¿Y cuál es la solución, según Vd.: la objeción fiscal, la desobediencia civil? Porque en mi experiencia hasta la fecha, quienes publicitan que van a bajar impuestos lo que hacen es bajar unos y compensar el déficit de recaudación subiendo otros, con la diferencia de que se rebajan impuestos directos, que son progresivos y se compensan con subidas de impuestos indirectos que son per capita y duelen más cuanto más pequeña es la hucha de la que salen. Si esto le beneficia a Vd. estupendo, ya le he dicho más de una vez que la codicia me parece una causa legítima de elección política, pero no me venda que lo apoya por el bien común porque me da la risa floja.
Eso sí, sí ha descubierto a alguien que tenga la piedra filosofal de los panes y los peces y vaya a renunciar efectivamente a un porcentaje de la recaudación impositiva y a la vez no rebajar aún más la calidad de los servicios públicos y hacer frente a la deuda brutal que llevamos a cuestas a gusto de Europa, yo me apunto, pero me temo un timo más de prometer hasta meter.
Lo demás es cinismo o ceguera, como hacerse el agraviado pensando que quien usa las IT para el porno o el Facebook, usó un aeropuerto en su viaje de novios y usa de tarde en tarde la carretera que va a su pueblo, recibe del Estado lo mismo que quién usa las IT, cuya extensión ha supuesto ingentes desembolsos a fondo perdido del Estado, con ánimo de lucro, como Vd,, viaja con frecuencia por unas carreteras, autopistas, ferrocarriles y aeropuertos que, además de los ingentes desembolsos, suponen una enorme organización institucional y funcionarial para su existencia y conservación, o los utiliza también lucrativamente para sus negocios. Sin hablar del patrimonio que unos y otros esperan ver protegido por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado o por el Poder Judicial.
Pero no, es mejor usar el supuesto agravio de pagar más por menos para pretender que el estado recorte en cubrir necesidades básicas, para preservar la paz social y mitigar en alguna medida esa tendencia natural del ser humano a formar clubes privados para el reparto de la riqueza, y pase a cubrir caprichos o lujos.