El PSOE se va destapando, pero sólo salen a relucir sus vergüenzas, las de un partido que no da la talla, que ha perdido el norte, cuya estrategia sigue pasando por virar a la izquierda, porque el PP le ha arrebatado el estandarte socialdemócrata, en fin, un partido con la misma murga de siempre. Ahora resulta que al menos tendremos dos candidatos a las primerias. Susana Díaz, la andaluza que lleva años amagando pero que esta vez parece que está dispuesta a pasar de Despeñaperros para ofrecerse al resto de un país que ya tuvo bastante con un andaluz al frente, con Felipe González, del cual es un sucedáneo de cuarta división. Y luego Patxi López, el inane lendakari gracias al Partido Popular, el presidente del Parlamento más breve y más torpe de la historia -la torpeza y la falta de excelencia es la clave de toda su carrera-, el que luego se unió a Sánchez para ahora acuchillarle -tú también Bruto, hijo mío- y que ahora quiere concurrir para liderar a un partido que sólo tiene un activo presentable, honrado y destacable: el presidente de la gestora, el asturiano Javier Fernández. Pues bien estos dos, la machota y el machote que concurrirán a las próximas primarias -no sabemos si el ínclito Sánchez se atreverá pero la verdad es que no tiene ni oficio ni beneficio, o sea que nada tiene que perder-, ya han mostrado sus credenciales, y no son buenas. Son nefastas.
La andaluza se ha estrenado recuperando la jornada de 35 horas semanales para todos los trabajadores de la Junta de Andalucía, que son muchos, la mayoría de los cuales no da un palo al agua, y que están ahí muchos de ellos no por oposición sino porque son adictos al partido y a las coimas correspondientes. La jornada de 35 horas semanales fue inventada en Francia, que es un país experto en los juegos florales y en las iniciativas estúpidas, que sigue viviendo en muchos aspectos del mayo del 68. Pero hoy hay pocos socialistas en Francia que sigan defendiendo la jornada caradura. Casi nadie importante de los que optan a las primarias allí. Ni el ex primer ministro Valls ni el candidato Macron. El socialismo en sentido estricto está en retirada en todo el mundo porque, como ya he dicho, la derecha le ha quitado el puesto. Pero los pocos que todavía tienen sentido común o dos dedos de frente abjuran de esta tontería de las 35 horas semanales que asfixia a las empresas, que ahoga la competitividad del país, que eleva indeseablemente sus costes de producción, que en lugar de generar empleo sólo produce paro, que mina la productividad general de las economías y que engrandece la discriminación absurda entre los trabajadores del sector privado y los del público, que suman a sus privilegios el más claro y notorio de todos: no pueden ser despedidos.
La andaluza, que desparpajo tiene para regalar, asegura que esta vuelta a las 35 horas -el gobierno central la anuló en su momento con el respaldo de los tribunales- servirá para crear 12.000 puestos de trabajo nuevos, a fin de preservar el nivel de los servicios públicos. Es decir, que tendremos a otros 12.000 gregarios más, que serán cooptados según el carné, para mantener un edificio público en ruinas que sólo destaca por su falta de eficiencia, salvo en lo que se refiere a la captación de adeptos para la causa socialista-susanista. También dice la andaluza, cómo no, que esta magna iniciativa ayudará a la conciliación laboral y familiar. Ja, ja, ja. No conozco un colectivo que tenga más posibilidades de conciliar la vida laboral y familiar que los funcionarios. No lo digo por los andaluces sino por los madrileños, que conozco mejor. Se ausentan un par de veces al día para tomar el café de la mañana correspondiente, muchos de ellos hacen la compra en horario de trabajo, y otros van a mediodía a jugar a las máquinas tragaperras mientras la gente hace cola en las oficinas esperando la atención correspondiente. Es evidente que la mayoría no es así, pero muchos sí. Que lo digo porque lo veo y lo conozco. Acaban la jornada como señores, a las 2 o a las 3, y si luego concilian o no concilian, pues ellos verán, pero no será por falta de oportunidades. Esta nueva bicoca le costará a la Junta de Andalucía, que no anda para tirar cohetes, 105 millones para reforzar el personal gregario que luego la votará, claro. Y esta es la primera propuesta que Susanita ha elegido para presentarse a las primarias, a sabiendas de se enfrenta a las directrices del Gobierno central, que es de difícil cumplimiento general, y también a sabiendas de que excitará el resentimiento muchos veces justificado del resto de España contra el sistema clientelar montado desde hace décadas en Andalucía. Esta es la Susana que concurrirá a las primarias como la sucesora de Felipe González. Piensen un poco, y ya me dirán.
