A mí me gustaría ya dejar este tema, pero ustedes insisten en él.
Con Josmalobla se da la paradoja que nunca he intercambiado argumentos sobre el tema, pero he recibido sentencias condenatorias una y otra vez. No puedo entender que alguien pueda ser juez y parte de algo que no comprende y a pesar de ello y por supuesto sin argumento alguno, ha mostrado muchas veces, su desdén hacia mis opiniones.
No ha sido así, y se lo resumo en que su problema es que confunde el escepticismo con la ignorancia y la cautela con el desdén.
La última intervención hacia Fernando fue muy fea, desde mi punto de vista. Denota rencor, inquina y deseo de venganza, cuando en un foro no debería ser lo habitual.
Fernando pegó aquí un artículo de otro autor, presente en Internet, después de haber dicho en un mensaje anterior que él mismo iba a escribir algo sobre el tema. Copió ese texto de manera literal, sin citar la fuente, sin entrecomillar, sin aportar la referencia, y sin hacer mención alguna a su autor. Eso tiene un nombre. Y, como dije ayer, en cualquier ámbito académico serio tal actitud significa el descrédito.
Y no lo hubiera hecho notar, aunque la circunstancia era ya muy obvia, si su actitud -la de Fernando- no hubiera oscilado recurrentemente entre su displicencia por nuestra supuesta ignorancia en los asuntos que él, presumiblemente dominaba, y su autoenvanecimiento por tan proficuos años de estudio e investigación. Esa arrogancia, cuando está fundada, es fuente de autoridad; cuando se percibe vana e impostada, es origen de sospecha, la cual pudo ser fácilmente confirmada.
Les aprecio a ambos, como a todos los que aquí intervienen, y de ambos aprendo y en gran medida valoro sus aportaciones, pero hay ciertos códigos deontológicos que no se deben quebrantar, máxime cuando se hace gala de una seriedad y rigor en el estudio y la investigación que, sin embargo, rápidamente palidecen ante una trivial búsqueda.
En fin, si queremos que nos respeten como gente seria y rigurosa, hay que actuar como personas serias y rigurosas. O nos envanecemos menos, que también es una buena forma de andar por la vida, sobre todo cuando los motivos son tan débiles como excesiva la sobreactuación al ser cuestionados.
Modestia y humildad son primas hermanas de seriedad y rigor. No se copian ni son objeto de sospecha, sino de la admiración auténtica que produce la ajena sabiduría sincera y consciente de sus límites.
Un abrazo.