El viernes pasado se esperaba que la economía norteamericana hubiera creado en agosto una cifra de empleos no inferior a los 600.000 puestos (el consenso decía 750.000), tras el brillante dato de julio de 1.053.000. Sin embargo, en un poco habitual desastre de los pronosticadores, se crearon 235.000.
Un síntoma de debilidad macroeconómica y una situación que podría abrir un nuevo escenario en la política monetaria de Estados Unidos.
De hecho, los expertos ya se apresuran a vaticinar que estamos ante un síntoma de que la aceleración económica no va tan rápido como se esperaba, lo que podría abrir la puerta a que se retrase la retirada de estímulos económicos por parte de la Reserva Federal, más conocida como el tapering.
Los datos indican que la tasa de paro descendió levemente (-0,2 p. p., hasta el 5,2%), alcanzando el nivel mínimo desde el inicio de la pandemia. Por su parte, la tasa de participación se mantuvo estancada en el 61,7%, todavía por debajo del nivel precovid (63,4% en enero de 2020).
El número de empleados se situó un 3,5% por debajo del nivel previo a la crisis, equivalente a unos 5,3 millones de empleos. Con respecto a los salarios, la tasa de crecimiento intermensual siguió avanzando de forma sólida (0,6% frente al 0,4% en julio y junio). Este avance señala la persistencia en las dificultades para cubrir vacantes disponibles.
Causas temporales
Este es, con diferencia, en términos de riesgo inflacionario lo más negativo del dato. De hecho, en términos interanuales los salarios se aceleraron (+0,2 p. p., hasta el 4,3%). Unos salarios más altos suponen que la inflación no es tan temporal como afirman las autoridades, ya que son un apoyo más para un crecimiento sostenido de los precios.
La menor creación de empleo estuvo concentrada en el sector del ocio y el de ventas minoristas, claramente afectados por el deterioro sanitario a lo largo del verano. En concreto, el sector del ocio no creó empleo neto en el mes, lo que no ocurría desde el mes de enero.
Por su parte, el sector educativo (en gran parte público) vio reducida su plantilla, un comportamiento atípico justo al inicio del año escolar.
Todo eso apunta a que el gran culpable ha sido el repunte de casos de la Covid-19 por la variante Delta o el temor a él y la prudencia que suscita tanto en el consumidor como en el padre que debe enviar a sus hijos a la escuela.
Este efecto que refleja el mercado laboral también se está notando en otras encuestas que aparecen en Estados Unidos y que son seguidas por los economistas como guía para sus previsiones.
Confianza del consumidor
Por ejemplo, la confianza del consumidor retrocedió en agosto, según los índices elaborados por la Universidad de Michigan y por el Conference Board.
En el ámbito empresarial, el adelanto del índice de sentimiento empresarial compuesto (PMI elaborado por Markit) del mes de agosto volvió a caer (55,4 puntos frente a los 59,9 en julio).
La composición sectorial refleja un marcado deterioro en los sectores de servicios, que se han visto más afectados por el empeoramiento de la situación sanitaria.
Sin embargo, el índice ISM de manufacturas aumentó de forma inesperada en agosto (59,5 puntos, +0,4 respecto a julio), a pesar de los persistentes problemas en el suministro de materiales, así como en la dificultad de cubrir vacantes.
En su discurso de Jackson Hole, el presidente Powell reiteró que una mayoría de los miembros del Comité favorecería iniciar la reducción en el volumen de compras netas de activos este año si los datos económicos evolucionaban en línea con las previsiones.
¿Se retrasará el tapering?
Una cierta ralentización en la recuperación de la actividad y del empleo se mezcla con unos datos de inflación que van a seguir muy altos algún tiempo más, lo que no deja claro si el movimiento de la Fed se hará y, sobre todo, cuándo.
Según las declaraciones de miembros de la Fed, incluso de los más proclives a empezar el tapering, hace falta estar seguros de que el "pico" del efecto de la variante Delta ya haya pasado antes de tomar cualquier decisión.
Los mercados no lo tienen claro; si hubiesen creído que el dato del viernes pasado implicaba que no habría recorte de estímulos este año hubiéramos visto una reacción claramente alcista en las bolsas.
A pesar de lo sorprendente del dato, los mercados financieros limitaron mucho sus movimientos, que se concentraron sobre todo en el oro y las criptomonedas, al calor de un dólar algo más débil.
Hubo un repunte de las rentabilidades de los bonos, pero sin llegar a los máximos de una semana atrás, y en la renta variable reaccionaron más las bolsas europeas que Wall Street que cerró la sesión con escasos cambios.
En octubre
Y es que el tono sigue siendo muy positivo, primero porque podría alejar la decisión a la reunión de la Fed de octubre en lugar de a la de este mes, lo que además podría implicar empezar a recortar compras en el mediano y no en el corto plazo.
Y segundo, porque, como hemos visto también en Europa, el efecto de las olas del virus cada vez impacta menos en la economía, con un consumidor cada vez más acostumbrado a convivir con él.