Yo no he visto ningún empeño de Puigdemont en que Rajoy use la violencia. Sí lo he visto en otros muchos, por ejemplo bastantes foreros que no son de la cuerda de Puigdemont.
A ver si al final la culpa de la violencia será que quien la sufre.
Una veintena de militantes secesionistas pertenecientes a Arrán, movimiento vinculado a la CUP, han asaltado el local de Ciudadanos instalado en Santa Coloma de Gramanet.
Una veintena de militantes secesionistas pertenecientes a Arrán, movimiento vinculado a la CUP, han asaltado el local de Ciudadanos instalado en
Santa Coloma de Gramanet con motivo de las fiestas de la ciudad al grito de
“vosotros fascistas sois los terroristas”.
Miembros de la formación naranja llamaron a la policía local tras el asalto y los agentes obligaron a los asaltantes a irse.
El líder de CS,
Albert Rivera, ha denunciado los hechos a través de las redes sociales. “Empieza el acoso de los totalitarios a los demócratas que no aceptamos el golpe a la democracia”, ha dicho.
Arrán, que cuenta con medio millar de militantes
en Cataluña, Baleares y Comunidad Valencia y nació en 2012 como
aglutinador de todas las entidades juveniles secesionistas y antisistema, ha llevado a cabo campañas violentas contra el turismo y por la secesión de Cataluña, y ha ocupado sedes de partidos políticos. En una ocasión pidió
“quemar el Tribunal Constitucional”.
“Haremos todas las acciones que consideremos necesarias para lograr nuestros objetivos”, advirtió el pasado mes de julio.
No se el origen de la filtración, pero puedo elucubrar quien o quienes fueron las fuentes de confirmación del Govern y/o Altos cargos de la Gene: El ex-director general de los Mossos, Albert Batlle, tiene todo el perfil de ser uno de los confirmantes de la existencia de dicha comunicación. El otro confirmante de la Gene, y que forma o formó parte del Govern (o sea, del Consell executiu), podría haber sido o el mismo President Puigdemont, como algún medio a sugerido, o el ex-Conseller Jane.
El Periodico ha insistido en lo de las dos fuentes de confirmación de la Generalitat, mencionando sin clarificar "Govern" y "Altos cargos".
Implícito en esa afirmación, está que según el propio Periodico, la filtración no tuvo origen ahí, sino que les llegó por otras fuentes, sea alguna de las agencias de seguridad del Estado, sea alguna otra "fuente independiente" indirectamente relacionada con el Estado.
De las confusas y parciales manifestaciones realizadas hasta ahora, tomando como más significativas las aparentemente contradictorias de las dos fuentes más relevantes (en este asunto): El Periodico y el Major Trapero, tenemos que:
.- Existíó algún tipo de comunicación/informe el 25 de mayo.
.- Dicha comunicación/informe fue "contrastada y valorada", incluso en sede de organismos nacionales, por parte de la cúpula política de los Mossos (o sea, los civiles que están por encima del propio Major Trapero).
.- Dicha comunicación/informe fue confirmada al medio por parte de dos fuentes relevantes de la propia Generalitat ("Govern" y/o "Alto cargo").
.- Con ese perfil, a fecha referenciada, solo existían cuatro personas: El Director General de los Mossos, Albert Batlle, el Secretari General del Departament de Interior, Cesar Puig, el Conseller de Interior, Jordi Jané, y el President de la Generalitat y máximo responsable de la Junta de Seguretat, Carles Puigdemont.
.- Dos de ellos fueron "cesados/dimitidos/apartados" en la primera mitad de julio, tras forzar la celebración 8 años después de una sesión formal de la Junta de Seguretat.
.- En fecha 21 de agosto, a petición de origen desconocido, se recibe en el CITCO, que lo facilita a El Periodico, un mail de "confirmación" de la anterior "nota" de fecha 25 de mayo.
la plus belle des ruses du Diable est de vous persuader qu'il n'existe pas!
#2345
Re: Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)
Pudo ser algún secretario o ayudante o cargo administrativo. No tiene porque ser alguno de ellos. La información se maneja por gente más oscura, desconocida, tapada.
