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Re: Carteras de fondos de inversión Rankianos para el 2023: análisis, opiniones y consultas
Una cosa es el timing, que es acertar con el momento de invertir/desinvertir, y otra es adaptarse a la realidad cambiante. Por ejemplo, si el (des)Gobierno de España decidiese hoy que a partir del próximo mes de junio los traspasos de fondos tributan habría que reajustar muchas carteras. En mi caso, por ejemplo, sería el impulso definitivo para pasarme a la indexación. Y esto no es timing, son circunstancias sobrevenidas. La inversión activa seria implica adaptarse a las circunstancias sobrevenidas, no en intentar predecir qué va a hacer el mercado y cuando lo va a hacer (esto es trading, no inversión).
Una circunstancia sobrevenida es la monetización a lo bestia de la economía estadounidense, hay tanto efectivo circulando y almacenado esperando ponerse a circular, con unos tipos de interés tan bajos, que la bolsa está subiendo porque es el único sito donde alcanzar rentabilidad. Esto lleva a que las salidas a bolsa se disparen, suba la inflación y a que, en definitiva, baje el dólar. A este lado del Atlántico, igual pero más tarde, por lo que la divisa se podría revertir. El hecho cierto es que vivimos un periodo de exuberancia irracional, con el salseo de las cripto que se supone que son divisas pero en la que se ¿invierte? para conseguir otra divisa, euros o dólares. La inmensa mayoría de RF ya no descorrelaciona de la RV, el oro tampoco; la teoría de carteras de Markowitz en la que se basan, por ejemplo, los roboadvisors y la mayor parte de las carteras de referencia ya no aplica (esto es muy grave) ya que una asunción básica del modelo de Markowitz es la descorrelación entre los activos. [Todo este análisis muy resumido y comprimido, con todo lo que ello implica.]
Lo anterior no puede obviarse. O uno está templado y mantiene su cartera de fondos indexados (no robo-advisors, no RF salvo RFACC) con aportaciones periódicas contra viento y marea sabiendo que a 20 años gana seguro. O bien, si es gestor activo, toma decisiones, porque los efectos de estas circunstancias se harán sentir en el futuro durante muchos años.
Esto último es lo que he hecho yo. He prescindido de fondos que buscan crecimiento agresivo para centrarme en otros que invierten en empresas que ganan dinero consuetudinariamente. En mi cartera, tras la última reforma, prácticamente no están presentes dos sectores, finanzas y energía [este es un criterio que comparto con Seilern, por ejemplo, o con Warren Buffet, que acaba de vender bancos y Barrick Gold para comprar farmacéuticas], casi el 50 % está en valores de sectores defensivos, y mi fondo más agresivo ha pasado a ser el Robeco Consumer que, por cierto, ha cambiado uno de sus tres pilares originales (grandes marcas) a uno más defensivo: bienestar y salud. Como consecuencia de todo lo anterior, la exposición a emergentes ha disminuido (11%) y pasado a ser tremendamente selectiva en el conjunto de la cartera. Como ilustración, las tres primeras posiciones de mi cartera resultan ser ahora ahora Givaudan, Nestlé y Unilever.
Una circunstancia sobrevenida es la monetización a lo bestia de la economía estadounidense, hay tanto efectivo circulando y almacenado esperando ponerse a circular, con unos tipos de interés tan bajos, que la bolsa está subiendo porque es el único sito donde alcanzar rentabilidad. Esto lleva a que las salidas a bolsa se disparen, suba la inflación y a que, en definitiva, baje el dólar. A este lado del Atlántico, igual pero más tarde, por lo que la divisa se podría revertir. El hecho cierto es que vivimos un periodo de exuberancia irracional, con el salseo de las cripto que se supone que son divisas pero en la que se ¿invierte? para conseguir otra divisa, euros o dólares. La inmensa mayoría de RF ya no descorrelaciona de la RV, el oro tampoco; la teoría de carteras de Markowitz en la que se basan, por ejemplo, los roboadvisors y la mayor parte de las carteras de referencia ya no aplica (esto es muy grave) ya que una asunción básica del modelo de Markowitz es la descorrelación entre los activos. [Todo este análisis muy resumido y comprimido, con todo lo que ello implica.]
Lo anterior no puede obviarse. O uno está templado y mantiene su cartera de fondos indexados (no robo-advisors, no RF salvo RFACC) con aportaciones periódicas contra viento y marea sabiendo que a 20 años gana seguro. O bien, si es gestor activo, toma decisiones, porque los efectos de estas circunstancias se harán sentir en el futuro durante muchos años.
Esto último es lo que he hecho yo. He prescindido de fondos que buscan crecimiento agresivo para centrarme en otros que invierten en empresas que ganan dinero consuetudinariamente. En mi cartera, tras la última reforma, prácticamente no están presentes dos sectores, finanzas y energía [este es un criterio que comparto con Seilern, por ejemplo, o con Warren Buffet, que acaba de vender bancos y Barrick Gold para comprar farmacéuticas], casi el 50 % está en valores de sectores defensivos, y mi fondo más agresivo ha pasado a ser el Robeco Consumer que, por cierto, ha cambiado uno de sus tres pilares originales (grandes marcas) a uno más defensivo: bienestar y salud. Como consecuencia de todo lo anterior, la exposición a emergentes ha disminuido (11%) y pasado a ser tremendamente selectiva en el conjunto de la cartera. Como ilustración, las tres primeras posiciones de mi cartera resultan ser ahora ahora Givaudan, Nestlé y Unilever.