El presidente Rajoy cree que, una vez que haya un gobierno en Cataluña -que él desea que sea «de gente normal, sensata»-, «sin duda habrá que hablar» sobre la situación catalana. Así lo ha señalado durante el foro informativo en que participó en Barcelona. En cualquier caso, los límites serán siempre los mismos: la unidad de España, la igualdad de todos los españoles, la soberanía nacional y el cumplimiento de la ley, que «es sinónimo de civilización».
«Yo propongo hablar, con los límites antes señalados», aseguró. Por ejemplo, en financiación autonómica, que cambiara en 2016. Aseguró haberse reunido muchas veces, «en público y en privado», con Artur Mas, con quien dijo haber tenido la sensación de que «era esto o nada, o lo tomas o lo dejas», y esa actitud no le gustaba a Rajoy.
«No estoy en contra de ampliar nada siempre que vaya en aras del interés general»
Respecto a la reforma de la Constitución, protestó porque mucho de lo que se plantea en este asunto «es ininteligible» y no está suficientemente concretado: si se deben ampliar competencias o reducirlas, por ejemplo. «No estoy en contra de ampliar nada siempre que vaya en aras del interés general», dijo, para añadir que no se niega a hablar de reformar la Constitución «pero me importan los contenidos».
En todo caso, aseguró, «esto no puede ser un concurso a ver quién hace la oferta mejor» porque la Constitución española tiene una gran virtualidad, «que unió a todos», renunciando todos a una parte de sus planteamientos.
Mas «empezó bien»
Respecto a Mas, aseguró que «empezó bien su mandato» porque se dedicó a los problemas de Cataluña, pero «luego las cosas cambiaron y también las prioridades de la Generalitat», girando hacia el separatismo y demandando un pacto fiscal. El problema de financiación, recordó Rajoy, era común a toda España por la caída de ingresos provocada por la crisis. No obstante, apuntó que en 2016 -como ya había anunciado- se reformará este sistema.
Sobre el futuro de Cataluña, confesó: «¿A mí qué me gustaría? Que saliera un gobierno normal, de gente sensata y equilibrada». E igualmente, para España, en vísperas de unas elecciones, él quisiera un gobierno «que tuviera un apoyo prioritario en la Cámara», y él trabajará por «la estabilidad». Una coalición entre Podemos y el PSOE «no sería bueno para España», advirtió. Pero a él lo que le gustaría es «ganar, con el mayor margen posible».
«¿A mí qué me gustaría? Que saliera un gobierno normal, de gente sensata y equilibrada»
Como Albert Rivera ha dicho que no apoyará al PP para el gobierno, Rajoy asumió que «entonces, apoyará a Pablo Iglesias», insinuando sutilmente con estas palabras que Podemos sea la segunda fuerza política tras el 20-D.
El presidente recordó, durante su conferencia -en la que fue presentado como «una persona decente» por el ministro de Interior, Jorge Fernández- cómo en los cuatro años de su mandato, y merced a sus políticas, España había pasado «de ser el enfermo de Europa» a ser invitada a la cumbre económica de Brisbane (Australia) para dar una conferencia sobre cómo las reformas habían sacado al país de la quiebra.
Su agresión
«Todo fue de repente y muy rápido, pero ya pasó», ha dicho Rajoy sobre la agresión que este miércoles sufrió por parte de un joven radical cuando paseaba por Pontevedra. El presidente, a su llegada al foro informativo en que participó este jueves en Barcelona, ha insistido en quitar hierro al suceso: «No hay que darle más importancia de la que tiene», dijo, porque «somos un pueblo moderado y de vez en cuando está la excepción que confirma la regla». Por eso, confirmó que seguirá dando paseos porque «no tenemos porqué cambiar en absoluto nuestra forma de hacer campaña porque haya una excepción en la regla general del civismo».
Ha asegurado además que no ha cogido miedo a los «selfies», e insiste en que lo ocurrido «no tiene ninguna consecuencia política». Antes de iniciar el foro, también ha agradecido las «muchísimas muestras de solidaridad» recibidas desde que ocurrió el incidente.
El foro informativo de la Ciudad Condal es el único acto electoral que realiza el presidente en Cataluña, una comunidad que ha sido centro de la actividad política durante los últimos meses, por el desafío soberanista planteado por Artur Mas y sus socios de gobierno y aún no resuelto definitivamente.