«Con todas las distancias que se quieran establecer entre la proclamación del «Estat català» y la convocatoria del referéndum ilegal del 1-O, las palabras históricas de Azaña bien podrían tener como destinatario al actual presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y a quienes se enfrascan en alucinadas maquinaciones territoriales capaces de proclamar, por ejemplo, que Madrid sea nación soberana y a la vez capital de la nación española»
POR PEDRO DEL CORRAL - Actualizado: Guardado en:
Opinión
Con la elección del
1 de octubre como fecha del referéndum ilegal en Cataluña, sus promotores pretenden establecer sin disimulo el paralelismo con el movimiento secesionista del 6 de octubre de 1934, cuando
Companys proclamó el «Estat català». Ya sabemos que aquellos que de modo narcisista gustan de mirar su reflejo en las aguas de la Historia son incapaces luego de salir a flote cuando caen en ellas. Por eso, parece conveniente traer el recuerdo de la figura de
Manuel Azaña y sus lecciones sobre el desafío separatista de hace 83 años, que vivió en directo en Barcelona.
Azaña se jugó su prestigio político en la defensa del primer Estatuto de Cataluña, aprobado por las
Cortes republicanas en 1932 bajo su mandato como jefe del Gobierno. Pero hoy sería acreedor del repudio de los independentistas catalanes como representante histórico del españolismo, aunque el de Azaña fuera lo que hoy llamaríamos un patriotismo constitucional, sustentado en su creencia en la comunión de los pueblos de España dentro de un sistema que reconoce, como el actual, los derechos y libertades de todos sus ciudadanos en igualdad.
Azaña viajó a Cataluña en agosto de 1934 para
«catalanizarse los riñones» con las aguas del balneario de Sant Hilari, según su propia expresión, como recuerda su biógrafo José María Marco. Un mes después, vuelve a Barcelona al entierro de Jaume Carner, que fuera su ministro de Hacienda. Allí le sorprenden la huelga general del 5 de octubre y el asalto a la legalidad por parte de Companys al proclamar el «Estat català» al día siguiente.
Ambas visitas a Cataluña serán la base de las acusaciones que se formularán contra
Azaña como presunto instigador de la rebelión de Companys, aderezadas con bulos como el de que se hallaba en la sede de la Generalitat cuando la insurrección y huyó por las alcantarillas ante las fuerzas del general Batet.
Azaña será detenido tres días después y permanecerá encarcelado hasta el 28 de diciembre en varios barcos en el puerto de Barcelona, sin que le asistan las garantías constitucionales derivadas de su acta de diputado. La causa contra él por delito de rebelión será finalmente sobreseída por el Tribunal Supremo por falta de indicios racionales en un auto de 6 de abril de 1935.
«Nunca la inquisición judicial y el reporterismo han sellado más amoroso concuerdo ni han colaborado con más ardor», escribirá Azaña en su libro «
Mi rebelión en Barcelona», pliego de descargo contra su falsa inculpación y su detención ilegal bajo el gobierno de Lerroux. Será un «best-seller» en su época, elogiado entre otros por Valle-Inclán. Casualmente, la reseña del autor de las «Sonatas» sobre el libro de Azaña, aparecida en el diario «Ahora» el 2 de octubre de 1935, será el último artículo que publique en vida.
En este libro Azaña confirma su posición contraria al golpe anticonstitucional de Companys. La expresó antes incluso de que se produjera, al ser informado en la mañana del 6 de octubre por el
«conseller» Joan Lluhísobre la decisión del Gobierno catalán de proclamar el «Estat català».
Cuando Lluhí le asegura que «no querían dar al movimiento un carácter separatista, sino proclamar una República federal», Azaña le contesta que en el resto de España sí sería visto como separatista. En cuanto a su posición personal, le recuerda que «no iba a mirar con simpatía y mucho menos a participar en un movimiento violento en favor de una República que no quise votar en el Parlamento».
