el problema, en el ejemplo que pones, es que el ciudadano medio es capaz de distinguir y valorar el buen trato y la calidad recibida en un establecimiento de hostelería, un supermercado,etc, por la frecuencia de uso y la inmediatez en la valoración de la satisfacción con el servicio.
Mientras que en las inversiones, los productos son más complejos, la satisfacción queda más lejos en el tiempo (los famosos "5 años" que subieron a 7, luego a 10, y dentro de poco a 15...), si la bolsa baja y es generalizado te van a decir que van igual de mal que todos, si consiguen un 4% de rentabilidad cuando el índice va al 7%, se comparan con el 0% de los depósitos,etc.
Mi padre, por ejemplo, mira el extracto mensual, y si al menos tiene el mismo dinero que cuando invirtió, no se mosquea, porque sabe que en la cuenta corriente, letras del tesoro o depósitos, no sacaría nada. No sabe comparar con el índice ni valorar la rentabilidad ajustada por el riesgo. Sin embargo, en el restaurante y en el supermercado no le engañan. Y siendo un estafado por las acciones de Bankia, que hubo que ir a juicio para recuperarlo, sigue ciegamente confiando en el gestor que tiene asignado, porque le contó que a él también le engañaron.
Es un producto distinto que permite que, efectivamente, por ejemplo en la lista Forbes de los 500 americanos más ricos haya un buen puñado de gestores de fondos.