te has pasado tres pueblos, o mas.
Cuando Bilbao estaba rodeado de chabolas
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Escrito por José A del Moral | El 5 de septiembre de 2007
El chabolismo que tanto nos impacta en países en vías de desarrollo no es algo tan lejano en nuestros lares. Bilbao, que creció extraordinariamente durante todo el pasado siglo, estuvo plagada de txabolas (sí, chabola es una palabra que viene del euskera) hasta 1961.
Lo cuentan hoy en El Correo. Los poblados con más habitantes estaban situados en las faldas de Artxanda, tanto encima de San Ignacio (Monte Banderas) como sobre Lutxana (Monte Cabras) o sobre el Casco Viejo (Ollargan y Los Caños). Las chabolas las construían los inmigrantes con madera, ladrillos y tela asfáltica en el techo y obviamente no tenían ni luz ni agua. Un orinal hacía las veces del baño, aunque también era posible bajar a los wáteres públicos de Atxuri.
Entonces se usaban los lavaderos. Los había en Deusto y Elorrieta y, hasta hace muy poquito, en Lamiako (Leioa). En 1961 se derribaron todos estos poblados por orden de Franco, que en una visita a Bilbao había observado, a lo lejos, cómo malvivían sus habitantes.
El Ejército dinamitó las chabolas en unos pocos días y trasladó a sus moradores a las nuevas viviendas de Otxarkoaga, con agua y luz. Los edificios se habían construido a toda velocidad, sin tiempo para abrir calles y poner autobuses. Pese a todo, Franco estuvo en la inauguración. Eran otros tiempos, pero bien cercanos.
Merece la pena ver este vídeo con imágenes grabadas en 1960 en las chabolas de Bilbao. Se contempla la infravivienda e incluso algunos de los problemas de higiene que se vivían allí:
(el video lo han eliminado). Aunque puede valer este: http://www.elcorreo.com/vizcaya/multimedia/videos/120953.html
http://gananzia.com/cuando-bilbao-estaba-rodeado-de-chabolas
Cuando Julia, Benjamín y Cristina llegaron a Bilbao se podía arrendar un burro en la estación del Norte para subir hasta las faldas de Artxanda el baúl, en cuyo interior estaban ordenadas con mimo y olor a tomillo del pueblo las pertenencias más preciadas de la familia. Allá arriba, en las laderas embarradas, crecían los poblados de chabolas, levantados a mano por sus propios habitantes, llegados de otras regiones en busca de jornal. Aquí no había agua ni luz. Las casas, de madera o ladrillo, eran un simple hueco para camas y cocina de chapa, con tela asfáltica como techo o, con suerte, teja. Como baño, un orinal. Para limpiar la ropa había que bajar hasta los lavaderos de Deusto y Elorrieta. Y luego subir. Siempre a pie porque no había transporte ni dinero para pagarlo. Supervivencia y dignidad.
Así era la vida en los poblados de Artxanda, el hogar de Julia Manzanera, Benjamín Herrera y Cristina Conde en los años cincuenta. Como otros miles de emigrantes, vivieron en estas condiciones hasta agosto de 1961, fecha en la que estos pueblos olvidados de la memoria se derribaron por orden de Franco. Sus habitantes fueron trasladados a Otxarkoaga, barrio de nuevo cuño construido con celeridad en una vaguada para poder poner fin al chabolismo.
Las vivencias de Julia, Benjamín y Cristina resumen el capítulo más duro del desarrollo de Bilbao tras la Guerra Civil, ilusiones y miserias en las que muchos se ven identificados. Vinieron a Bilbao por miles, desde Castilla, Extremadura, Andalucía, Galicia, Cantabria... atraídos por un poderosa motivación, la que hoy también mueve el mundo: sobrevivir, un futuro mejor. A veces, por pura necesidad, ya que «en el pueblo no había nada que comer». Bilbao fue el escenario de un movimiento migratorio quizá superior al que se está produciendo hoy con la inmigración. En vez de extranjeros, eran emigrantes de otras regiones de España. En diez años, la población ganó más de 100.000 personas, de 238.000 en 1955 a 348.000 en 1965 -casi el censo actual-.
Tras ahorrar para el viaje en tren, muchas familias no tenían dinero ni para vivir de patrona. No quedaba otra que mirar a las laderas, furtivas. Allí, con la ayuda del vecindario, se podía levantar una casa en una noche, a hurtadillas de la Policía, en la que cobijarse hasta que la prosperidad les permitiera bajar y residir en la ciudad.
http://www.elcorreo.com/vizcaya/20070902/vizcaya/vida-chabolas-bilbao-20070902.html
p.d. para defender lo que uno quiere no es necesario ofender al que no quiere.
Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.