Azaña es contundente al afirmar que «no puede haber República federal, hoy por hoy, compuesta de dos miembros: uno, Cataluña, y otro, el resto de España, porque esto era una monstruosidad política y orgánica, y, por consiguiente, no se podía tomar en serio».
«Estoy discutiendo con usted -le dice Azaña al “conseller” con claridad- sobre dos hipótesis: el triunfo de ustedes y su derrota. La del triunfo la admito para seguir la conversación; pero si ustedes triunfasen se encontrarían en un caso muy difícil, porque una de las cosas más arduas que hay en el mundo es administrar una victoria política, y si ustedes triunfasen no sabrían qué hacer de su propia victoria y tendrían que empezar a decir: El ideal en nombre del cual nosotros hemos luchado y hemos triunfado no vale: ha sido sólo una bandera, pero la arriamos al día siguiente. Ustedes comprenderán que el descrédito sería fatal y acabaría con ustedes políticamente. Sin embargo, no creo en la posibilidad remota de un triunfo».
Con todas las distancias que se quieran establecer entre la proclamación del
«Estat català» y la convocatoria del referéndum ilegal del 1-O, las palabras históricas de Azaña bien podrían tener como destinatario al actual presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y a quienes se enfrascan en alucinadas maquinaciones territoriales capaces de proclamar, por ejemplo, que Madrid sea nación soberana y a la vez capital de la nación española.
La apelación de Azaña al respeto a la Constitución y a los acuerdos aprobados por el Parlamento como representante de la soberanía nacional, argumento esencial frente a todo intento de asalto a la legalidad, sigue tan vigente hoy como entonces. Igualmente, su
recelo ante fórmulas de organización territorial sin pies ni cabeza, sustentadas solo en la ociosa imaginación de sus promotores, son una advertencia contra la fragmentación de la soberanía nacional en microsoberanías que no sabemos si alcanzarán a serlo no solo regionales, sino también comarcales y distritales, o incluso de barrios y de manzanas.
Pero donde la lección de Azaña adquiere su mayor calado es cuando denuncia la voluntad de alzar determinadas banderas por parte de quienes reconocen la inutilidad de las mismas a pesar de que su coste sea poner todo al borde del abismo. La misma advertencia podría hacerles hoy a unos dirigentes empeñados en una huida hace adelante que solo puede llevarles al descrédito al precio de conducirnos al desastre. Pero antes de que los adalides del referéndum ilegal sean capaces de reconocer la histórica lección del presidente Azaña, seguro que veremos el nombre de don Manuel en una lista de calles a eliminar de algún ayuntamiento secesionista.
Por la similitud con casos anteriores, yo diría que fue alguien del Ministerio del Interior o de la propia Vicepresidencia. Con el tiempo, se sabrá sin ninguna duda.
Cuando se filtraron los primeros borradores de la Ley de Transitoriedad y juristas de muy diversa ideología comenzaron a exteriorizar su perplejidad y espanto, Puigdemont quiso burlarse de sus críticas diciendo, como si una y otra cosa fueran distintas, que "te acuestas nazi y te despiertas bolivariano". Más allá del pleonasmo, la técnica de autoprotección recuerda a la leyenda según la cual el verdadero Jack el Destripador se sulfuraba ante las revelaciones policiales sobre sus iniquidades y clamaba que, cualquier día, iban a decir que "ese hombre" apuñalaba a las mujeres en las ingles.
Ilustración: Tomás Serrano
Pero una cosa es seguirle el juego dialéctico a Puigdemont y otra distraernos. Ahora que, de la mano de la catedrática Teresa Freixes, ya hemos visto cómo el texto que pretenden aprobar los separatistas es, desde el punto de vista de la técnica jurídica, un fiel remedo de la Ley Habilitante de 1933, mediante la que los nazis acabaron con la República de Weimar, por la vía de la superposición al orden constitucional de una legalidad sobrevenida, ha llegado el momento de plantearse con rigor hasta qué punto aquel régimen totalitario sirve de espejo fiel de la conducta del separatismo catalán.
