Muchos inversores asocian y entremezclan lo que considero UN MÉTODO “gestión pasiva de un índice” con UNA ESTRATEGIA como es la de “Comprar y Mantener”.
También es cierto, que ambos (método y estrategia) han ido de la mano de los inversores desde los años 70, y a largo plazo han obtenido excelentes resultados.
Sin embargo, conviene entender bien los significados de ambos conceptos y diferenciarlos:
A) Significado de “Gestión pasiva”:
“Gestión pasiva” proviene y se entiende como que ese fondo no intenta batir los resultados de ningún índice, porque es en sí mismo el índice. A diferencia, la “gestión activa” pretende obtener mejores resultados que el índice de referencia mediante la elección de los mejores activos. La gestión pasiva, por lo tanto, es un método que configura un índice.
B) Significado de “Comprar y mantener”
“Comprar y mantener” es una estrategia que ha funciona bien en un mercados alcista, pero todo inversor es libre de acogerse a la misma en un régimen en la que funciona, y saltar a otra estrategia más adecuada si cambiase el régimen (mercado bajista, alta inflación, deflación, crisis de endeudamiento, etc.), no por ello uno esta dejando de lado el uso de “Productos gestionados de forma pasiva” (concretamente: Fondos índice y ETFs ponderados por capitalización bursátil).
“Comprar y mantener” es una estrategia de inversión, que proviene de la idea de que permanecer fuera del mercado puede mermar seriamente la rentabilidad a largo plazo, según la observación en el intervalo temporal que expone el siguiente artículo del Profesor del IESE Javier Estrada:
Original en inglés: http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1032962
(hacer clic en este enlace, luego sobre “One-Click Download” y luego sobre SSRN); luego Open.
Exposición de Valentin en español sobre el contenido del artículo, véase anexo1
Dicho esto, cualquier inversor puede hacer uso de PRODUCTOS de gestión activa, y gestión pasiva, adecuados a su estrategia de inversión (comprar y mantener sin más, o aplicar un conjunto de estrategias estudiadas en función de distintos escenarios de mayor o menor importancia respecto a la preservación del capital y a la volatilidad de las clases de activos de las carteras).
Personalmente, favorezco los ETFs como instrumento de inversión, y como considero que el mercado es un sistema complejo evolutivo, opino que las carteras precisan ser adaptadas en determinadas circunstancias (como en crisis de endeudamiento, deflación, gran inflación,...). Yo, a este estilo de gestión lo calificaría como de gestión activa en su sentido más conocido (inversión a corto plazo haciendo uso de selección de un pequeño grupo de acciones, market timing), y más bien lo calificaría de “gestión adaptativa”. Así pues, a mi estilo de gestión lo defino como: “adaptative index investing”.
Respondamos pues a nuestro amigo de Unience:
Podría decirle muchas cosas, pero voy a ser breve, ya que me estoy estendiendo demasiado en este mensaje:
1. Que Norges Bank cambie la forma de gestión de su fondo de pensiones, en parte (o en su totalidad) y pase a hacer uso de la gestión activa, no justifica que este estilo de inversión sea mejor que el de gestión pasiva. Los resultados están aún por ver y los deparará el futuro. Si bien es cierto, que con grandes volúmenes de dinero se puede entrar en negocios en los que se puede obtener una mayor rentabilidad que invirtiendo en un índice de mercado. El pequeño inversor no puede sacar tajada de esto último y está sometido a invertir de otra manera.
Nota: “Toma conciencia de tu situación como pequeño inversor con sus limitaciones y sus ventajas”
Extraído de: E. Gallego, “Guía de supervivencia en la jungla bursátil”, https://www.rankia.com/blog/egallego/361594-aprendiendo-sobrevivir-jungla-financiera
2. Puede que la gestión activa ofrezca buenos resultados, pero estos no son trasladados a los clientes. Véase paper de Pablo Fernández para ver resultados de rentabilidad: http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1543882 y pulsar sobre “One-Click Download”, SSRN, Open
Nota: Conflicto de intereses
Saludos cordiales,
Valentin
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Anexo1:
Exposición expuesta por Valentin en español sobre el contenido del artículo de Javier Estrada.
Javier estrada: profesor del IESE
Lo que parece imposible no lo es. Durante siglos se creyó que los cisnes sólo podían ser blancos, hasta que un buen día fue avistado un cisne negro. El término ha evolucionado y ahora hace referencia a un acontecimiento atípico y de gran impacto que solamente cobra sentido después de producirse. Para descubrir que los cisnes negros existen en el mundo de las finanzas, basta con echar un vistazo a los terribles lunes negros.
Pongamos por caso el índice Dow Jones Industrial Average. En 91 años, desde su creación en 1896 hasta principios de otoño de 1987, el Dow Jones sólo cayó más del 10% en un día en dos ocasiones, y ambas se produjeron durante el tremendo crac bursátil de 1929. Nada en la historia del Dow Jones apuntaba la posibilidad de que pudiera desplomarse como lo hizo el 19 de octubre de 1987, cuando lo inesperado y lo inconcebible concurrieron: el índice se hundió un 22,6% e hizo estragos en las carteras de los inversores. Las ganancias de 201 días se volatilizaron en un solo día. Ese lunes negro, un acontecimiento atípico, se consideró un cisne negro. Tres son sus características:
· En primer lugar es un hecho atípico, lo que quiere decir que está ubicado fuera del ámbito de las expectativas normales, ya que ningún dato anterior apunta que vaya a producirse.
· Segundo, su impacto es extremo.
