En realidad, no es cierto lo de que se niegue el tratamiento a personas mayores por su edad. Como ya dije, el 80 % del gasto sanitario público se hace en los dos últimos años de vida de las personas. Si se niega una cirugía a un paciente de 90 años, es porque lo más probable es que no salga vivo de esa cirugía por la propia fragilidad asociada a la edad. Si tiene 70 años, es mucho más probable que esa cirugía le beneficie más de lo que le perjudique. En medicina siempre hay que considerar la relación beneficio/ riesgo, no puedes matar moscas a cañonazos. Un trasplante de un riñón, por ejemplo, a nadie se le niega por edad. El problema es que el trasplante supone una cirugía importante en un paciente ya muy enfermo, y además luego viene la inmunosupresión que añade más riesgos; si a todo eso añades una edad muy avanzada y varias enfermedades más asociadas a la edad, lo normal es que el trasplante añada más daño que otra cosa y el paciente acabe muriendo antes que si no hubiera sido trasplantado. Por cierto, somos la primera potencia mundial en trasplantes, seguro que lo sabías, y sin los graves casos de corrupción asociada a los trasplantes que se han visto en otros países, como por ejemplo Alemania. Con respecto al tema hábitos de vida, tampoco creas que es la panacea, tener buenos hábitos de vida sólo sirve para retrasar la enfermedad, que al final siempre viene, todos nos morimos de enfermedades, la "muerte natural" no existe. Una persona con malos hábitos, fumadora por ejemplo, puede darle un infarto a los 65 años y finalmente morir después de diversas complicaciones y tras generar un gasto sanitario importante. Si no hubiera fumado, le hubiera dado el mismo infarto a los 90 años, habiendo generado mayor gasto sanitario, ya que al infarto añades la fragilidad de la edad que todo lo complica (ingresos hospitalarios mucho más prolongados), y además hubiera cobrado 25 años de pensión que el fumador ha ahorrado al Estado. Al final, mucho más gasto entre sanidad y pensión. Y el lento declinar de las personas muy mayores al final acaba generando un enorme coste en términos de dependencia, lo que antes no sucedía porque la gente moría pronto y rápido, sin darle tiempo a entrar en dependencia. Las cosas son más complejas de lo que parecen a priori. Lo ideal sería que el gasto sanitario se hiciera de acuerdo a las necesidades de salud de cada persona, y no de acuerdo a lo abultado de su cuenta corriente. Y luego, el que quiera tener habitación individual con cama de acompañante y menú de elección en el hospital privado que parece un hotel de cinco estrellas, que se lo pague. Pero todos deberían tener acceso al mismo tratamiento médico, de acuerdo a consideraciones sólo de salud.Con respecto a lo del riesgo moral, los que trabajamos en sanidad sabemos que la medicina en la mayor parte de los casos curar, lo que se dice curar, cura entre poco y nada (en el mejor de los casos, alivia los síntomas o prolonga un poco la vida, a menudo ni eso), con lo que la motivación para cuidarse es la propia salud y calidad de vida. De nada te sirve que te traten las enfermedades derivadas del tabaco: la realidad es que los fumadores mueren en torno a la edad de jubilación, y los no fumadores, a poco que se cuiden y si no tienen mucha mala suerte, vivirán hasta mas de los 80.Algo que poca gente sabe es que el sistema sanitario influye muy poco en la esperanza de vida de un país. Lo que sí influye, y mucho, son las medidas de salud pública: cadena de frío alimentaria, agua potable, evacuación de aguas residuales, alimentación suficiente, prevención de riesgos laborales, viviendas seguras e higiénicas, contaminación ambiental reducida... En concreto, son dos las medidas que más contribuyeron a elevar la esperanza de vida en los países ricos en el siglo pasado, y lo siguen haciendo hoy día en los países pobres: alimentos no contaminados, gracias a la cadena de frío, y agua potable. Sin eso, el mero hecho de comer o beber te puede suponer la muerte por gastroenteritis y deshidratación.