Cuando el desconocimiento es palpable, mayor suele ser la temeridad con la que muchos, a discutir, se atreven. No estar abierto a una mayor comprensión o entendimiento y afianzarse en una postura inamovible, que, ya está tomada, es un signo inconfundible de necedad y empecinamiento.
De igual modo, pretender desprestigiar un trabajo, realizado, por una persona formada y competente, con gran experiencia o conocimiento, sobre el funcionamiento de la empresa privada, es, como poco, una actitud indecente. Comparar a Madoff con Afinsa, es otra clara muestra de todo ello. Es obvio, que, Madoff lo que vendía eran productos financieros de alto riesgo, fuertemente apalancados y en su mayoría muy opacos. Es decir, aquí sí que se vendía humo burbujeante y se propiciaba la posibilidad de existir una estructura piramidal, típica.
Afinsa, en cambio, lo único que comercializaba eran sellos. Esto es, un bien físico o tangible, a través de operaciones mercantiles de compra-venta, ortodoxas. Esos sellos existen y estarán siempre presentes, para que puedan ser analizados y examinados, por expertos, tantas veces como se quiera. Sucede, además, que están todos catalogados, lo cual significa, que, su valoración está referenciada a catálogos. Esto mismo es lo fundamental y lo que legalmente procede, en todas las Compañías que operan en este sector.
Siendo esto así, no queda más remedio que preguntarse, ¿en qué se queda, entonces, este caso y a dónde se ha llegado con todo esto? El Juez Pedraz, en su momento, ya le dio al Fiscal Luzón la debida respuesta: "No hay nada, busca algo. No tenemos nada".