Re: Salir de la crisis, cuando se acepte que la crisis es economica
4-Avisos para Europa
El caso de la UE merece una consideración especial porque en la zona euro, que ocupa la mayor parte de este área, la política monetaria del BCE tiene tan sólo atribuidas facultades de mantenimiento de la estabilidad de precios y su papel en la política de control de las fluctuaciones económicas se lleva a cabo de forma indirecta, frenando las tensiones
inflacionistas inherentes a las fases cíclicas en que la economía crece por encima de sus posibilidades efectivas, e inyectando liquidez en las fases recesivas. El problema aquí también es que el área euro no es homogénea y en que si el conjunto de ella llegara a caer en una trampa de liquidez con deflación, el mal sería ya tan grave que la holgura monetaria proporcionada por el BCE habría dejado de resultar eficaz para relanzar el crecimiento.
En Europa, un problema adicional para la aplicación de la política monetaria anticíclica se deriva de la heterogeneidad de situaciones económicas dentro del área euro, en donde no existe todavía una verdadera sincronización en el ciclo económico de los distintos países.
La UEM no es todavía una zona monetaria óptima Tampoco aquí el BCE está en condiciones de aplicar una política monetaria adaptada a la coyuntura alemana –como le sucedió al BoJ a lo largo del pasado decenio, aunque en este caso no sea por renuencia de su Consejo, sino por razones derivadas del cometido que le encomienda el Tratado–, y sin ella las medidas de ajuste serán necesariamente más dolorosas.
Otro parrafo a destacar : "Aplicando la regla de Taylor, von Hagen y Brückner establecen que durante el período de introducción del euro el BCE aplicó los mismos criterios que el Bundesbank, pero ponderando excesivamente la situación de Francia y Alemania, por lo que la política monetaria en esos primeros cuatro años fue excesivamente laxa, lo que impidió alcanzar el objetivo de estabilidad, ya que al mismo tiempo su investigación demuestra la estrecha relación entre desarrollo monetario e inflación en la zona euro. A ello vino a añadirse la política fiscal y presupuestaria de los Estados, no respetuosa en muchos caos con el Pacto de Estabilidad" pg 37
El estudio de Barry Eichengreen fue uno de los escasos economistas norteamericanos que adoptaron enseguida la
posición de Scitovsky, señalando que los criterios de existencia de las áreas monetarias óptimas no son precondiciones exógenas, sino que, incluidas dentro de un proyecto más amplio de integración política en Europa, con voluntad firmemente establecida, podían contemplarse como objetivos a alcanzar con carácter endógeno.
Para Eichengreen el elemento explicativo fundamental de la armonización cíclica y la integración monetaria norteamericana consiste en el federalismo fiscal –concepto que en EEUU significa precisamente lo contrario que en Europa, ya que allí se refiere al grado de integración o centralización de las finanzas públicas. Una elevada centralización fiscal, en la que entre un cuarto y un quinto de los ingresos de los estados provienen del presupuesto federal y un tercio de los ingresos locales provienen de los federales y estatales, permite a los estabilizadores automáticos trabajar en favor de la homogeneización y estabilización cíclica, no solo a lo largo del tiempo, sino también en el contexto espacial –compensando, por ejemplo, la caída de ingresos y el aumento de gasto de Michigan con los movimientos registrados en Nueva York–. Esta transferencia espacial casi automática de liquidez es todavía hoy tan inconcebible en Europa como lo era antes del euro –y mucho menos la aplicación de una política fiscal europea con cierto grado de discrecionalidad–. Elie Cohen lo puso de manifiesto en el debate sobre las estrategias de crecimiento europeo después del euro que tuvo lugar en la Asamblea Nacional Francesa en noviembre de 1997:
“… nous sommes peu doués pour la politique discrétionnaire menée en commun, autant nous disposons d'un certain talent pour la coordination par la règle. Cela revêt une certaine importance pour l'avenir, car cela signifie que la
qualité des institutions mises en place va être décisive pour la capacité que nous aurons, ou que nous n'aurons pas, dans le futur, à traiter les différentes crises qui se présenteront” (135).
... Lo que sucede es que, mientras Europa no alcance un cierto grado de coordinación económica, monetaria y financiera, la política del BCE está condenada a resultar contraproducente por ser excesivamente holgada para unos y excesivamente restrictiva para otros, ya que la heterogeneidad hace que los indicadores empleados en el modelo de previsión del BCE sean necesariamente una mezcla, en la que situaciones próximas a la deflación se compensan con otras próximas al recalentamiento. En ausencia de política monetaria compensatoria, o, más bien, con una política monetaria que resulta procíclica para casi todos los países considerados aisladamente, en determinadas circunstancias las primeras tenderán a perpetuarse, mientras que las segundas acelerarán la necesidad de ajuste, pero para cuando el ciclo se armonice y los indicadores detecten deflación generalizada podría ser ya demasiado tarde, porque el conjunto de la zona habría caído en una trampa de liquidez.
