Sin embargo y respondiendo a la pregunta que me hacía ya en 2017, una vez retirado el proyecto original de Ajram Capital Sicav, debo concluir que la Smart Social Sicav es la clara vencedora de la calificación de peor vehículo de inversión. Vuelvo a repetir, como hice en aquel momento, que la idea inicial era muy atractiva, se podrían sentar las bases para crear un proyecto de futuro, se daba pie a la colaboración en un entorno social no visto hasta entonces y, bajo el objetivo de preservación de capital y seguimiento de tendencias, el gestor era seleccionado por los propios accionistas tras un proceso previo. Además, se decía, en caso de no estar contentos con el desempeño del gestor, se podrían buscar soluciones encaminadas a encauzar la situación.
Tras cerca de 6 años de vida de la Sicav, una rentabilidad negativa del 30% en ese periodo (frente al 136% de su verdadero índice de referencia, el Nasdaq 100), dos “drawdowns” superiores al -35%, una pérdida contante de activos bajo gestión (se llegaron a superar los 30 millones de euros en los buenos tiempos), el incumplimiento manifiesto y contumaz de la política y objetivos establecidos, una gestora que no toma medidas correctivas, la incapacidad por entender y actuar conforme al entorno de mercado, la nula diversificación (a cierre de 2020 el vehículo mantiene el 99% en posiciones cortas sobre el Nasdaq), el uso de información errónea (como compararse contra el Ibex-35 cuando tienes el 99% en Nasdaq) o la constante obstinación del figurante en mantener posiciones cortas en el mercado más alcista de toda la historia, el proyecto está posiblemente tocado de muerte. Y todo ello pese a las diversas oportunidades que el mercado, y los propios accionistas que aún no han abandonado el barco, le han dado para volver a cierta normalidad.