. De perder competitividad a albergar una instalación pionera en la Península Ibérica. En menos de dos décadas, el complejo de Repsol en Cartagena se ha convertido en una muestra de la transformación industrial de España, un giro de 360 grados que culmina ahora con su proyecto estrella.
A las puertas de su 75 aniversario, se adentra en una nueva etapa tras la puesta en marcha de la primera planta dedicada en exclusiva a la producción a gran escala de combustibles 100 % renovables en suelo ibérico, lo que supone un hito no sin desafíos para la compañía, que confía en que el 'informe Draghi' impulse a estos productos.
El punto de inflexión para el recinto fue la inversión de 3.200 millones de euros aprobada en 2007. Años más tarde, Cartagena es noticia gracias a los combustibles renovables, fabricados a partir de residuos orgánicos como aceites de cocina usados, restos de poda o de la industria agroalimentaria, que se presentan como alternativa complementaria a la electrificación de la movilidad.
Lo hace en un momento convulso para Europa, inmersa en su transición hacia una economía descarbonizada y en el debate acerca de qué tecnologías son las más apropiadas para conseguirlo.
El último en abordar esta coyuntura ha sido el ex primer ministro italiano y expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, que en su diagnóstico sobre la competitividad europea, dentro del apartado sobre el automóvil, admite que el vehículo eléctrico es la tecnología dominante.
Sin embargo, dedica un apartado al "potencial de los combustibles alternativos", como el biodiésel y los e-fuels, para la descarbonización de grandes flotas y de los vehículos de combustión en circulación.
En 2021, casi el 93 % de la energía empleada en el transporte por ferrocarril y carretera en la Unión Europea procedía de combustibles fósiles, según un informe del Tribunal de Cuentas europeo, que advertía de la "falta de claridad" en la ruta que ha venido siguiendo la región en relación con los biocarburantes.
De acuerdo con un estudio internacional del 'Future Power Systems Group' de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), el uso de biocombustibles podría reducir en un 90 % la emisión de humo negro de los coches.
SAF como revulsivo
La postura de Draghi ha sido bien acogida por Repsol, que ha invertido 250 millones de euros en su innovadora planta de Cartagena. Con una superficie total de 46.000 metros cuadrados, tiene una capacidad de producción de 250.000 toneladas al año, y puede elaborar diésel renovable.
También combustibles de aviación (SAF), cuya demanda está abocada a dispararse con la entrada en vigor en 2025 de la normativa comunitaria ReFuelEU Aviation, que exigirá suministrar, como mínimo, un 2 % de combustible ecológico, porcentaje que irá aumentando hasta el 70 % para 2050.
Por lo pronto, este ejercicio ya "hay buenas ventas en SAF" porque las aerolíneas se están adelantando al compromiso, dice la directora de combustibles renovables de Repsol, Berta Cabello. De hecho, el pasado julio, la energética y el grupo IAG acordaron la mayor compra de SAF en España.