Re: SORPResa
(páginas 37-38-39)
Por la mañana no había leído el periódico, así que decidió echarle un vistazo.
En la página de sucesos aparecía la noticia de un accidente laboral. Al parecer un obrero que trabajaba en una zanja, en la calle XXXXX, había muerto. Un chimpin manejado por un compañero pasó demasiado cerca y cayó dentro de la zanja. No se lo podía creer, el fallecido era Miguel R.B. coincidían el nombre y las iniciales de los apellidos. Unas líneas más abajo aparecía el nombre de la empresa en la que estaba desarrollando su trabajo. Efectivamente, era Miguel, el que siempre se estaba quejando por todo, joder. ¿Y si la mente fuera capaz de atraer las cosas?. ¿Quejarse a todas horas podía atraer las desgracias?.
Entonces recordó a T., un tipo de 34 años que desempeñaba la labor de chofer repartiendo medicamentos a las farmacias, en la misma empresa en la que David trabajaba como mensajero. Aquel había sido su segundo empleo, David tenía por entonces diecisiete años.
T. era un tipo alegre y simpático. Su novia era una preciosidad. La vida le sonreía. Al cabo de unos cuantos meses comenzó a adelgazar y a perder fuerzas. Las cajas de medicamentos que antes transportaba sin dificultad hasta la furgoneta, ahora le pesaban como si fueran de plomo. Tenía mala cara y los chóferes más viejos le decían entre risas que pasaba demasiado tiempo con la novia y por ese motivo se estaba quedando chupado.
Un par de semanas más tarde ingresó en el hospital. Los médicos habían descubierto que padecía un tipo muy agresivo de cáncer que le afectaba a la piel y a los huesos. Al parecer la enfermedad estaba ya muy avanzada y T. agonizó durante diez largos días hasta que falleció.
Era un tipo feliz, no se quejaba de nada. ¿Entonces porque le había sucedido aquello?. Enfermedades, riquezas, ¿todas las cosas que le pasaban a uno en la vida, eran producto de la casualidad o había algo que las provocaba?.
A las 16:00 había un dato.
El índice es estiró hasta tocar 6130, y después volvió a gotear a la baja.
Si el precio perforaba el mínimo anterior, tal vez realizara un tramo importante a la baja.
Cuando alcanzó el 6100 abrió un corto. Bajó hasta 6079, rebotó a 6096 y sucumbió de nuevo.
Eran las 17:28, y el precio se mantenía en la zona de 6076. Quedaban siete minutos para el cierre del mercado de futuros, y parecía que la sesión iba a terminar cerca de ese precio.
Más vale pájaro en mano que ciento volando, pensó. Además en la siguiente jornada, si los índices americanos se recuperaban, eran capaces de abrir 50 o 60 puntos más arriba.
Cerró su posición en 6077, eran las 17:32.
23 puntos, menos 5 de comisiones, por diez euros. Tecleó las cifras en una de las calculadoras rojas con el logotipo de Ahorro 40, que estaban a disposición de los clientes.
180 euros. Descontando la pérdida de la mañana, el día se saldaba con -50 euros. Otro clavo en el ataúd.
Esto es más jodido de lo que parece, pensó David mirando las pantallas.
Se sentía masticado por el mercado, se sentía como David frente a Goliat. Quizás su problema era que pensaba como un marciano. ¿Cómo iba a hacerse millonario de esta forma?. Tantos y tantos días peleando, joder, vaya mierda. Se desprendió de la calculadora dejándola caer en la silla vacía que tenía a su lado.
El señor Andrés estaba apoyado en la mesa de los broker, muy satisfecho de cómo se estaban desarrollando los acontecimientos.
-Mientras no cierres tus posiciones, no des la guerra por ganada- le advirtió Alfonso
Ricardo, el otro broker, intentaba convencerle de que hiciera caja.
-Los Estocásticos están muy abajo, pueden continuar así, pero como es probable que reboten algo, por precaución deberías de cerrar los cortos, al menos la mitad.