Es una tentación en torno a la que muchos merodean en Cataluña -el último el ex director de La Vanguardia Lluís Foix, al relacionar tímidamente la película La decisión del Rey con el proceso soberanista- pero en la que nadie ha terminado de caer de forma solvente. Tal vez porque todos sabemos en qué desembocó el nazismo y, por muy pocos escrúpulos que vayan demostrando, ninguno vemos hoy a Puigdemont, Junqueras o siquiera Anna Gabriel ni gaseando andaluces ni invadiendo la Comunidad Valenciana.
Pero si pudiéramos olvidarnos de lo que Hitler y los suyos hicieron una vez que lograron controlar los resortes clave del poder y dejáramos a un lado los elementos circunstanciales que separan ochenta años de civilización, sería bastante científico catalogar coincidencias sustanciales. Tanto desde el punto de vista de la dinámica política, como desde el estudio de las conductas colectivas.
En uno y en otro caso partimos de la configuración de un mito identitario del que emana una idea fuerza y un sistema de interpretación de cualquier crisis. Igual que los nacionalistas alemanes se sentían constreñidos en su realización personal y colectiva por las potencias promotoras del Tratado de Versalles, los nacionalistas catalanes se sienten frustrados en sus aspiraciones como pueblo por la pertenencia a España. A partir de ahí todas las calamidades económicas o políticas, todas las contrariedades sociales o incluso deportivas se atribuyen a ese yugo culpable que ahoga y estrangula.
El punto de no retorno en la escalada victimista es el momento en que los políticos nacionalistas se hacen con los resortes de la educación y la propaganda. Nuestro Estado autonómico ha sido tan estúpido que les ha abierto las puertas de las conciencias de los jóvenes, de la misma forma irresponsable con que los troyanos dejaron entrar en el recinto de su muralla al caballo enviado por los aqueos.
Todas las calamidades económicas o políticas, todas las contrariedades sociales o incluso deportivas se atribuyen a ese yugo culpable que ahoga y estrangula
Teniendo en sus manos el control de la enseñanza, la televisión pública y los medios privados más ansiosos de ser sobornados, sólo era cuestión de tiempo que se moldeara una mayoría social independentista. Hasta hace una década el separatismo no pasaba del 30%; según la encuesta de EL ESPAÑOL y SocioMétrica que comenzamos a publicar hoy, ya alcanza el 50% pero llega al 60% entre los jóvenes; y, si todo continua igual, en la próxima generación se acercará al 70%.
El paralelismo con los nazis facilita la interpretación simplista del soberanismo catalán como una forma de fanatismo. Pero no hay que llegar tan lejos. El libro del psicobiólogo Alfred Tobeña La pasión secesionista ofrece una alternativa mucho más amable, al homologarlo al enamoramiento y atribuirlo a la segregación de una misma enzima cerebral: la oxitocina. Frente al desdeñoso y exasperado "los catalanes se han vuelto locos", surge la disección de un ensimismamiento grupal, basado en realidades culturales, fantasías históricas y delirios de grandeza. Todo ello ha ido decantando la autoestima supremacista por la que tantos catalanes se consideran mejores que los demás españoles.
Obnubilación tribal o pasión romántica, el caso es que estamos ante un sentimiento que, encauzado desde el poder por sus mentores –esta es la clave- genera una permanente profecía autocumplida: como todos los males vienen de España y siempre hay de qué dolerse, los líderes del 'procés' tienen a la vez una explicación para cualquier problema y una coartada de impunidad para cualquier desmán. En un Estado que, más que tolerar, estimula la disidencia centrífuga, con un Gobierno estaférmico y una opinión pública aferrada al mantra del diálogo, las élites separatistas tienen todo que ganar, en términos de gloria y poder, y muy poco que perder.
Ahora ronda el 50%, pero llega al 60% entre los jóvenes; y, si todo continua igual, en la próxima generación se acercará al 70%
La agitación callejera es, a partir de esas premisas, una función fisiológica del cuerpo político. Si no diera miedo, la iconografía nacionalista daría risa. Una cruz de palotes entrelazados sobre un círculo blanco con fondo rojo, una estrella blanca sobre fondo azul dentro de un triángulo. Con esos códigos visuales siempre regresamos al planeta de los simios.