SUSANA DÍAZ ASEGURA QUE A VUELTA A LAS 35 HORAS -EL GOBIERNO CENTRAL LA ANULÓ EN SU MOMENTO CON EL RESPALDO DE LOS TRIBUNALES- SERVIRÁ PARA CREAR 12.000 PUESTOS DE TRABAJO NUEVOS, A FIN DE PRESERVAR EL NIVEL DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS
Y luego está el otro, el machote vasco, el Patxi, que fue lendakari gracias al PP, que no hizo nada digno de ser destacado durante su mandato, salvo cuidar esa imagen de hombre apacible y moderado con el que siempre te podrías a tomar un chiquito por la parte viaje de cualquier ciudad del país. Pues bien, este señor que pasa por moderado se ha despachado con unas declaraciones en el diario El País del 16 de enero en las que asegura querer la "centralidad" para su partido y, al mismo tiempo dice que él, en algunas materias de gobierno, "entre atemperar lo que pueda hacer el PP o derogar", pues que prefiere derogar, es decir, derribar el edificio común a pesar de que éste haya creado millones de empleos en los dos últimos años. Me refiero a que este machote quiere -eso parece una seña de identidad de todo socialistas que se precie- derogar la reforma laboral, así porque sí, sin más explicación que la de que ha generado mucha desigualdad. Y yo me pregunto: pero vamos a ver, si ahora hay un millón y medio de empleados más que antes, ¿no serán éstos más iguales al resto que antes, cuando estaban parados? Nada, no hay manera. Ya se sabe que los vascos son tercos, que no les entran las cosas muchas veces, y a Patxi, que tampoco ha tenido nunca oficio ni beneficio fuera de la política, y necesita anclarse en ella como sea, tampoco. Dice este personaje también que él habría sido más radical en el asunto del salario mínimo. O sea que el PP, que ha cometido la tropelía de elevar el salario mínimo un 8% contra el sentido común, la ciencia académica y el bienestar de los que dice favorecer, tendría, en opinión de López, que haber aumentado el salario mínimo todavía más. ¿No son una locura esta clase de opiniones que tan poco tienen que ver con la centralidad que dice postular el ex de casi todo?
Sí señores. Con estos bueyes tendrá que arar el Partido Socialista, y por ende el resto de los españoles. Con una señorita andaluza que tardó diez años en acabar una carrera que jamás ha ejercido porque siempre ha trabajado en el partido, y allí ya se sabe que sólo prospera el que mea más largo, o tiene los cuchillos más afilados en el momento oportuno, cuando se produce la reyerta, y con el vasco más triste de los que ha dado aquella tierra, que va de moderado por la vida pero que en el fondo quiere instalar al Partido Socialista no en la centralidad sino en la orilla izquierda de la ría, y que como todo socialista que se precie, sólo quiere más protección social, más impuestos a los ricos para financiarla, y el mayor gasto posible. ¿Hay algo de estadista en estos dos personajes que se postulan para dirigir el partido que más ha gobernado en España, el que todavía es el segundo partido de la nación, y el que naturalmente debería estar destinado a ocupar La Moncloa cuando pinche el PP? Rien de rien, que diría un francés.