medidas para intentar corregir la extrema desigualdad de rentas en EE.UU. Las subidas de salarios reducirían las presiones globales sobre el poder adquisitivo de los trabajadores para permitir una expansión de la demanda en todas las partes del planeta que no dependan del endeudamiento.
La cuestión de vida o muerte es, según Pettis, si Europa y otras economías avanzadas como Japón, Australia o Canadá deciden seguir el ejemplo de Biden. “Claro que Alemania puede optar otra vez por tirar de las exportaciones. Pero si las políticas de Biden dan resultados, habrá gente en Europa, hasta en Alemania, que diga: “Oye, ¿y por qué no hacemos lo mismo?”.
La desigualdad distorsiona la economía global y amenaza la paz internacional”, afirman Michael Pettis y Matthew Klein en su libro Trade wars are class wars (Yale University, 2020). El primero, reconocido economista, es profesor de la Escuela de Gestión Guanghua de la Universidad de Pekín, además de dj en clubs de moda. La Vanguardia lo ha entrevistado.
Michael Pettis, coautor de ‘Trade wars are class wars’ Billy H.C. Kwok / Bloomberg
Su libro plantea que las guerras comerciales son el resultado de las guerras de clase y la desigualdad. ¿Por qué?
Un país puede mejorar su rendimiento comercial de dos formas. Una es el camino alto: aumentar la productividad. Si lo logras, los trabajadores producen más y hay más exportaciones, pero el resultado no es un superávit por cuenta corriente como los que suelen registrar países como Alemania o China, sino la entrada de más importaciones. Todo el mundo se ve beneficiado.
El camino bajo es mediante la reducción de los salarios. Se puede hacer directamente, como en Alemania en los años de Schröder o en España después de la crisis del euro. O se puede hacer indirectamente mediante la devaluación de la divisa o la eliminación de la protección social o medioambiental. Pero si se compite mediante la reducción de salarios el resultado es una reducida aportación a la demanda global. El país que opta por el camino bajo basa su crecimiento en la demanda extranjera restando demanda a los demás.
Es un juego de suma cero. Eso ocurrió en los años 30 y se calificó como beggar thy neighbour (empobrecer al vecino). El resultado fue una espiral bajista de salarios. Y hemos tenido lo mismo en los últimos 40 años. El PIB de las economías avanzadas ha subido pero la renta del 50% menos remunerado se ha estancado.
¿Esta desigualdad acaba lastrando el crecimiento?
Sí, agrava el problema todavía más, porque los ricos no consumen y tampoco han invertido, de modo que el sesgo de la distribución es contra las clases medias y trabajadoras, merma la demanda y es un lastre para el crecimiento. Para que crezca la demanda tienes que elevar la deuda, y eso tiene consecuencias nefastas a medio plazo.
¿Estamos aprendiendo la lección?
Cuando Bill Clinton anunció en 1994 que el Tratado de Libre Comercio con México era necesario dijo: “No tenemos alternativa”. Pero no es así. Tenemos la posibilidad de elegir. Y nuestro libro trata de explicar eso. El sistema crea un mecanismo mediante el cual la única forma de competir es mediante recortes salariales. Y hemos visto los resultados con el auge del populismo de derechas. O cambiamos el régimen comercial o si no pasará lo que dice Dani Rodrik: los estados querrán más control. De ahí vienen Trump y el Brexit. No es bonito. Pero nos lo merecemos. La respuesta es crear un contrapeso a ese sistema. Alguien como Franklin Delano Roosevelt para enfrenarse a las élites. Y creo que con Biden esto está pasando ya. Esperemos que ocurra en Europa también.
Puesto que EE.UU. va a crecer como nunca gracias a esos tres billones de estímulos, ¿cree que existe la tentación de Europa, Japón o China de “empobrecer al vecino” estadounidense y tirar de las exportaciones?