-Yo te entiendo. Pero es que hasta ahora siempre me escapaba ganando 20 o 30 puntos, y cuando iban en mi contra perdía 100 puntos o más. Estaba haciendo las cosas mal. Ahora que por fin he pillado una tendencia quiero aprovecharla al máximo.
En aquel momento todos los bolsistas presenciaron un fenómeno poco común. El índice estaba en 6070, y en el último minuto se desplomó hasta 5965, para terminar cerrando en 5998.
-Lo ves, ya lo sabía yo. Si el lunes rebotan un poco, voy a incrementar mis posiciones bajistas.- confirmó Andrés.
Por la noche al gimnasio.
Era el único lugar donde todos los problemas desaparecían.
Hoy tocaba pierna.
Después de calentar, realizo unos cuantos calentamientos y empezó a hacer sentadillas.
Ramón, un tio que trabajaba como guardia jurado, le animaba:
-¡Venga David, una más!¡Vamos!.
Hizo una última serie y dejó caer la barra en el soporte.
Bebió un poco de agua mientras observaba a Ramón colocarse debajo de la barra y empezar a realizar repeticiones.
-¡Esto es el infierno!- decía
Josiño acababa de entrar en la sala de pesas.
Era un tipo de 1.70 y 110 kilos de peso, con sólo un 10% de grasa corporal.
Josiño admiraba a la gente fuerte, le gustaba el boxeo y los combates de Vale Tudo. Le llamaban la atención las peleas, las personas que vivían en barrios peligrosos y los sucesos violentos.
La semana pasada había estado en New York, de viaje con su novia y con su colega Gerardo.
Este último era portero de discoteca, 1.90 y 120 kilos de puro musculo.
Josiño se apoyó en la maquina de femorales, Manuel, el monitor del gimnasio le había preguntado sobre el viaje a Estados Unidos.
Habla Josiño: Los americanos yo no se que comen, sobre todo los negros, parece que han evolucionado de forma distinta. ¡Hay cada animal!, algunos son auténticas torres humanas, hay muchísimos de dos metros diez y fuertes como mulas.
Mi colega Gerardo aquí en España impresiona, pero allí no es nadie, mira que es alto y grande, pues allí parecía diminuto al lado de aquellos colosos.
Nos metimos en el metro y allí sentado a poca distancia de nosotros un negro enorme, yo creo que era el tipo más fuerte que vi en mi vida. Yo lo contemplaba asombrado, diciendo para mí; menudas muñecas tiene, menudas manos, menudos brazos. Debía de medir sobre 2.20. Gerardo y yo le calculamos sobre 160 kilos de puro músculo, sin un gramo de grasa. Y parecía todo genética, sin nada de gimnasio.
-No sería para tanto- dijo Manuel
-Si, tio, si. Sólo sus brazos medían como desde aquí hasta allí.-dijo Josiño señalando la cinta de correr que estaba a dos metros de distancia.
Risas de todos los que estaban escuchando.
-Si, tios, era un demonio enorme.-insistió Josiño - Estuvimos a punto de decirle que se hiciera una foto con nosotros, a su lado Gerardo parecía un niño pequeño. Pero el tipo empezó a mirarnos con cara rara, como si le hubiéramos molestado o algo. Apartamos la vista, yo estaba acojonado. Porque yo digo las cosas como son. En una pelea no tengo miedo de un tipo de 1.90 y 120 kilos, yo recibiré, pero el otro también se va a llevar lo suyo. Pero este tipo nos hubiera matado a mi y a Gerardo con unos cuantos golpes. Con cualquier otro tío demasiado grande, piensas, bueno voy con mi colega Gerardo y si pasa algo aún me ayuda. Pero en este caso no había nada que hacer. Y había mucha gente del mismo estilo. ¡Que Dios nos libre de tener una guerra con los americanos, porque nos matan a todos!.
(continuará....)