--->> El “santo temor al déficit” y la reforma institucional
Al analizar el carácter estrictamente limitado de la política monetaria del BCE con vistas al manejo del ciclo económico –dado su cometido exclusivo de velar por la estabilidad de precios– Eichengreen considera que la limitación de autonomía de la política fiscal y presupuestaria anticíclica de los gobiernos nacionales establecida en el Pacto de Estabilidad sólo se justifica por el objetivo de evitar que los Estados miembros del euro pospongan las reformas estructurales de las instituciones que producen el déficit o la deuda excesiva y hagan pagar a los demás –o a generaciones sucesivas– las consecuencias de su ineficiencia macroeconómica, transmitiendo los desequilibrios en el espacio intraeuropeo durante sus recesiones cíclicas.
En opinión de Eichengreen el pacto así concebido no será eficiente porque, aun cuando llegara a aplicarse, no corregiría el problema de los déficit crónicos, por lo que a la larga no alcanzará la legitimidad necesaria para recabar el apoyo político que requerirá su aplicación en casos extremos. La alternativa propuesta –que no es más que un mecanismo reglado para introducir flexibilidad en el pacto– consiste en ocuparse directamente de las instituciones fiscales y presupuestarias fundamentales,en lugar de fijarse sólo en los resultados que se derivan transitoriamente de ellas.
Para ello habría que explicitar abiertamente las áreas y los contenidos concretos de las reformas exigibles a los Estados miembros –o los procedimientos para determinarlas y los indicadores para realizar su seguimiento– flexibilizando, en caso necesario, el funcionamiento de los estabilizadores automáticos por encima de los límites del pacto sólo a aquellos países que hubieran cumplido adecuadamente sus “deberes de reforma estructural”. Básicamente las instituciones nacionales creadoras de déficit estructural son cuatro: empresas públicas ineficientes demasiado grandes para dejarlas ir a la quiebra; sistemas públicos de pensiones de reparto no sostenibles a largo plazo; mercados de trabajo rígidos y costosos programas de bienestar social, e instituciones presupuestarias con caja única que invitan a viajar sin billete (free-riding).
Sólo resta establecer un “índice de la reforma institucional”, otorgando –por ejemplo– un punto a cada una de las áreas de reforma y estableciendo una puntuación a partir de la cual el país afectado no recibiría penalizaciones en caso de incumplir la regla del déficit como consecuencia del funcionamiento de los estabilizadores automáticos durante la
recesión. Se trataría, pues, de un sistema reglado, pero flexible, aunque no basado estrictamente en números, sino en indicadores del avance en el cumplimiento de los objetivos comunes, que podría devolver un cierto grado de autonomía a la política cíclica cuando el país afectado venga practicando políticas cooperativas –porque su lucha anticíclica resultará beneficiosa para todos– e introduciría un verdadero estímulo para avanzar en la reforma.
Hoy (2003) resulta evidente la necesidad de disponer de una verdadera política anticíclica a nivel europeo –combinada con la de equilibrio territorial– para compensar el impacto asimétrico de la política monetaria única y de los shocks externos, sin que ello signifique pretexto alguno para dejar de acometer las reformas estructurales, cuyos principales efectos sólo resultan observables a largo plazo.
Lo que sucede es que la presióndebería aplicarse y las penalizaciones habría que imponerlas a los países que no equilibren sus presupuestos u obtengan superávit en la fase de auge, cuando el saneamiento de las cuentas depende de su propia política estructural, y no cuando se ven arrastradas por los estabilizadores automáticos, que ayudan a la recuperación de todo el área. De este modo el Pacto tendría efectos contracíclicos, acumulando los recursos depositados por sanción cuando los países que crecen por encima de sus posibilidades no hacen sus deberes estructurales –lo que drenaría liquidez y les ayudaría a moderar el auge, previniendo la formación de burbujas–, e inyectándolos durante las fases recesivas. Esa debería ser la clave de la inevitable reforma del Pacto, cuyo lema podría ser: “Mano dura y reformas en tiempos de vacas gordas, por flexibilidad y financiación en tiempos de vacas flacas”.
(1) William Easterly, Roumeen Islam y Joseph E. Stiglitz, “Shaken andStirred: Explaining Growth Volatility”, en
http://www.worldbank.org/research/growth/growth%20volatility%20jan%202000.html (World Bank, ABCDE 2000)
Álvaro Espina Montero -Vocal asesor de la Dirección General de Política Económica (Ministerio de Economía, España) y profesor asociado del Departamento de Sociología I (Universidad Complutense de Madrid).
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Resumen de post actualizado a la situación actual.Mejor leerlo entero;ver pag 19, Caso Japon: Política monetaria versus reforma institucional.
Sobre estabilidad de precios, deflación y trampas de liquidez en el G-3 -Álvaro Espin
DT Nº 3/ 2004 (editado en el año 2004, analisis 1987-2003)