Re: SORPResa
(páginas 73-74)
Su idea inicial era que, pasara lo que pasara seguiría el sistema con disciplina absoluta. Ahora le parecía demencial.
Repasó los cálculos una y otra vez. Eran correctos. Entonces reparó en que tan sólo disponía de la estadística de un año. ¿Qué sucedía en los otros?. Le dieron ganas de estamparse la cabeza contra un muro. ¡Pero como podía ser tan gilipollas!. Sus peores sospechas quedaron confirmadas al descubrir alarmado que no todos lo años funcionaba igual de bien. Averiguó horrorizado, que en los años con fuerte tendencia, el sistema bananero que había elegido demostraba ser un completo desastre.
¡Dios!, aquel sistema no valía una mierda, tenía más posibilidades tirando una moneda al aire.
Toda su confianza se hizo añicos. Ya no disponía de una base sólida sobre la que apoyarse. Se sentía como un barco a la deriva, a merced de las putas corrientes. ¿Pero porqué no se había dado cuenta antes, como se podía ser tan imbecil?. Podía haberlo perdido todo, ¡Cristo bendito, ya había perdido un buen montón!.
No era el dinero que se esfumaba lo que más le jodía. Era el hecho de no ser lo suficientemente bueno, en la única cosa que se había tomado en serio, con la intención de mejorar su situación económica.
El reloj marcaba las 04:15. Estaba agotado.
Por un momento pensó en esperar un poco, haber si tenía suerte, rebotaba algo y podía cerrar su postura con menos pérdidas. Rechazó la idea de inmediato, no podía depender de la suerte. Partiendo de la base de que el sistema no funcionaba y podía ocurrir cualquier cosa, debía de cerrar su posición y asumir las consecuencias. No quedaba más remedio. No podía quedarse quieto y arriesgarse a que todo su dinero se volatilizara.
Bajo la cabeza al suelo y reconoció sus error, admitiendo sus pecados bursátiles.
Durmió tres horas. En cuanto amaneció, se duchó, desayunó y llegó a la puerta de Ahorro 40 antes que los mismos brokers.
El ambiente familiar de siempre. Panallas y luces encendiéndose a medida que los brokers lo ponían todo en marcha.
Era el 11 de marzo del 2003. Canceló su largo en 5560, y su cuenta recibió el mayor sablazo hasta la fecha, quedando en 10250 euros. Hasta entonces era eso que se llama minusvalías latentes.
El ambiente de la sala era tremebundo.
Ignacio decía a quien quisiera escucharle que esta vez las bajadas serían catastróficas. El mundo bursátil tal y como lo conocíamos había llegado a su fin, esto iba a deslizarse cuesta abajo como nunca antes en la historia.
Algún inversor de muy largo plazo se llevaba las manos a la cabeza.
Escucho a un tipo decir:
-Esto se funde todo, se acabó va a pasar lo mismo que en japón.
Otro tipo aseguraba a quien quisiera escucharlo que el ya lo había advertido hace mucho tiempo. El tipo en cuestión estaba bajista en futuros desde 6000 y decía que no abandonaría su postura bajista como mínimo hasta los 4000. Cuando se le preguntaba por el stop, el decía que los stop eran una forma de engañar a la gente, no servían para nada. Además, ¿De que tenía que preocuparse si estaba claro como el agua que pasarían muchos años antes de que el índice regresa a los 6000?.
En aquellos días los siempre alcistas, encabezados por el señor Cristóbal, no hacían más que llevarse disgustos cada vez que acudían a Ahorro 40.
Empezaron a ser frecuentes las visitas de clientes que estaban enganchados desde el 2000, y que no podían soportar por más tiempo los dolores de cabeza que les producía contemplar la caída sin fin de sus acciones. Lo vendían todo y cancelaban las cuentas.
Tanto los analistas de Expansión TV y Bloomberg, como los de la prensa económica, coincidían en que lo peor estaba por llegar. Se aproximaba el gran Catacrak. A pesar de las bajadas de los últimos años, los precios de las acciones continuaban inflados, la economía entera era una burbuja, todo se iba al garete sin remedio, se aproximaba el final para mucha gente.
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(continuará……………)