Re: SORPResa
Hola, soy nuevo en esta comunidad. Me está gustando el relato, es entretenido y engancha. Gracias por escribirlo.
Hola, soy nuevo en esta comunidad. Me está gustando el relato, es entretenido y engancha. Gracias por escribirlo.
(páginas 47-48)
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David golpeaba un saco de boxeo mientras de fondo sonaba Ghost, del rapero Tupac.
A continuación cogió una de las mazas y empezó a golpear un neumático de tractor. Primero con una mano, a continuación con la otra, finalizando casi sin aliento golpeando la maza con ambas manos.
Esperó a que su corazón se calmara y aprovechó para beber agua mientras con una toalla se secaba el sudor que caía por su frente.
Salió a un pasillo de diez metros de ancho y 500 metros de longitud que atravesaba todo el gimnasio.
Se colocó una cota de malla de diez kilos de peso y se puso a recorrer el pasillo, acompañado por Changes de Tupac.
Cuando completó cuatro vueltas se colocó encima una segunda cota de malla y a correr otra vez. Dos kilómetros después, dejó las mallas en su sitio y se dirigió hacia los vestuarios.
A ambos lados del pasillo utilizado para correr, estaban las diferentes salas con las que contaba el gimnasio. Todas las salas estaban acristaladas con lo que se podía ver lo que hacían diferentes grupos de personas.
Al pasar frente a la sala de musculación vió a Lazaro un tipo cubano que tenía el record del gimnasio en el ejercicio de press de banca.
Se disponía a levantar 230 kilos, su record anterior estaba en 225.
A su alrededor un montón de amantes de los hierros le jaleaban, a cada lado un tio por si necesitaba ayuda, y detrás otro más.
La primera repetición como si nada, pero al intentar levantar la barra de nuevo:
-No puedo tios, no puedo…ay,ay,ay
-Vamos Lazaro sin ayuda, venga que vas tu sólo, venga que puedes hacer la segunda, vamos que tu puedes.
-¡No pain Lazaro!,¡No pain! Le gritaba un sudamericano que había vivido una temporada en Estados Unidos.
Lazaro elevó entre gurñidos la barra unos centímetros, y ahí se quedo atascado, los tres ayudantes se dieron cuenta de que no podía más y le ayudaron a levantar la barra para dejarla en el soporte.
David no era de los que más destacaban en press de banca (su máximo estaba en 115 kilos), pero en pierna y en bíceps era uno de los que más movía.
Un poco más allá estaba la piscina.
Al entrar en los vestuarios uno de los monitores salía de la ducha comentando con otros:
-…….me parece muy mal esta gente que castra a sus perros. Si yo tuviera un perro nunca lo castraría, lo llevaría al parque y le animaría, ¡Follate a esa!, ¡follate a esa otra!.
Los que le estaban escuchando se echaron a reir.
-Porque en este mundo- continuó el monitor en plan coñero – estamos para algo. Tenemos una misión, reproducirnos.
(¿Continuará?...pues SI)
(páginas 48-49-50)
5
David no realizó ningún movimiento durante todo un mes.
Se puso a buscar en la red información financiera. Encontró desde artículos en los que se explicaba la importancia del control de las emociones en el trading, hasta foros, en los que se exponían todo tipo de teorías para ganar dinero en el mercado. También existía una posibilidad muy interesante, algunas páginas permitían que te descargaras sistemas automáticos, programados por los propios usuarios y que se proporcionaban de forma gratuita.
En alguna parte leyó una frase que a David se le quedó grabada.
“Antes de operar, debes siempre simular”.
¡Qué razón tenía!.
Para tener cierta garantía de éxito precisaba disponer de una estadística detrás. No podía operar a lo loco, necesitaba tener una base sólida. Algo que avalara el funcionamiento de la estrategia que se decidiera a aplicar. Hasta entonces operaba de la forma menos inteligente, aprendiendo sobre la marcha y de sus propios errores, en vez de aprender de los errores de los demás, que era mucho más barato. No era de extrañar que se hubiera llevado tantos palos.
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A media tarde los brokers desconectaban Bloomberg y se pasaban a Expansión TV, que a esas horas emitía un programa, en el que los analistas más famosos exponían sus puntos de vista sobre la situación del mercado, contestando a las preguntas de los oyentes.