Esvásticas o esteladas, qué más da, lo importante es que cacen ratones. O sea, patriotas catalanes. Cuanto más jóvenes, mejor porque "el mañana les pertenece" a estos niños que dentro de ocho días recibirán su bautismo de odio a España en la Diada.
Y en esa fagocitación del individuo por la masa, es Cataluña la que rinde homenaje a Orwell. Para sus dirigentes, la mentira es la verdad; la guerra es la paz; el odio es el amor; la usurpación de competencias, el ejercicio de derechos; y la invocación de la legalidad, la negativa al diálogo.
Estamos ante un sentimiento que, encauzado desde el poder por sus mentores –esta es la clave- genera una permanente profecía autocumplida
Tildar de "encerrona" lo sucedido en la manifestación del sábado pasado, cuando el Rey se vio rodeado de carteles impresos que le achacaban la responsabilidad de la matanza de las Ramblas, no es sino una bobalicona forma de "autoengaño" gubernamental. Todos sabíamos lo que iba a pasar. De ahí que
EL ESPAÑOL desaconsejara la asistencia de Felipe VI. De ahí que "la decisión del Rey" fuera esta vez tan equivocada.
Hace tiempo que los líderes separatistas tienen la costumbre de aplicar a los máximos representantes del Estado las mismas técnicas de intimidación que empleaba Hitler para amedrentar a los visitantes extranjeros cuando acudían a su reducto alpino del Berghof. La satisfacción de Puigdemont al escuchar los abucheos al jefe de ese Estado que pretende destruir, después de que Felipe VI aceptara marchar incautamente a su lado en pie de igualdad, es la misma que vimos pintada en la ladina sonrisa de Artur Mas durante
la monumental pitada del Camp Nou.
Ni en las peores pesadillas podíamos haber imaginado que estaríamos a cuatro domingos de la fecha señalada para un referéndum ilegal, con la independencia unilateral de Cataluña en juego, sin que se hayan activado las previsiones constitucionales para impedirlo. Máxime cuando el contenido de las dos "leyes de desconexión", presentadas a bombo y platillo, revela el guión de un brutal golpe de Estado que pretende liquidar, por la vía de los hechos consumados, derechos básicos del conjunto de los españoles e imponer un régimen totalizador a la mitad de los catalanes que aun no les es adicta.
Ni en las peores pesadillas podíamos haber imaginado que estaríamos a cuatro domingos de la fecha señalada para un referéndum ilegal
El escarnio final de que la Ley de Transitoriedad, destinada a proclamar la República Catalana, vaya a aprobarse antes de que se celebre el propio referéndum de cuyo resultado depende, teóricamente, que se siga o no ese camino, demuestra ante qué tipo de gente estamos. Supone nada menos que anteponer el hecho constituyente al nacimiento del presunto sujeto constitucional.
En cuanto a los derechos democráticamente adquiridos por los ciudadanos, primero se dispara y luego se pregunta al moribundo si quiere ser enterrado por sus propios asesinos. Es lo que hizo Hitler con su Anschluss en 1938: primero se plantó por la fuerza en Viena, luego preguntó a los austríacos si estaban a favor de esa "unión voluntaria". Como él era ya quien contaba los votos, y había que rellenar la papeleta delante de los "observadores" de las SS, el "sí" ganó con más del 99%.
Esta vez lo "voluntario" sería la "desconexión", es decir, la secesión patrocinada, como juez y parte, por las autoridades autonómicas que, como todos los golpistas, tratan de dinamitar el Estado, ciñendo cinturones explosivos sobre el vientre de las instituciones cuyas funciones tienen encomendadas.
El escarmiento en la persona de Gregorio Morán y la avalancha de improperios y amenazas desatada por las autoridades -¡incluido el jefe de la policía que tendría que protegerle!- contra el director de El Periódico, indican lo que ocurriría con la libertad de expresión en esa República Catalana. Mentiras como la de Puigdemont, respecto del aviso de la inteligencia americana sobre "un ataque en La Rambla", se convertirían en inamovibles verdades oficiales y quienes se empeñaran en cuestionarlas serían convenientemente linchados.