· Y tercero, a pesar de ser un hecho atípico, pueden hallarse explicaciones plausibles una vez se ha producido, por lo que da la impresión de que pueda ser explicable y predecible.
En resumen, un cisne negro se caracteriza por su singularidad, su impacto extremo y su previsibilidad retrospectiva.
El profesor Javier Estrada, jefe del Departamento de Dirección Financiera del IESE, estudia el impacto de los cisnes negros o hechos atípicos en los resultados a largo plazo de los mercados financieros. Su artículo, "Black Swans and Market Timing: How Not to Generate Alpha" ("Cisnes negros y market timing: cómo no generar alfa"), se centra en las "grandes" oscilaciones diarias, que son mucho más frecuentes de lo que podría pensarse. Unas cuantas oscilaciones diarias de gran calado pueden más que anular las ganancias obtenidas por una cartera durante un periodo de tiempo largo. Curiosamente, la creencia generalizada es que esto ocurre muy pocas veces, si es que ocurre alguna vez. Y sin embargo los datos muestran que estas oscilaciones se producen, y más a menudo de lo que cabría esperar.
Impacto masivo
La investigación de Estrada se centra en los hechos atípicos que se sitúan más de tres desviaciones estándar de la media. También identifica los 10, 20 y 100 mejores y peores resultados diarios. El autor no pretende definir formalmente qué es un cisne negro, sino que analiza cómo los mercados (y los resultados) absorben las grandes oscilaciones. Su objetivo último es cuantificar el impacto de los hechos atípicos en los resultados a largo plazo. También da respuesta a otras preguntas:
· ¿Cómo son los resultados de los inversores a largo plazo: constantes y sin contratiempos o están en su mayor parte determinados por los obtenidos a partir de unos cuantos hechos atípicos?
· ¿Pueden los inversores predecir con éxito qué días deben entrar o salir del mercado?
· ¿Deberían los inversores tratar de poner fechas al mercado?
Los datos, basados en más de 160.000 resultados diarios de 15 mercados financieros internacionales, son concluyentes: los hechos atípicos tienen un impacto masivo en los resultados a largo plazo.
En las 15 bolsas analizadas, dejar de cotizar en el mercado los 10 mejores días hizo que el valor de las carteras fuera de media un 50,8% menor que si se hubiera mantenido una inversión pasiva; y evitar los 10 peores días hizo que el valor de las carteras fuera de media un 150,4% mayor que si se hubiera mantenido una inversión pasiva.
No parece que el market timing (poner fechas al mercado) sea muy factible, dado que esos 10 días representan menos del 0,1% de las jornadas bursátiles tomadas en consideración.
Días buenos y días malos
Un ejemplo: 100 dólares invertidos en la Bolsa norteamericana en 1990 se convirtieron en 401 al final de 2006, pero haberse salido del mercado los 10, 20 y 100 mejores días habría reducido esa cantidad a 250, 172 y 22 dólares respectivamente.
En el mundo de las finanzas se suele dar por sentado que las ganancias se distribuirán con normalidad. Es una creencia que usan y de la que abusan, implícita o explícitamente, tanto académicos como profesionales. Pero los datos de los últimos 40 años ponen en solfa la plausibilidad de este supuesto, sobre todo en lo que respecta a las ganancias diarias.
Por desgracia, muchas de las mediciones de riesgo más habituales nacen de este supuesto de normalidad y excluyen la posibilidad de los cisnes negros.
Como muestran las cifras, en todos los casos -ya sea en Estados Unidos o en otros mercados internacionales- el grueso de las ganancias se obtiene en una porción muy pequeña de jornadas bursátiles. Los inversores no obtienen sus ganancias a largo plazo de forma constante y sin contratiempos, sino que en su mayor parte son resultado de grandes subidas o desplomes. Estar en el mercado los días buenos y salirse los días malos es la clave para obtener resultados a largo plazo. Sin embargo, las posibilidades de predecir con éxito qué días entrar o salir de los mercados son, por desgracia, casi nulas.
Estrada ofrece dos recomendaciones basadas en la certeza de que las grandes oscilaciones y los cisnes negros existen, son impredecibles en su mayor parte y tienen un impacto masivo en los resultados a largo plazo. "Los inversores deberían adaptarse a la existencia de los cisnes negros en lugar de intentar predecirlos", aconseja.
Sí que se puede calcular las consecuencias de un acontecimiento aun cuando se desconozca la probabilidad de que ocurra -por ejemplo, un terremoto en San Francisco o una inundación en Nueva Orleans-, y es en estas consecuencias potenciales en lo que deberían concentrarse los inversores. Por ello, una mayor diversificación reduciría la exposición a los cisnes negros negativos al tiempo que mantendría cierta exposición a los cisnes negros positivos.
La segunda recomendación parte de la premisa de que los cisnes negros invalidan la efectividad de entrar o salir del mercado en un determinado momento. Intentar predecir la proporción insignificante de días que determinan una gran creación o destrucción de ganancias parece una tarea condenada al fracaso.
Académicos y profesionales han elaborado incontables estrategias para generar "alfa", esa medición de los resultados a partir de una referencia o, en el contexto de este artículo, la medición de la magnitud en que el mercado genera ganancias (alfa positivo) o pérdidas (alfa negativo). Pero de todas las estrategias, la de poner fechas al mercado tiene muy pocas probabilidades de éxito. Al igual que ir a Las Vegas, el market timing puede ser un pasatiempo entretenido, pero no una buena manera de hacer dinero.
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