A David en aquella época, cuando todavía no sabía nada, le fascinaban.
Los que más salían eran Antonio Sáez del Castillo, José Luis Cava y Carlos Doblado.
Aparte de sus apariciones televisivas, todos ellos daban cursos para aprender a ganar dinero en bolsa. Los precios de dichos cursos fluctuaban entre los 1000 más I.V.A. que cobraba Sáez del Castillo y los 100 que exigía Carlos Doblado.
Sáez del Castillo y José Luis Cava completaban sus ingresos con la venta de sus propios libros a precio de oro.
Con el paso del tiempo, empezó a preguntarse, como siendo unos “profesionales de la bolsa”, no se dedicaban a crear un fondo de inversión y a demostrar su valía. En vez de eso salían en un programa de televisión contestando a las preguntas de los oyentes, con el objeto de promocionar sus cursos y sus libros. Simplemente eran vendedores de libros y cursos.
Por aquel entonces David era tan imbecil, que pagó 80 euros por uno de los libros escritos por Sáez del Castillo. Se sintió defraudado al comprobar que el contenido del libro era todo paja. Tan sólo las últimas páginas hablaban algo sobre análisis técnico, (teoría de los impulsos y directrices), pero pasaba tan de puntillas por el tema que no aclaraba nada. Increíble.
Cuando lo terminó su visión sobre los “analistas” cambió por completo.
A pesar de ello continuó escuchando los comentarios de uno de ellos, José Luis Cava, simplemente porque le resultaba gracioso. Era un vendedor como todos, pero existía una diferencia, al menos era sincero, no iba de sabio como los demás. En sus apariciones televisivas, repetía varias veces:
-A mi no me hagan caso señores, porque me puedo equivocar. Yo opino en base a mi sistema de especulación. Ustedes tienen que operar con su propio sistema, y es entonces cuando tendrán alguna oportunidad de ganar dinero en los mercados.
Una vez, David estuvo a punto de morir de un ataque de risa, al escuchar a José Luis Cava decir, todo serio:
-En la feria de Bolsalia de este año, vamos a enseñar cual es el indicador que usa George Soros.
Si hombre si, seguro que tú lo sabes, ¡joder, que tíos estos analistas!.
Siempre que empezaba el programa, los brokers subían el volumen. Las palabras de los analistas se elevaban por encima de las charlas y el ruido de los teléfonos, como si fuera la voz de Dios.
La mayoría de los bolsistas apreciaban mucho las opiniones de aquellos “profesionales”. El más valorado era Antonio Sáez del Castillo.
Julio le explicó un día el motivo por el cual la gente apreciaba tanto los comentarios de ese señor. En el 2000, cuando Terra y otros muchos valores estaban en la estratosfera y empezaban a ceder un poco, era el único que pronosticaba el hundimiento de Terra.
-Desde aquel momento, cada vez que salía insistiendo en lo mismo, todos nos reíamos de él. Pensando que aquel viejo no tenía ni puta idea de lo que estaba hablando. Pero acertó y desde entonces todo el mundo lo escucha con respeto.
-¿Te acuerdas Julio?. Entonces había analistas que decían burradas del tipo, Terra vale 300 euros. Todos opinaban igual, la única voz discordante era la de Sáez del Castillo.- intervino Ignacio, un tipo que vivía de las rentas que le proporcionaban unos cuatrocientos apartamentos que tenía alquilados en la costa. Una de sus posesiones más preciadas era un pequeño yate.
-Aquello fue una locura David, tenías que haber estado aquí para verlo.-finalizó Julio
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“Apremiado por encontrar el lugar y la fórmula…”
Arthur Rimbaud
“Dinero, dinero. Miente por él, espía por él, mata por él, muere por él.”
Michael Jackson en la canción Money
“Al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene…”
Esta frase está en la biblia, pero no recuerdo exactamente donde
“Su audacia le obliga a ir más lejos. Hay que probar. Es peligroso, pero hay posibilidades, el monstruo ya no se mueve. A pesar del peligro, a pesar del miedo.
Se atreve a hacer lo que sus antepasados nunca habían hecho. Todos los días se hace preguntas, tiene una mente cada vez más despierta….”