El escarmiento en la persona de Gregorio Morán indica lo que ocurriría con la libertad de expresión en esa República Catalana
Alegan Rajoy y Soraya que no pueden ser los primeros en desenfundar, pues necesitan la autoridad moral del que actúa en legítima defensa, y nada cabe hacer por tanto hasta que las "leyes de desconexión" no sean aprobadas por el Govern o al menos tramitadas en el Parlament. Eso es así en el ámbito de la respuesta penal, que pasa por la suspensión de los actos jurídicos por el Tribunal Constitucional y la persecución por desobediencia de quien incumpla sus resoluciones. Pero los pasos reglados de la Justicia harían imposible neutralizar a tiempo a los golpistas, con esos únicos recursos.
Sólo la decisión política de recurrir a medios legales extraordinarios serviría ya para frustrar su propósito. Y tras haber dejado caducar irresponsablemente los plazos de aplicación del artículo 155, sólo la Ley de Seguridad Nacional ofrece al Gobierno un camino fulgurante y eficaz para hacer efectiva la anulación de la consulta. Se trataría de poner a todas las autoridades de Cataluña bajo la dependencia directa de la Delegación del Gobierno u otra autoridad especial y asumir así el control de los Mossos.
Es una vía que sin lugar a dudas tendría la respuesta de la movilización popular y probablemente desencadenaría una espiral de acción y represión, en la que no cabría descartar que se produjeran víctimas. Muchos están convencidos de que eso es lo que busca la CUP. Pero sería la única alternativa a la aceptación pasiva de la independencia unilateral de Cataluña que le quedaría al Estado. Especialmente si el TC, apurando la última flecha de su carcaj, suspendiera a Puigdemont y otro tomara el relevo en su empecinamiento.
Sólo la Ley de Seguridad Nacional ofrece al Gobierno un camino fulgurante y eficaz
El PSOE ya está dando a entender que no apoyaría al Gobierno en esa deriva, pues sería fruto de sus dejaciones durante años de parálisis política, y parece claro que Podemos se opondría frontalmente en pos de su oportunista ganancia de pescadores. Rajoy ni siquiera ha tratado de buscar complicidades entre los partidos constitucionalistas -el nivel de información de Sánchez y Rivera sobre sus planes es bajísimo-; pero confía en que la sensación de agravio por la falta de escrúpulos del separatismo, al tratar de arrollar la legalidad, decante la opinión pública a su favor.
Estaríamos así en la respuesta del Estado a algo equivalente al llamado Putsch de la Cervecería de 1923, cuando Hitler y sus compinches trataron de hacerse con el poder en Baviera mediante un levantamiento de la extrema derecha y fueron detenidos y encarcelados, tras dejar un saldo de catorce nazis y cuatro policías muertos.
Sólo las disensiones en el bando separatista o el canguelo final de quienes vean su carrera y patrimonio personal en riesgo podrían evitarnos esa encrucijada. Pero es evidente que, llegados a tal punto, siempre sería preferible -sobre todo para los austriacos, es decir para los catalanes no separatistas- que el Estado recurriera al legítimo uso de la fuerza frente al putsch de la Generalitat, que someterse a ella aceptando un "Anschluss" a la inversa.
Pero que nadie se autoengañe más. Tanto en el supuesto de que el drama se trasladara a unas nuevas elecciones catalanas, como en el de que el Estado tuviera que suspender total o parcialmente la autonomía, el paso del tiempo no sólo no arreglaría por sí mismo el problema sino que seguiría agravándolo. Esa es la gran lección que nos ha legado la Alemania que transitaba por el "valle oscuro" de aquella Europa de entreguerras. Y optando por el deshonor para evitar la guerra, siempre se acaba acumulando lo uno a lo otro. Sólo una reforma constitucional que haga compatible el reconocimiento de la identidad de Cataluña con la garantía reglada de la lealtad de sus instituciones al orden del que emanan, podrá salvarnos de la catástrofe.
