Las empresas están recortando puestos de trabajo porque no hay suficiente demanda final.
Sin embargo, al recortar puestos de trabajo se reduce el ingreso de los trabajadores, se aumenta la desigualdad y se reduce la demanda final.
Las protestas populares recientes, que se extienden desde el Medio Oriente hasta Israel y el Reino Unido, y la creciente ira popular en China -y que más temprano que tarde llegarán a otras economías avanzadas y mercados emergentes-, son todas impulsadas por los mismos problemas y tensiones: creciente desigualdad, pobreza, desempleo y desesperanza. Incluso las clases medias del mundo están sintiendo la presión de la caída de ingresos y oportunidades.
Modelos requebrajados
Para permitir que las economías orientadas al mercado operen como deberían y como pueden, tenemos que retornar al equilibrio adecuado entre los mercados y la provisión de bienes públicos. Esto significa alejarse tanto del modelo anglosajón de laissez-faire y economía vudú como del modelo europeo continental de los Estados de bienestar impulsados por el déficit. Ambos modelos están resquebrajados.
El equilibrio adecuado hoy en día exige:
- La creación de puestos de trabajo de manera parcial a través de estímulos fiscales adicionales dirigidos a las inversiones en infraestructura productiva.
- También requiere de impuestos más progresivos; más cantidad de estímulos fiscales a corto plazo junto con disciplina fiscal de mediano y largo plazo;
-Apoyo de préstamos de última instancia por parte de las autoridades monetarias a fin de prevenir estampidas bancarias destructivas;
-Reducción de la carga crediticia de los hogares insolventes y de otros agentes económicos que atraviesan dificultades económicas;
-Supervisión y regulación más estricta de un sistema financiero que está fuera de control,
-Fraccionamiento de los bancos que son demasiado grandes para quebrar y de los fondos de inversión oligopolísticos.
Con el tiempo, las economías avanzadas tendrán que invertir en capital humano, capacitación y redes de seguridad social para aumentar la productividad y permitir que los trabajadores compitan, sean flexibles y prosperen en una economía globalizada.
La alternativa es -igual que en la década de 1930- un interminable estancamiento, depresión, guerras cambiarias y de balanza comercial, controles de capital, crisis financiera, insolvencias soberanas, y masiva inestabilidad política y social.
Nouriel Roubini