Documental L’Odyssée de L’espéce en la televisión Francesa
6 lunes 13 de Enero del 2003
Llevaba varias jornadas subiendo sin parar. Amaneció en 6470, una subida de 34 puntos, y al poco rato alcanzó los 6500.
David continuaba sin operar. Estaba sentado en su sitio favorito, cerca del gran ventanal con vistas a la calle XXXX. La silla disponía de una tabla, que al desplegarla cumplía con la función de mesa. En ella descansaban unos cuantos folios. El resto se encontraban desparramados en la silla de al lado.
(continuará....)
(páginas 51-52)
En el exterior, la temperatura glacial de doce grados bajo cero obligaba a los transeúntes a ir tan abrigados como en Alaska.
Estaba sumando, dividiendo y restando con la calculadora, tratando de encontrar algo. Era curioso como alguno de los sencillos sistemas hechos a mano parecían funcionar muy bien durante uno o dos meses y el resto del tiempo eran un completo desastre.
Tras contemplar los primeros movimientos, Ignacio dijo:
-Creo que hemos visto el máximo, máximisimo. Véndeme uno ahí, en 6510
-¿Y que stop le das?- inquirió Ricardo
-Le aguanto hasta 6550. He hablado con Roberto hoy por la mañana. Es ese que hizo un curso de bolsa en Madrid. Me dijo que por impulsos le parecía que ya estábamos en la cresta del segundo y que deberíamos de corregir.
-¿Con quien opera Roberto?
-Con un banco
-Dile que se pase por aquí para ver esto
-El tenía pensado venir hoy, pero le surgió un viaje a no se donde por motivos de trabajo, es inspector de Sanidad. Si viene seguro que se hace cliente de Ahorro 40, porque tuvo algunos problemillas con el banco y no está nada satisfecho con el servicio que le prestan.
Alfonso, el otro broker, contestaba por teléfono:
-No, C. vendió su participación en Ahorro 40. Ya no trabaja aquí. Si quiere ponerse en contacto con él puedo proporcionarle un número de teléfono.¿Tiene papel a mano?, entonces tome nota…
David estaba enfrascado en sus análisis. Era más agradable realizarlos en aquel ambiente que en casa.
Llegó Lorenzo saludando a todo el mundo. Al pasar junto a David le dio una palmada amistosa en la espalda y le preguntó:
-Qué, ¿cómo van las cuentas?
-Bien- contestó David mientras apuntaba unos números con el bolígrafo
-¡Hombre!, Luky Lorenzo, cuanto tiempo hace que no te veía. ¿cómo te va?, ¿cómo ves esto?, ¿estás con algún acción? – interrogó Ignacio
-De momento parece que quieren continuar subiendo. Ahí atrás compre un buen paquetón de Telefónicas a una media de nueve euros, a lo mejor hoy compro más. Haber que pasa. ¡Ricardo!, dale un repaso al ticket de Telefónica, quiero ver quienes compraron a primera hora. Ahorro Corporación, Indosuez y Caja Madrid. Bueno, no está mal.
Lorenzo se sentó frente al ticket, contemplando atentamente como transcurría la sesión y el papel que desempeñaban en ella las distintas casas de valores.
-Pues yo creo que hemos visto máximos para mucho tiempo.- opinó Ignacio, tratando de iniciar una conversación.
El Ibex estaba en 6505 y Telefónica en 10,01.
David recordó entonces un articulo que había leído, en el Cinco días o en el Expansión, (no lo recordaba), en el que se decía que según los estudios de dos norteamericanos, si en la primera semana del mes de enero de un año impar, cerraba en positivo, existían un ochenta o noventa y pico por ciento de posibilidades de que el año cerrara en positivo.
Un rato después apareció G., un señor de pelo blanco que había sido director de banco y ahora estaba jubilado. Era propietario de una cartera de acciones de la edad de piedra, que le generaban unos dividendos de 50000 euros anuales.
-Estos tipos de los bancos son todos unos sinvergüenzas.- empezó a decir sin dirigirse a nadie en particular mientras se sentaba en una de las sillas –El otro día llamaron a mi casa preguntando por mi hijo pequeño que todavía vive conmigo, querían que se pasara por la oficina para venderle un fondo de inversión muy bueno, un producto de esos raros que no lo entiende ni Dios. Divisas, acciones, materias primas…de todo un poco. Me canse de escucharle, le dije que no volviera a llamar a mi casa, a mi hijo lo asesoro yo, que se muy bien las porquerías que venden los Bancos.
