Re: ¿Debe el estado sostener sectores en declive a base de subvenciones?
No soy partidario de subvenciones. Sólo producen amiguismo, clientelismo burocracia innecesaria y nula productividad. Si de mi dependiera se eliminarían TODAS al menos en un 90%.
HUNOSA llegó a tener en sus mejores momentos más de 25.000 trabajadores. Ahora quedan poco más de 2000. El resto es sector privado.
El carbón español no es competitivo ni necesario y no lo será salvo que se produzca una grave crisis energética que no es descartable. Es la única razón para mantener una mínima actividad que permita llevar a cabo el mantenimiento de las minas por si son necesarias en un futuro. Dado que el sector ya está prácticamente liquidado poco queda por decidir al respecto.
Desde que se inició la liquidación del sector, que no reconversión, a principios de los ochenta, se ha enviado a su casa a mucha gente con cuarenta y pocos años y unas prejubilaciones increíbles. Más de uno ha cobrado en su casa más que trabajando. Prueba de que la justicia no existe en este mundo. Muchos otros en ese tiempo se han tenido que ir a su casa con una mano delante y otra detrás por el simple hecho de que eran menos y por tanto incapaces de hacer tanto ruido que es lo único que molesta a los políticos. También hay que decir que hay bastantes colectivos más que también se han ido a su casa con similares prebendas. No ha sido privilegio único de mineros.
Desde hace veinticinco años han llegado a las cuencas mineras ingentes cantidades de dinero en forma de subvenciones destinadas a la reindustrialización. Alguien se las ha fumado y se han volatilizado o se han gastado en cosas de lo más absurdo y mamoneos diversos. Incluso existen determinadas partidas presupuestadas que no se han gastado porque la inoperancia política es de tal calibre que ni siguiera se les ha ocurrido en qué. Mientras tanto las cuencas mineras se han convertido en un erial sin ningún futuro porque nadie se ha ocupado de ellas realmente. Lamentablemente la población no necesita ser trasladada. Ella se va por sí misma y en esos lugares sólo quedan viejos y bastante pocos.
Ni los políticos, no los sindicatos, ni siquiera la propia población se han ocupado del asunto. Todos ellos salieron convenientemente cebados y con su futuro asegurado. Ahora que ha trascurrido el tiempo comienzan a darse cuenta de que sus hijos no tienen nada a lo que agarrarse.
En cuanto al asunto de las movilizaciones nada nuevo. Se repiten las fórmulas de éxito anteriores. Pero esta vez es diferente. Ya no sirven. No hay dinero en la caja para repartir y comienzan a tener el mismo problema que han tenido los que se fueron a casa con una mano delante y otra detrás. Empiezan a ser pocos. Queda medio mes para julio. Cuando no cobren la mensualidad y la extraordinaria pelada, se incorporarán para irse de vacaciones o para pagar las deudas que también aprietan a los mineros y en septiembre ya volverán a la guerra. Pero no durará demasiado.
Respecto a los perjudicados por las movilizaciones hay de todo. A los que no tienen otra cosa que hacer que cobrar su prejubilación o pensión les da igual o lo ven bien. Los que tienen la suerte de tener un empleo en otra actividad están hartos porque se lo pueden jugar si no llegan y quien más y quien menos tiene que atender asuntos personales que no admiten aplazamientos ni entienden de movilizaciones y no son respetados.
Es un modo de vida que toca a su fin y da los últimos coletazos.