España puede recuperar los niveles de empleo de antes de la crisis (20,6 millones de ocupados) en 2020. Esa es la conclusión a la que llegan varios expertos consultados si el crecimiento económico se mantiene en los niveles actuales, muy cerca del 3%. Para ello, mucho control de los costes.
Con una tasa de paro de más del 24% y una pared de desempleados de 5,5 millones de personas parece complicado que España disponga de trabajo para todos en el medio plazo. Pero una buena parte de los expertos consultados (ver Cinco Días de 23 de febrero de 2015) aseguran que es posible que en 2020, o un par de años después a más tardar, es posible haber alcanzado los niveles de ocupación de 2007: 20,6 millones de empleos.
Únicamente es necesario para ello que la economía mantenga el ritmo de avance actual, muy cercano al 3%, y que la generación de empleo sea también de más del 2,5%, como lo fue en 2014. Con un avance de entre 400.000 y 500.000 nuevos puestos de trabajo cada año, la economía absorberá los tres millones de ocupados que le separan de su máximo histórico en media docena de años.
Si se acelerase tanto crecimiento como avance del empleo, sería incluso antes, pero podría retrasarse a 2023 si los avances de la producción y del empleo fuesen más modestos, pongamos del nivel del 2% únicamente. Qué desempeño tenga el PIB dependerá de muchos factores, muy buena parte de ellos externos, pero también de que en España se recupere la variable que sostuvo la mayoría del crecimiento en el último ciclo alcista, que fue la inversión.
Ahora tal variable, en caso de recuperarse, no debería centrarse en la construcción residencial, dado el elevado grado de endeudamiento de los agentes privados hogares; pero si puede hacerlo de nuevo en parte la obra pública (aunque también tiene una dependencia elevada del gasto público, que debe estar maniatado por las obligaciones de cumplir los objetivos de déficit) y el equipamiento de las empresas para atender la demanda de manufacturas tanto para el mercado nacional como el exterior.
En todo caso, la mayoría de los expertos consultados estiman que para que el crecimiento se mantenga al filo del 3% es `preciso que los costes se mantengan muy controlados, como los precios, puesto que es la única fórmula mágica para competir con las manufacturas de los competidos, también aquí y fuera de aquí.
La buena noticia es que las tasas de paro bajarán de forma más rápida de lo que lo haga el avance del empleo, pues no habrá el aluvión de inmigrantes de los primeros años del siglo, y por el perfil de la demografía española el desplazamiento de las cohortes de edad más abultadas hacia el envejecimiento provocará una caída de la tasa de actividad muy notable.
De ser así, la tasa de desempleo puede llegar al 8,6% que registró en 2007. El presidente de Telefónica y del consejo empresarial de la competitividad, César Alierta, asegura que la tasa puede volver al 8% en el año 2018, antes incluso de que España recupere los 20,6 millones de ocupados que tenía como récord en 2007.
Los problemas pueden estar más en los factores desestabilizadores del exterior, que están siempre acechando a una economía endeble como la española, extremadamente dependiente de la financiación del exterior. España tiene una deuda pública de más de un billón de euros y una deuda externa de más de un billón de euros, y la financiación de ambos conceptos depende de los mercados financieros, con los que no basta con darles satisfacción, sino que deben dársela todos los países y circunstancias para que no se vuelvan contra el, país.