-¿Y porqué habrán subido tanto las acciones desde principios de año?- preguntó Cristóbal cambiando de tema.
-Porque hay cuento, y al haber cuento, suben los valores.- aclaró Lorenzo.
A los pocos minutos, apareció Manuel acompañado de su hija de cinco años.
Se sentó en una silla y se quedó mirando como se movían las acciones que mantenía en cartera a largo plazo.
La niña se aburría de estar sentada y se puso a dar vueltas por la sala. Al cabo de un rato, solicitó a su padre que la llevara al parque de XXXX, que estaba a cinco minutos de distancia.
-Espera un poco- le dijo él, sin apartar la vista de la pantalla.
Poco después ella insistió de nuevo, y él le respondió de la misma manera.
-Eso ya me lo has dicho antes. Anda, porfa, llevame al parque.... – como el padre no le prestaba atención, volvió la vista hacia las pantallas, y a los pocos segundos, sonriendo y con los ojos muy abiertos soltó - ¿Pero qué ves ahí, papa?, ¡si son sólo números!.
**************** (Continuará...)
(páginas 53-54-55)
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En la calle se encontró con un antiguo compañero de colegio al que hacía bastante tiempo que no veía, charlo cinco minutos con él y después se despidieron.
El colegio…… peleas cada dos por tres, intercaladas con clases aburridísimas, en las que sólo se premiaba a los que eran capaces de memorizar cosas aburridas.
David en la actualidad medía un metro ochenta. Pesaba noventa y cuatro kilos con sólo un 9% de grasa temporal, tras una década sin perderse un entrenamiento y sin apenas probar comida basura, y eliminando o reduciendo a la mínima expresión pan, pasta o alimentos dulces, como bollería y demás.
Su dieta incluía un montón de verdura y fruta, carnes blancas,nueces, avellanas, 500 mg de vitamina C diariamente, vitaminas del grupo B, magnesio, dos cucharadas soperas de aceite de hígado de bacalao, 20 gramos de alga wakame a la semana, y curiosidades como media cucharadita de canela diaria y 4 ajos crudos (cortados en trocitos y tragándolos como si fueran pastillas para evitar dar el cante con el olor), también hacía un ayuno de entre 24 y 48 horas una vez a la semana o una vez cada dos semanas.
Lo del ayuno lo había descubierto leyendo un libro. Para hacerlo bien había que beber líquidos en abundancia. Agua o zumos de 4 limones (con pajita para no dañar el esmalte de los dientes).
El cuerpo humano estaba diseñado para permanecer privado de alimento de vez en cuando.
Durante el ayuno David se encontraba perfectamente. Al finalizar el ayuno hacía una comida normal y a las dos horas ya estaba en el Gim.
El ayuno dejaba descansar varios órganos y el cuerpo aprovechaba ese periodo de tiempo para depurarse y regenerarse.
Además al volver a comer la absorción de nutrientes se incrementaba, y como David estaba comprobando por su propia experiencia te hacía más fuerte en todos los sentidos.
Igual que introducirte en bañeras cubiertas de hielo. Parecía algo terrible, pero cuando salías de allí te notabas más fuerte y más vivo que nunca, además era bueno para los músculos.
No era de los más enormes del gimnasio, pero si era uno de los que se mantenían más definidos durante todo el año, además el tamaño que tenía lo había conseguido sin necesidad de recurrir a anabolizantes ni porquerías de esas.
Cuando al resto de tios grandes el consumo de esas sustancias les pasara factura, David continuaría entrenando y mejorando. Lento, pero seguro.
Cuando era pequeño medía un palmo menos que sus compañeros, primero porque era el más joven de la clase, segundo porque era de esos chicos que tenían una altura medía por debajo de lo normal hasta que a los 17 años daban un estirón brutal tanto a lo largo como a lo ancho.
Tal vez por eso llegaron las primeras peleas. Como era pequeñajo parecía una presa fácil para los chavales más grandes. Además tenía un defecto que llamaba la atención, su ojo derecho era un color azul muy claro, mientras que su ojo izquierdo de un color verde hierba. Durante años pensó que estaba mal hecho, los demás tenían el mismo color en ambos ojos. Cuando empezó a salir con chicas lo que el pensaba que era un fallo se convirtió en algo atractivo y único que le facilitaba el ligoteo.
