Hay que partir de la premisa que las carteras de fondos no son estáticas, con independencia que se haga gestión dinámica o buy&hold. Y esto es porque los gestores en quienes delegamos la toma de decisiones sobre los activos en los que invertir ajustarán sus respectivas carteras conforme a su buen hacer y entender.
Los x-Ray nos darán la foto en un momento determinado. Si con esa misma cartera sacamos un x-Ray pasados unos meses, veremos que la ponderación ha variado, tanto por regiones como por sectores.
Un punto de partida para establecer una ponderación sobre la que trabajar puede ser la referencia de un índice global como, por ejemplo, el MSCI All Country Index, que recoge compañías de alta y media capitalización en 23 mercados desarrollados y 27 emergentes.
Así, la mayor representación la tendría EEUU (con alrededor de un 58%), seguido por Japón (~6,5%) y China (~5%), mientras que por sectores predomina la tecnología (~21%), financiero (~14%) y consumo discrecional (~13%).
Cada inversor valorará sus objetivos, aversión al riesgo y preferencias, y en función de ello ajustará su cartera.
En mi caso no presto excesiva atención a los porcentajes. Trato de tener una diversificación por factores, donde el grueso de la cartera está compuesto por fondos que invierten en compañías globales, de calidad, y con distintos enfoques de inversión.
A ello le añado factores de tamaño, sostenibilidad, emergentes, y otro grupo para dar mayor presencia en aquellas temáticas en las que quiero tener exposición en cada momento. Ahora mismo son infraestructuras, salud, tecnología y consumo.
Así pues, no sé exactamente los porcentajes por regiones que tengo, e intuyo que tendré o debería tener mayor exposición a tecnología, consumo discrecional y salud, probablemente por encima del porcentaje del MSCI ACWI.