El anuncio de un delito y su planificación en público con alevosía y publicidad debiera ser motivo suficiente para que las autoridades tratasen de impedirlo. No es el caso de España, donde un inaudito criterio de proporcionalidad por parte del Gobierno permite que Puigdemont y Junqueras conspiren contra el Estado sin contratiempos de calado. Es que no han firmado el decreto de convocatoria del referéndum, alegan. Es que lo de la fecha y la pregunta fue como un mitin. Es que es mejor esperar, es que dice Soraya que le ha dicho Oriol... En una cosa al menos tiene razón Puigdemont: en Moncloa y sus satélites no se enteran de nada.
Las contemplaciones con el delito suelen acabar fatal. Delito, sí. Y ahí es donde entra ese filósofo del balón, esa eminencia del 3-4-3, ese perseguido por el Estado, represaliado y exiliado que es Guardiola a aclarar al personal indocumentado que votar no es ningún delito, que las urnas separatistas molan y que España es un reino bananero infecto cuyos fiscales se han inventado el tres por ciento para sofocar al pueblo catalán, que es uno y soberano.
Hay que recordar que cuando los separatistas dicen estar legitimados para convocar un referéndum de autodeterminación se refieren a que disponen de 72 diputados a favor de la ruptura de un total de 135. Para cambiar el Estatut según las leyes que sí dicen respetar los soberanistas se necesita el acuerdo de 90 diputados. Dinamitar la convivencia les sale por 18 escaños menos. Más barato que en Andorra.
En cuanto a la mayoría parlamentaria que ostentan, cabe insistir en que esos 72 diputados son fruto de las papeletas del 47,5% de los votantes en las últimas autonómicas, de septiembre del 2015, una minoría con más peso que la mayoría en virtud de una ley electoral del Estado que no han cambiado en todos estos años de opresión española porque les va de lujo que valga más el voto emitido en una pintoresca pedanía de Gerona que en el cinturón industrial de Barcelona.
No hay una mayoría social que sustente que Puigdemont, Guardiola, Mas, Forcadell, Romeva y la tieta puedan hablar en nombre de todo el pueblo de Cataluña como hacen todo el rato, a todas horas y todos los días sin que el Gobierno acierte a responder algo más elaborado, consistente y concreto que eso de que el referéndum no se va a celebrar. Palabra de Mariano.
Dado que quien manda en Cataluña son los partidos nacionalistas y el Gobierno no pinta nada, los empresarios del Foment, la patronal regional, piden a Rajoy que por favor negocie, que haga algo, que esto se va a pique y que los "soberanistas" van en serio, que lo de Guardiola ha sido muy fuerte y que a Puigdemont le da lo mismo que lo mismo le da. Un espectáculo, máxima inquietud en el Círculo del Liceo.
La última consigna del proceso es que "no hay cárceles españolas para tantos demócratas catalanes". ¿Hay que aguantar semejante estupidez? ¿Dónde habla el
artículo 155 de la Constitución de prisiones? Los separatistas pasan de la Carta Magna, pero el Gobierno más. Incompetencia, cobardía y de postre traición. ¿Es culpa de Guardiola? Mantiene Rajoy que Cataluña no se separará de España mientras él sea presidente. Olvida que no será eterno en el cargo y obvia que gracias a su pachorra la ruptura está cada vez más cerca.