Con los primeros enfrentamientos descubrió que le gustaba luchar, además se le daba bastante bien. Al principio atraía las peleas como si fuera un imán, después a medida que su fama crecía las tenía que buscar. Al final nadie del colegio quería pelear contra el.
Las dos mejores cosas del colegio eran las clases de informática y la biblioteca.
En realidad su educación provenía de los libros de todo tipo que caían en sus manos.
Una vez encontró un libro de karate con ilustraciones que representaban diversas llaves y trucos para derribar a los adversarios. Uno de esos trucos consistía en agarrar al contrario de la ropa y después utilizando tu peso y el del otro, dejarse caer hacia atrás. Justo cuando ambos caían al suelo tu elevabas la pierna derecha e impulsabas a tu rival que invariablemente salía volando y se estrellaba un poco más allá.
La primero vez que puso ese truco en marcha fue con un chaval gordo que no dejaba de tocarle las narices y con el que hasta entonces siempre había perdido.
Ese día el truco funcionó a la perfección y cuando el gordo pensaba que caía encima de él, David levantó su pierna derecha e impulso al otro con todas sus fuerzas.
El gordo se llevó la sorpresa de su vida, planeó durante unos segundos en una dirección inesperada y se dio de cabeza contra el pavimento de la cancha de baloncesto.
David se incorporó rápidamente y ejecuto la segunda parte de su plan. Se sentó a horcajadas encima del gordo y le cosió a puñetazos hasta que se quedo sin aliento.
Los chavales que hacían corrillo alrededor decían cosas como <> << mira como lo ha dejado>>.
El gordo sangraba y lloriqueaba. En ese momento apareció el director que le agarró del brazo y se lo llevó a su despacho. Una vez allí llamada a papá y mamá, bronca y a la cama sin postre.
David descubrió otra cosa, por muy grande que fuera tu enemigo si conseguías derribarlo, una vez tumbado la cosa se igualaba bastante.
Por eso en las siguientes peleas cuando no podía recurrir al truco número uno, recurría al número dos. Se mantenía alejado del otro hasta que de repente, zigzagueando como una serpiente se abalanzaba sobre sus piernas de forma que el enemigo caía al suelo sin esperarlo, con los daños colaterales que llevaba aparejado. A continuación lo de siempre. Colocarse encima y empezar a lanzar bombas nucleares.
Durante una temporada se peleaba tanto que llegaba a casa lleno de magulladuras, arañazos, algún que otro mordisco y los nudillos despellejados. Pero eso sí, procuraba hacer mucho más daño del que recibía.
La única asignatura en la que destacaba era Matemáticas, nunca bajaba del notable, en las demás o aprobaba por los pelos o suspendía.
Las matemáticas le gustaban de manera innata por el orden que representaban frente al caos que le rodeaba. Caos en el colegio, caos en casa.
Cosas como el algoritmo de Collatz o los cuadrados mágicos le resultaban fascinantes.
Cuando a los ocho años empezó a interesarse por el periódico que su padre dejaba abandonado en el sofá descubrió que el mundo era igual que todo lo que conocía, caos y más caos haciendo masa con sucesos increíbles y asuntos misteriosos. Un mundo en el que si no estabas atento podías caer en una trampa como nada. Todo el mundo atacando estafando y engañando . Una lucha de todos contra todos para incrementar el poder y la riqueza. Países que de cara a la galería eran muy amigos y que en realidad sólo velaban por sus propios intereses.
(Continuará....)
(páginas 56-57)
La vida es lucha, y esa lucha es algo emocionante. Porque la lucha está relacionada con la supervivencia.
Y para sobrevivir valía cualquier cosa, (aunque en ciertas épocas se dejara en el olvido), desde el canibalismo hasta el robo, pasando por el secuestro y el asesinato.
Richard dawkins en su libro el Gen egoísta decía algo así como que los humanos eran lerdos robots manipulados por sus genes. Genes que vivían cómodamente en el interior del cuerpo y cuyo único fin era lograr que el robot sobreviviera y se reprodujera ( o al menos que lo intentara con cierta frecuencia).
