Re: Mejor dentro del euro que fuera
Larga vida al euro, sin romanticismos http://evaeneuropa.blogspot.com/2011/11/larga-vida-al-euro-sin-romanticismos.html
-I-Futuro del euro
Tiene la osadía Krugman (en su columna de ayer en NY Times) de acusar a los decisores de la Eurozona de tecnócratas aburridos y románticos. Contradictio in terminis al margen, incide en la vaga noción de que los creadores del euro infravaloraron el factor humano. En el trasfondo de su crítica, el cuestionamiento sobre la austeridad impuesta tecnocráticamente, obviando intencionadamente que desde el Tratado de Maastricht en 1992 se establecieron unos límites claros al endeudamiento, no como fin político en sí (lo que podría inferirse de la interpretación de Krugman), sino como paso previo a una armonización económica. Algunos yerran el tiro al culpar a la austeridad de la crisis, porque su ausencia fue precisamente el desencadenante de la crisis de la Eurozona -entiéndase, el endeudamiento excesivo y el encarecimiento de la deuda soberana-, al borde del colapso de no ser por las discretas intervenciones del BCE y la articulación del FEEF en 2010, mientras se espera del BCE algo más que aferrarse al mandato de la contención inflacionaria.
-II- Hacia la Europa federal
Sólo superada la amenaza sobre el euro, cobrará protagonismo el debate nuclear sobre el federalismo europeo, que incluso llega desde el CDU, partido al que pertenece Merkel. Subrayaba Hegel, en su teoría del Estado, que el carácter autoafirmativo de la soberanía y la justificación de las particularidades históricas creaban la comunidad política, significando que la esfera de la sociedad civil se trasladaba al Estado. Hoy, en Europa, el Estado-nación se desdibuja, y el ciudadano europeo, si lo interpretamos en sentido lockeano, se encuentra con la necesidad de maximizar sus intereses, pero con el dilema de que esos intereses se han convertido en intereses particulares comunes, es decir, la esfera de lo común trasciende lo nacional y se establece en una esfera europea. Esos intereses se definen hoy en otro ámbito de soberanía, y no tienen otra vía de realización que la autoafirmación, en este caso de Europa hacia fuera, en su relación con el mundo exterior, pero también de Europa hacia sus ciudadanos. Sólo es justificación interna mantendría la cohesión y la justificación de la autoridad de las esferas de poder. Ello procede de la legitimación de los decisores, de la acreditación de ese poder soberano para imponer leyes. La voluntad general del ciudadano europeo, una vez superado el Estado-nación, que reuncia gradualmente a su soberanía (y el Eurobono es perfecto símbolo de ello), sólo puede establecerse en un proceso deliberativo respaldado por instituciones representativas de carácter federal. En 2012 será momento de afrontar una nueva etapa, ya más política que netamente económica, en la comunidad de destino que, nos espera, al final del proceso de integración, mal que le pese a Krugman.