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Re: La corrupción (esa España mia, esa España nuestra)
Prevaricación y malversación: lo que le faltaba a Pedro Sánchez
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La Fiscalía Europea, a través de la fiscal Concha Sabadell -cómo de claro lo tendrá que ver dada su querencia por Pedro Sánchez- ha incoado un procedimiento contra el Gobierno de España y el Ministerio de Sanidad por su gestión en la compra de material sanitario durante la pandemia. En concreto, la Fiscalía investiga al Ejecutivo por un sobrecoste de 10 millones de euros en un contrato para la compra de batas desechables. No es una cuestión menor, porque la apertura de diligencias se fundamenta en la existencia de indicios de delitos de prevaricación y malversación. Ahora será el juez de garantías Santiago Pedraz quien analice el procedimiento como paso previo antes de que la fiscal ordene registros o llame a declarar a los investigados.
A la izquierda y sus terminales mediáticas sus burdos intentos de manchar los nombres de Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida, con los casos del contrato a una empresa vinculada a su hermano y el contrato a los comisionistas Luceño y Medina, respectivamente, se les han vuelto en contra como un bumerán. La realidad es la que es y quien tendrá que dar explicaciones será el Gobierno de Pedro Sánchez. Los delitos investigados son graves: prevaricación y malversación de fondos comunitarios.
El Ministerio de Sanidad compró medio millón de batas desechables con fondos europeos (Feder) a una empresa textil china al principio de la pandemia por un precio «que sería notoriamente superior al de mercado». Se pagaron 16,7 euros por cada bata, cuando en esas mismas fechas empresas españolas ofrecían el mismo producto por 0,3 euros. Estamos ante un sobrecoste de entre 52 y 60 veces. Inexplicablemente, Sanidad contrató por 10,1 millones de euros a la empresa china cuando si hubiera contratado a alguna de las empresas españolas el precio habría sido de entre 139.000 y 163.000 euros. Además, al precio de las batas chinas se le sumó otra cantidad de 842.000 euros en tasas y aranceles, por lo que el coste fue de más de 11 millones de euros. El fantasma de las batas chinas persigue al Gobierno de Sánchez, imputado por malversar y prevaricar. ¿Qué dirán ahora el Ejecutivo socialcomunista y sus terminales mediáticas?