La historia demostraba que en todas las épocas las personas más desconfiadas tenían mejores probabilidades de supervivencia, así que tenías que reforzar la desconfianza que habitaba en tu interior. Si te esforzabas en ser paranoico al final ese rasgo formaba parte de ti. Y ser paranoico te evitaba caer en muchas trampas, a David le interesaba sobre todo evitar caer en trampas financieras .
Descubrió leyendo libros de historia, que el bien y el mal eran sólo palabras. Cosas que hoy en día eran legales hace cien años serían ilegales y viceversa.
Las personas eran un caja de sorpresas, especialmente en determinados ambientes y con dinero de por medio.
La mayoría de la gente obedecía las leyes sólo si percibían que podían ser descubiertos y fuertemente penalizados por ello.
El ochenta por cien de las personas eran generosas en situación de abundancia, pero coloca a esas mismas personas en una situación que haga peligrar su supervivencia y cambiarían por completo.
El libro, el sitio de Stalingrado (actualmente San Petersburgo) de Michael Jones era uno de esos libros que enseñaba lo que pasaba cuando los seres humanos estaban contra las cuerdas.
Imagínate que una tropa de enemigos Alemanes ha sitiado tu ciudad, Imagínate el invierno ruso, Imagínate que la comida se agota y que todos los que antes eran alegres conciudadanos tienen miradas de lobo. ¿Lucharías por tu vida haciendo lo que fuera necesario, o te dejarías morir?.
Al principio desaparecieron perros y gatos, a continuación la mayoría de los niños. Grupos de personas desesperadas se abalanzaban sobre los traseuntes solitarios que cruzaban las calles cubiertas de nieve.
El dinero perdió todo su valor.
Las autoridades de la ciudad detuvieron a unas 1500 personas por acaparar alimentos, entre todos disponían de unas reservas de doscientas toneladas.
Al principio se asesinaba para robar comida y cartillas de racionamiento. Después se asesinaba para alimentarse del cadáver.
Los que tenían un fuerte sentido de supervivencia se dieron cuenta enseguida de que había llegado el momento de comportarse como un animal, y competían con los demás en un juego nuevo, en el que tenías que ser mentalmente fuerte, y lo suficientemente astuto como parta obtener comida por cualquier medio. Y por encima de todo no fiarte ni de Jesucristo.
Todo eso se lleva en la sangre, y es la herencia de unos antepasados que tuvieron que hacer lo que fuera necesario para sobrevivir.
Este fragmento (del libro El sitio de Leningrado del autor Michael Jones) ilustra la situación muy bien:
“Aquel invierno la muerte nos miró directamente a los ojos- dijo Berggolts a sus conciudadanos – y nos miró mucho tiempo, sin pestañear. Quería hipnotizarnos, como hace una boa constrictor con su víctima, arrebatándole la voluntad y sometiéndola . Pero quienes nos enviaron tanta muerte cometieron un error de cálculo. Subestimaron nuestra VORAZ HAMBRE DE VIVIR”.
Para que esto cambie los estados deberían de esterilizar a todas las personas condenadas a pasar un tiempo en la cárcel. Repitiendo el proceso durante miles o decenas de miles de años quedaría una población formada por individuos mansos fáciles de dominar.
Pero como esto no va a suceder, los humanos seguirían revelando su autentica naturaleza cuando se encontraran en situaciones límites, y ese era un dato importante que David tenía almacenado en su cerebro y que llegado el caso podrían suponerle una importante ventaja frente a sus competidores.
La filosofía de David se basaba en que el fin último de todos los organismos era luchar y vencer. Luchar usando todo lo que tenemos a nuestro alcance. Hacer lo que haya que hacer utilizando todo lo que se pueda, ya sea legal o ilegal, moral o inmoral. Enfrentarse a todos los problemas que se presenten, sean del calibre que sea, hasta resolverlos sea como sea.
Mirar hacia atrás y decir: ¡Lo conseguí, ja,ja!.
También se dió cuenta que desde finales de los ochenta el sistema, combinado con las nuevas tecnologías premiaban más que nunca a unos pocos y castigaban más que nunca a una mayoría. Esa era la tendencia, y como David terminaría por averiguar, nunca, nunca, nunca podías ponerte en contra de la tendencia, o lo pagarías muy caro.
O te pones a favor, o la ignoras.
(Continuará....)
