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7 medidas que propone el Banco de España para salvar la economía española
El presidente del Banco de España sigue lanzando mensajes contundentes acerca del riesgo de no adoptar medidas estructurales ante la crisis que estamos atravesando.
En su intervención en un evento económico la semana pasada dejaba estas 7 propuestas para reflotar la economía española y evitar la debacle
En su intervención en un evento económico la semana pasada dejaba estas 7 propuestas para reflotar la economía española y evitar la debacle
En primer lugar, parece adecuado mantener -e incluso ampliar, si fuera necesario- las
medidas de apoyo. Su retirada prematura causaría unos perjuicios que exceden los
posibles costes de mantenerlas hasta que la recuperación dé muestras de suficiente
solidez. Esto afecta tanto a la política presupuestaria de sostenimiento de rentas de hogares y empresas como a la financiera y monetaria.
En segundo lugar, en el ámbito de la política fiscal, las medidas deben ser ahora mucho
más focalizadas a los sectores y grupos poblacionales más afectados. Este es el caso, por ejemplo, del reciente pacto entre el Gobierno y los agentes sociales para la renovación de los ERTE hasta el 31 de enero de 2021.
En tercer lugar, la identificación temprana de los cambios estructurales resulta crucial.
La política económica no puede sostener indefinidamente a un sector que estructuralmente va a reducir su nivel de actividad. Ante estos cambios estructurales, la política económica debe ir dirigida a facilitar y apoyar la adaptación del tejido productivo y de los trabajadores a las nuevas realidades, y la reasignación eficiente de los recursos entre sectores y empresas. Esto implica que, en el caso de las empresas con modelos de negocio no viables, debería facilitarse su salida ordenada del mercado, mientras que, en el caso de aquellas que se enfrentan a reducciones estructurales de su demanda, debería también asegurarse el correcto funcionamiento de los diferentes mecanismos de flexibilidad de los que las empresas disponen en el actual marco laboral. Y, por supuesto, hay que poner el énfasis en las políticas de formación de los trabajadores para facilitar la recolocación de estos en los sectores de futuro.
En cuarto lugar, se hace necesario afrontar los daños estructurales generados por la
pandemia. En el caso, por ejemplo, del incremento del endeudamiento empresarial, tendría sentido modificar los instrumentos de apoyo a las empresas, de forma que estos no impliquen un aumento de las obligaciones financieras. Las ayudas directas o las inyecciones temporales de capital pueden resultar instrumentos más eficaces ahora para las empresas viables. Y, en paralelo, para estas empresas viables que se enfrentan a dificultades para hacer frente a sus obligaciones financieras, debería facilitarse un funcionamiento más ágil de los procedimientos de reestructuración de las deudas. Para conseguir estos objetivos, sería deseable que se introdujeran mejoras en el funcionamiento de los procedimientos judiciales y extrajudiciales de insolvencias que redunden en una mayor eficiencia y agilidad.
En quinto lugar, se hace necesaria la definición, de manera urgente, de una agenda
ambiciosa de reformas estructurales, dirigida a aumentar el crecimiento potencial de la economía, que ya era reducido antes de esta crisis. La tipología de los retos de nuestra economía es muy amplia y exige abordar la baja dinámica de la productividad, la dualidad del mercado de trabajo, el elevado desempleo, el envejecimiento poblacional, la desigualdad, la lucha contra el cambio climático, los cambios en el modelo de globalización y la aceleración de la digitalización de la economía.
En sexto lugar, debe garantizarse que el uso de los fondos europeos se destina a
proyectos y reformas estructurales con capacidad de mejorar el crecimiento
potencial de nuestra economía. Y la acción europea debe ir dirigida también a cubrir
las lagunas institucionales existentes (en particular, la creación de un mecanismo de
estabilización macroeconómica común de carácter permanente, la profundización en la
Unión del Mercado de Capitales y, como luego subrayaré, la finalización del proceso de
Unión Bancaria).
En séptimo lugar, se hace necesario diseñar una estrategia creíble de reducción
gradual, pero sostenida, de los desequilibrios fiscales, para su implementación una vez
que se haya superado la pandemia y la recuperación económica esté sólidamente
asentada. Esta estrategia resulta particularmente relevante y adecuada para un país, como España, que ha afrontado esta crisis desde una posición de sus finanzas públicas más vulnerable que la de otras economías de nuestro entorno.
¿Qué os parecen?