El exconsejero de Caja Madrid en representación de IU José Antonio Moral Santín ha asegurado que nunca se le pidió justificar los gastos efectuados con su tarjeta y, al igual que el expresidente Miguel Blesa, ha dicho que se trataba de unas cantidades de “libre disposición“.
Durante el juicio que investiga el uso irregular de tarjetas de crédito en la entidad y a preguntas del fiscal Anticorrupción Alejandro Luzón, ha explicado que se trataba de “remuneraciones y no de retribuciones”, con una consideración similar a las de las dietas.
Moral Santín ha añadido que una tarjeta de crédito o débito “no es un concepto retributivo“, sino un medio de pago.
Aunque ha admitido que la Asamblea General de la caja seguramente conocía la existencia de estas tarjetas, ya que dicha información estaba integrada en las cuentas que se entregaban a dicho órgano, no ha sabido precisar si “tenían la bendición” de la comisión de retribuciones.
No obstante, ha reconocido que por lo que respecta a estas tarjetas, de las que “el presidente traía una propuesta deliberante”, para los directivos se trataba de “una masa global, fijando el incremento respecto del año anterior que era analizada en la comisión de retribuciones”. Posteriormente, era la comisión ejecutiva la que las aprobaba.
Los consejeros, ha explicado, tenían cuatro conceptos remunerativos, cuatro “devengos”, que eran las dietas por asistencia, las primas de seguros de vida y salud, una bonificación de tipos de interés de créditos para consejeros, y “una cantidad de dinero dispuesta que seria habilitada a través de una tarjeta corporativa o mejor llamada de empresa”.
Me desplazaba a Caja Madrid y me pagaban 15 céntimos de euro el kilómetro al vivir en la periferia, ha relatado; el resto, viajes que tuve que hacer a Londres, “que no aparecen aquí, por cierto, y que tuve que hacer con la tarjeta, todo eso, corría por nuestra cuenta”.
“La única tarjeta que tuve en Caja Madrid nació en Caja Madrid, murió en Caja Madrid y es pagada hasta la extinción de las tarjetas, a finales de 2011, que es cuando las cancelan”, ha añadido Moral Santín, que desembolsó con ella 456.500 euros.
“Nunca tuve la más mínima duda, ningún consejero desde 1988 hasta la cancelación de la tarjeta 24 años después dejó de utilizar la tarjeta y no dio ninguna manifestación de malestar; nunca le vi problemas porque tenía una absoluta confianza en el secretario general y en los departamentos que regulaban el sistema”, ha relatado.
No ha negado la validez de las hojas de cálculo Excel que obran en poder del juez y que detallan los gastos efectuados, aunque ha lamentado la poca precisión de algunos apuntes, que indican “un hotel balneario” cuando se trata de la cuenta de un restaurante, y de otros situados en locales que no ha visitado “