(páginas 58-59)
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Cuando llegó al instituto halló una forma de complementar su paga vendiendo botellas de licor robado a todos los que organizaban fiestas.
Al principio en los supermercados, y después a medida que la demanda fue creciendo en varios almacenes de la ciudad hasta los que se desplazaba en el coche de alguno de sus compinches, personas que le llevaban cuatro o cinco años.
Se gastaba el dinero en videojuegos y material informático, lo que le sobraba lo escondía en una botella de plástico que tenía enterrada en el jardín.
Por aquel entonces la informática estaba en la edad de Piedra. Incluso intentó falsificar billetes de 5000 pesetas. Nunca le cogieron, pero tras varios sustos importantes, sin consecuencias gracias a la pura suerte, y al enterarse de que a varios de sus colaboradores les habían caído unos años en la cárcel, lo dejó todo de golpe.
Aquello fue un acercamiento a la delincuencia que por suerte no fue a más y se quedó sólo en algo anecdótico.
QUINTA PARTE
“La bolsa es un juego que consiste en ir pasando de unos a otros una cerilla, hasta que llegan varias personas que se queman los dedos”
John f. Kennedy
“Lo que no me destruye me fortalece.”
Nietzsche
“Es ridículo llamar a esto industria. No lo es. Esto es la ley de la selva. Les mataré y lo haré antes de que me maten ellos. Estamos hablando del modo de vida americano, de la supervivencia de los más fuertes.”
Ray Kroc (en los setenta compró Mc Donalds y lo que era un pequeño negocio se transformó en una multinacional)
“Los españoles justificaron su crueldad en la conquista de América alegando su sagrado derecho a la supervivencia y a los beneficios.”
Leido en alguna parte hace mucho tiempo, no recuerdo donde.
El miércoles 15 de enero del 2003, abrió en 6620, con un *hueco de 37 puntos.
David ya tenía decidido cual sería el sistema que iba a utilizar.
Había funcionado muy bien durante todo el año 2002. Consistía en lo siguiente; sumaba los volúmenes de los días que cerraban en positivo y se lo restaba de los que cerraban en negativo. Para él era un rudimentario indicador de sentimiento contrario. Había que dividir el dinero en dos partes. Al llegar a -80000, comprar uno, si después alcanzaba la cifra de -150000 comprar otro, y cerrarlo todo en cuanto bajara a -30000. Lo contrario para abrir posiciones cortas. Muchas veces al entrar el precio iba en contra durante uno o dos meses, pero al final salía bien. Ya tenía un sistema con una estadística detrás, que avalaba su correcto funcionamiento. Para terminar de actualizar los datos, le pregunto a uno de los broker el volumen de cada una de las sesiones entre el 2 de enero y ayer, día 14.
La cifra del volumen acumulado, era de -69324. Bueno, si en las próximas jornadas llegaba a -80000, se posicionaría alcista con un contrato grande, y si tocaba -150000 añadiría otro.
Lo bueno de esta forma de inversión, es que no necesitaba estar pendiente del mercado de forma continua. Tan sólo debía de prestar atención al volumen de la sesión, al cierre. Después sumar o restar, así de sencillo.
Fijaros en David, un tipo que se cree muy listo pero que en bolsa está demostrando ser muy tonto.
¿Una estadística de sólo un año? ¿Un puñado de folios con datos diarios de apertura/cierre/máximos/mínimos/volumen?. A mi me parece que David tiene la cabeza llena de serrín. ¡Lo que debería de hacer David es mirar los gráficos y sudar la camiseta, hasta encontrar una o varias ventajas explotables!. Pero no. De momento el chaval no quiere hacer el trabajo duro y aburrido, porque los gráficos son una cosa muy rara, un si, pero no. Demasiado complicado, demasiado subjetivo.
Por lo visto piensa que va a obtener alguna ventaja importante en este juego recorriendo caminos extraños. Ahora mismo el futuro de David en bolsa es más bien de color negro.
¡David, como no espabiles de una vez vas a tener que olvidarte de ser tu propio jefe y volver a ser un Don nadie!. Un simple asalariado. Un puto peón.
Ahora mismo apostaría a que David va a perder lo que le queda de sus ahorros. Por eso apostaría. Por seguridad colocaría un stop, no vaya a ser que David me de una…Sorpresa.
