Os cuento una anécdota que me ocurrió en los primeros años de la democracia, en las primeras declaraciones que se hacían. Fui varias veces a mí delegación de Hacienda, para que me hicieran ellos la declaración, y después de ir cuatro veces y darme largas, se me ocurrió dirigirme por carta al ministro de hacienda o trabajo, Sr. Martorell. Diciéndole que yo, un electricista, no sabía hacer la declaración y que en la oficina correspondiente no me ayudaban. A los pocos días me llaman de mi delegación y me dicen... Hombre de Dios, usted sabe lo que ha hecho? Qué he hecho?. Pues usted le ha escrito al ministro. Si claro eso sí lo se, le he escrito yo. Pero hombre de Dios si nosotros estamos aquí para servirle a usted y a todos los ciudadanos.
Me la hicieron y devolvieron esa misma semana.