¡Aviso! ¡Va LADRILLO!
Hola Moclano:
Después de estudiar con mucho interés y con cierta profundidad (dentro de mis limitaciones) tus dos respuestas, lo primero es volver a agradecerte de corazón tu aportación (tu generosidad) y la preocupación que demuestras por orientarme y protegerme. Se nota a la legua que eres una buena persona.
De hecho gran parte de tu exposición se centra en recordarme que, probablemente, estoy corriendo mucho más riesgo del que se correspondería a mi perfil. Me has hecho reflexionar sobre el tema. Al final, he concluido que quizás transmití una idea demasiado conservadora sobre mi perfil (he sido capaz de aguantar, por ejemplo, sin pestañear caídas del 30% del global de la cartera en tiempos recientes) aunque, por otro lado, es cierto también que, quizás, no he sido lo suficientemente consciente del tamaño de algunos riesgos que soporto (p.e. la fuerte asociación de buena parte de la renta variable de gestión activa que tengo a factores muy repetidos = value + europa + small caps).
Tomo, pues, muy buena nota de tu señalamiento sobre la idoneidad de pasar un “Xray” a la cartera para tener una visión más global del grado de concentración/diversificación que uno arrastra e intentar buscar que tenga una exposición más diversificada/equilibrada a diferentes factores de inversión, geográficos, tamaño de capitalización de las empresas… Al final, y en resumen, me has abierto los ojos sobre la importancia de reflexionar sobre la cartera como un conjunto integrado que debe de tener unos equilibrios internos que van más allá del valor individual que pueda tener cada fondo por separado. Es cierto, por tanto, “mea culpa”, que yo siempre he adquirido fondos por su supuesto valor individual y sin reflexionar, casi en absoluto, sobre su aportación al equilibrio/desequilibrio del conjunto de la cartera.
Me ha gustado mucho el enlace al post de Jose María Díaz Vallejo (Rebuzner). Su análisis sobre los excesivos riesgos que tiende a asumir el “value” patrio (hecho, además, por alguien de su talla y que se sigue considerando “value”) nos explica, indirectamente, los motivos por los que en ocasiones, y por temporadas, han sido capaces de “sacarla del estadio”. El resumen sería que, con los “value” patrios, uno puede obtener rentabilidades excepcionales pero se juega, también, a cambio, la posibilidad de asumir importantes tropiezos por el tamaño y la concentración de los riesgos que asumen (¡que se lo digan a los del Concentrados de Cobas!). Siguiendo con Rebuzner, tendré en cuenta la posibilidad de incluir su Rentamarkets Narval en la cartera (he visto que puedo acceder a una clase con una comisión razonablemente barata), aunque en la línea de los párrafos precedentes, tendré primero que analizar bien qué quitaría y, sobre todo, qué papel jugaría dentro del equilibrio global que ha de tener una cartera (equilibrio que ya me ha quedado claro que, por ahora, le falta).
También estoy de acuerdo en que no me vendría mal ampliar mi “círculo de competencia” a la gestión activa no patria. De todas formas, sigo pensado que ese aspecto es el que me interesa menos porque mi corazón (la parte más racional de éste) se orienta por convicción hacia soluciones predominantemente pasivas e indexadas buscando eliminar el factor emocional, disminuir gastos al mínimo y garantizar una amplia diversificación.
Entiendo tu crítica hacia la Cartera Permanente, pero aquí me encuentro, por el momento, razonablemente seguro. Te doy la razón en que, a priori, su punto débil actual parecería ser la renta fija a largo plazo y de calidad (alemana y/o norteamericana). Pero la filosofía de la Cartera Permanente se basa en la absoluta imposibilidad de predecir el futuro (el futuro es pura INCERTIDUMBRE). Cada uno de los activos que la componen tienen su riesgo pero cumplen también una función y, en conjunto se espera que por la descorrelación de los activos y por el efecto de los contrabalanceos previstos termine mostrando una robusta protección del capital. Así ha sido en el pasado. Piensa, por ejemplo, que una caída importante (pongamos que del 50%) de la renta fija a largo plazo “sólo” implica una pérdida aproximada del 12,5% en el global de la cartera permanente y, eso, siempre que no haya algún otro elemento de la cartera que se dispare (en teoría debería de aparecer) y compense totalmente o en buena medida la pérdida. Además, una pérdida de ese tamaño obligaría a un rebalanceo que automáticamente implicaría la adquisición de una cartera de bonos de calidad a una valoración muy atractiva para el futuro.
Piensa, también, que la renta fija alemana y/o USA de largo plazo cubre, por su parte, unos determinados riesgos de mercado que NO se pueden descartar: situaciones de búsqueda de refugio (“fly to quality”) como en una hipotética ruptura del euro, la aparición de crisis sorpresivas asociadas a una situación de declive energético permanente (Turiel…) o en un retorno del mercado a su tendencia deflacionaria secular (envejecimiento de la población, robotización….). En la Cartera Permanente cada activo cubre unos riesgos razonablemente distintos y su filosofía exige que asumamos que no los podemos descartar porque es imposible predecir el futuro (aunque nuestro cerebro esté diseñado para no hacer otra cosa, de forma automática, que hacer continuas predicciones de futuro e ir creyéndoselas de forma sucesiva).
Quede claro que aunque en las últimas décadas la Cartera Permanente ha obtenido unas rentabilidades no excesivamente lejanas a las de la renta variable, no me parece realista mantener esa proyección hacia el futuro. Harry Browne le pronosticaba un rendimiento promedio para USA de un 4% más inflación. Yo, por mi parte, me daría por contento con que fuera capaz de cubrir, en promedio y sin profundos “drawdowns”, simplemente el efecto de la inflación. Creo que mis expectativas son razonablemente realistas en este sentido. El resumen sería que prefiero la Cartera Permanente a la simple liquidez en un mercado como el actual (prolongada represión financiera y repunte de la inflación) y que sí le otorgo un potente valor defensivo (no es un dogma, de todas formas, y la idea la mantengo en estudio y revisión también “permanentes”…por tanto, sensible a los comentarios que me quieras continuar haciendo tú u otros foreros).
Finalizo. En definitiva, a mis convicciones de tender a la indexación y a limitar los costes, reservando un peso a la gestión activa cada vez más limitado (y que tiene que estar muy justificado), le uniré tus sugerencias de ser mucho más estricto en el control del riesgo que uno realmente quiere asumir (o, cuanto menos, ser mucho más consciente de ese riesgo) y la necesidad de pensar en la cartera como un conjunto que tiene que mantener un equilibrio global (visión Xray) y no como un simple “batiburrillo” de fondos individuales más o menos convincentes como ha sido, en mi caso, hasta ahora.
No obstante, para lograr asentar estas ideas y atreverme a implementarlas de forma concreta necesito tiempo. A lo mejor repito el “streaptease” el año que viene y vemos si voy enderezando el rumbo o si mi desnorte es incorregible. Dije que estaba en “primero de Moclano” pero confieso que, en el fondo, pensaba que estaba ya en segundo o, incluso, en tercero. Ya NO lo pienso. Está claro que estoy en “primero de Moclano” y que como me descuide suspendo el curso 😂
Saludos y muchas gracias nuevamente