#2351
Re: Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)
Yo creo que lo mejor es posicionarse SIEMPRE EN CONTRA DE RAJAO ....dado que este tipo siempre hará lo peor para ESPAÑA.
Quizás no fue casualidad que la vicepresidenta y jefa del CNI (tercer negociado implicado, junto al CNP y a la GC), se pasase toda la semana posterior al atentado trabajando en Barcelona. El resto de próceres, iban y venían, según requerimientos protocolarios. Soraya no volvió a MAdrid hasta el consejo de ministros. Algo muy importante la debió ocupar en BArcelona para no poder desplazarse.
Al final, hasta resultará que el pobre chaval de Vilafranca quizás era una especie de James Bond patrio, y que no estaba en el parquing de la zona universitaria "por casualidad".
(Por cierto, el Turull en Tele5, ha insinuado de manera muy directa que del tal Abdelbaki algo deberían explicar el CNP y la judicatura... Más que insinuado, ha insidiado, pero....)
la plus belle des ruses du Diable est de vous persuader qu'il n'existe pas!
Cualquier pronunciamiento al margen del marco legal no solo altera gravemente la convivencia sino que la invita a cometer un delito
MARIANO GOMÀ Presidente De Sociedad Civil Catalana - Actualizado: Guardado en:
España
En Cataluña llevamos mucho tiempo solo alimentándonos de la palabra referéndum, sin que nadie gobierne ni se preocupe de los verdaderos problemas de los ciudadanos, enterrados en el vertedero de los desperdicios sin que aparezcan los partidos secesionistas que nos gobiernan más que para confrontar y alentar una fractura social cuya reducción será larga y dolorosa.
Establecer que el pretendido referéndum no es más que una perversa trampa no es una novedad, puesto que no cabe más que analizar los resultados de las consultas habidas últimamente en países cercanos o lejanos para que a nuestra sociedad se le enciendan todas las alarmas. Y como prueba de ello se podrían desgranar un conjunto de conceptos que mantienen a la ciudadanía engañada en un imperdonable abuso de la buena fe:
Un referéndum no es un juego. Es del todo preocupante que los líderes secesionistas pretendan culminar una desconexión que pondrá en riesgo nuestra condición de ciudadanos españoles y de la Comunidad Europea con afección segura e inmediata a los más elementales derechos humanos, como son la seguridad económica, asistencia de salud, pensiones o propiedades justamente alcanzadas en la actualidad.
Este referéndum no es democrático. Cualquier pronunciamiento o manifestación que se produce al margen del marco legal establecido no solo altera gravemente la convivencia sino que la invita a cometer un delito. El engaño, la imposición y la voluntad secuestrada nada tienen que ver con los principios democráticos.
Un referéndum para romper la convivencia. Obligar además ilegalmente a que los catalanes manifiesten o un sí o un no representará un daño irreparable en nuestra relación cotidiana. Los posicionamientos excluyentes generan siempre división en los círculos de amistades, lugares de trabajo y en las familias. Ninguna sociedad merece pasar por ese trance.
Este tipo de consultas fomenta la demagogia como arma para captar votos
Un referéndum manipulado y engañoso. Se suele decir que los referéndums, como las armas, los carga el diablo porque al contrario de ofrecer un debate sosegado, alimentan la demagogia como herramienta en la captación de votos. Se vio con la secesión escocesa, el Brexit, Holanda, Hungría, Italia, Quebec o Colombia.
El referéndum como callejón sin salida. Como en todas las consultas y más en el caso de Cataluña, la interpretación de unos supuestos resultados plantea problemas de especial gravedad. ¿Si esa engañosa participación es exigua cómo se puede aceptar un resultado que no ha suscrito la gran mayoría de la población?
Un referéndum puramente estratégico. Para los separatistas conseguir que se vote no es, como creen los ingenuos o los cínicos, la solución al problema catalán, sino la forma de contaminar a la sociedad destruyendo la convivencia entre ciudadanos a la vez que se deterioran instituciones. Altísimo precio que pagará una vez más nuestra comunidad afectando, como no, a los derechos fundamentales de las personas.
No nos dejemos engañar, el referéndum es una trampa y en absoluto la solución.