Si EE.UU. crece un 4% o 5%, la tentación será muy grande, desde luego. Pero al mismo tiempo los salarios subirán, porque es un recuperación basada en la inversión. Así que los otros países no deberán sentir presiones para bajar sus propios salarios. El giro de Biden podría ayudar a corregir el problema comercial global y los desequilibrios provisionalmente. Pero solo lo aplazará. Porque EE.UU. no va a crecer tanto durante tantos años. Y en un mundo de beggar thy neigbour de salarios decrecientes en todo el mundo el crecimiento se reduce debido a la insuficiente demanda o hay que aumentar la deuda para mantener el consumo como motor del crecimiento. Y, evidentemente, la deuda no puede seguir subiendo. De modo que si se intenta otra vez crecer por la vía de empobrecer al vecino, en algún momento llegará la recesión y la crisis.
A principios de este siglo, EE.UU. era el mayor consumidor mundial de última instancia, pero registraba enormes déficit por cuenta corriente y quizá esos desequilibrios fueron una causa de la crisis del 2008.
Creo que los desequilibrios irán a peor. El déficit por cuenta corriente de EE.UU. ha subido mucho. Por ahora no va a ser un problema, porque puede darse un círculo de virtudes de inversión, consumo, creación de empleo, y mayor demanda de sus propios bienes. Porque lo que está impulsando el crecimiento con Biden va a ser la inversión, y por lo tanto habrá más ahorro.
Hay temor a que surjan burbujas debido a la expansión monetaria, los tipos negativos…
En EE.UU. y en Europa ya hay consenso de que la política monetaria ya no puede hacer más. Tiene que ser fiscal, y eso incluye redistribución de riqueza. Biden lo está haciendo. Europa tiene que hacer lo mismo.
Larry Summers dice que el estímulo fiscal de Biden desatará la inflación.
Es una preocupación lógica, pero no estoy de acuerdo, porque creo que hay mucha capacidad en EE.UU., China y Europa para absorber el aumento de la demanda sin inflación.
¿China ha salido reforzada de la pandemia?
Hay gente que cree que la falta de democracia crea una economía más fuerte. Pero no es así . China tendrá que hacer un ajuste muy difícil. Y en Pekín están muy preocupados en estos momentos.
¿Por qué?
Porque piensan que el programa Biden va a provocar un aumento fuerte de la liquidez y fuertes entradas de capitales en China por su cuenta comercial debido a una expansión muy fuerte de exportaciones. China gestiona su divisa. De modo que si sube de forma exagerada el número de dólares que entran en China por la balanza comercial tiene que comprarlos para que no se aprecie demasiado la divisa. Esto ya no lo hace su banco central, como antes, sino los bancos a cuenta de préstamos. Así se hace la intervención. Esto supone un aumento de la oferta monetaria en la divisa china. Y se traduce en una subida de la deuda, que es el mayor problema para el crecimiento chino.
Si EE.UU. vuelve a ser un consumidor de última instancia, ¿cree que China volverá a basar su crecimiento en la demanda de sus exportaciones hacia allí, de nuevo al estilo de “empobrecer al vecino”?
Es probable. Un boom de la demanda de importaciones en EE.UU. será una excusa para que China vuelva a basar su crecimiento en el sector exterior. Siempre aplazan el ajuste si pueden. Pero hay un grupo dentro del poder en Pekín que está cada vez más preocupado por este tipo de crecimiento, que no corrige el problema de fondo.
¿Cuál es el problema de fondo?
Hay dos clases de desigualdad en China. Existe una extrema, que probablemente sea como la de Brasil, aunque no lo sabemos porque Pekín no publica el coeficiente Gini. Pero hay otra desigualdad: los hogares, es decir, los consumidores no empresariales, reciben solo el 50% del PIB frente al 80% en otros países. Por tanto, el consumo chino sobre el PIB es el más bajo de la historia de la economía mundial. Esto genera enormes distorsiones y una dependencia de la inversión en infraestructura innecesaria e inmuebles. Una cuarta parte de los apartamentos en China están vacíos y se están construyendo cada vez más apartamentos de lujo, también vacíos. Esto no aporta ningún beneficio económico al país.
https://www.lavanguardia.com/economia/20210516/7453773/dinero-metalico-se-despide.html