A medida que transcurría el tiempo se fueron juntando más y más siempre alcistas. A algunos de los cuales hacía meses que no se pasaban por Ahorro 40.
(6620, 6649, 6590).
Ahora moneaba entre 6587 y 6600.
Llegó Fernando, que había regresado de su viaje a Paris. Había aguantado sus posiciones bajistas hasta que el índice tocó los 6500, ahí no pudo más y se cerró su postura perdiendo 11000 euros. No parecía demasiado afectado. Era un empresario de la construcción y un buen especulador de terrenos, fincas y solares. Se lo podía permitir. No pasaba nada.
(continuará.....)
(páginas 60-61)
Aparte de un psicólogo, un maestro, un dentista, y un montón de jubilados, el resto de los clientes estaba compuesto por empresarios, abogados, arquitectos, altos funcionarios, rentistas y ex-directivos de empresas de tamaño medio. Personas que ganaban importantes sumas de dinero todos los años, y para los que dilapidar pequeñas fortunas en bolsa carecía de importancia. Les fastidiaba perder, como a todo el mundo, pero no tanto por el dinero, sino por el hecho de equivocarse. Para estos individuos era poco menos que un juego.
Eso marcaba una profunda brecha entre ellos y David.
Cada mordisco en su cuenta le acercaba más y más a lo que parecía ser su destino de por vida, ser un simple asalariado.
Fernando le estaba contando a uno, que allí en Paris subió a la torre Eiffel con su esposa, y vio muy pocas grúas para lo grande que era la ciudad. Eso significaba que se avecinaban malos tiempos para la economía. Las bolsas no tardarían en reflejarlo bajando de forma importante.
Pero no se atrevió a posicionarse corto. La pérdida anterior estaba demasiado cerca. Con el paso del tiempo la olvidaría y volvería a las andadas. Se dejaba llevar por la intuición bajista y así le iba.
David que admiraba a los empresarios, no entendía como podían ser tan bobos como para dejar que la intuición guiara sus pasos en el mundo de las finanzas.
Al rato se presentó Cristóbal, el maestro y le indicó a David en plan broma:
-Pero David, tu que te pasas aquí todo el día, lo tienes muy fácil. Vendes aquí- señalando el máximo de la sesión en la pantalla – y compras aquí.- marcando el mínimo
-Si fuera tan fácil........
******
El precio, tras sucumbir y tocar el 6556 emergió nuevamente y se colocó en 6645.
Manuel, al entrar en la sala y ver a Lorenzo comiendo un bocadillo y apurando una cerveza, sin apartar los ojos de las Telefónicas, dijo:
-No lo ves bien y por eso estás comiendo aquí
-Vi la cosa semidesnatada y por eso estoy tomándome el bocadillo. Tengo que vigilar el ganado.
-¿Y qué te parece?
-Cuando Telefónica perdió los 10 estuve a punto de irme con todo el paquete, pero me fije que frenaban el precio y le metían compras, así que decidí esperar unos minutos a ver que pasaba.
-Ahora están en 10,2 cerca de los máximos de la sesión.
-Si, pero no les veo fuerza. Las casa importantes apenas compran, las que están tirando del carro son las otras casas , y eso es mala señal. Si al cierre no tiene chispa, yo me deshago de todo.
-Escuche el otro día un rumor sobre Telepizza, ¿sabes algo?
-Olvídate de eso. Ahora Telepizza está como las bragas de la Pandora.
Apareció Juan, que era el propietario de un bar.
-Oistes Juan, si antes de la *subasta Telefónica está por debajo de 10,05 voy a abandonar el valor. Tú que compraste unas pocas al mismo precio que yo, deberías de ir pensando en liquidarlas si sucede lo que te acabo de decir.
-Juan no vende nunca, este es de los que dejan las acciones para sus nietos.- intervino Ricardo, desde su mesa.
-Mira una cosa Juan, hazme caso, si pasa lo que te he dicho, véndelas y haz caja.-insistió Lorenzo
-Yo no vendo, porque después no se donde volver a entrar, y así estoy en el mercado.- replicó Juan
-A ti te pasa como a Pasota. Él siempre dice: se comprar, pero no se vender. Y aquí ahi que aprender a vender y retirarse a tiempo, si no, no haces nada.
******
(Continuará....)