Los bancos no han incorporado todavía de manera suficiente el riesgo climático en sus marcos de pruebas de estrés y modelos internos, a pesar de algunos avances realizados desde 2020, según ha señalado el Banco Central Europeo (BCE) tras los resultados de la prueba de esfuerzo climático a la que ha sometido a 104 entidades, aunque únicamente 41 completaron la prueba de resistencia, que estimó un impacto adverso de 70.000 millones en relación con un fuerte aumento de los precios del carbono, sequías e inundaciones.
En este sentido, el banco central destacó que los bancos lograron reportar información integral e innovadora sobre el riesgo climático, aunque lamentó que la mayoría de entidades no cuenta con marcos robustos de pruebas de estrés de riesgo climático y carecen de datos relevantes.
"Los bancos de la zona del euro deben intensificar urgentemente los esfuerzos para medir y gestionar el riesgo climático, cerrando las brechas de datos actuales y adoptando las buenas prácticas que ya están presentes en el sector", dijo Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del BCE.
Un total de 104 bancos significativos participaron en la prueba, que consta de tres módulos, aunque en el tercero, la prueba de resistencia ascendente ('bottom-up') se limitó a 41 bancos supervisados directamente para garantizar la proporcionalidad hacia los bancos más pequeños.
En el primer módulo del examen, los bancos proporcionaron información sobre sus capacidades propias de pruebas de estrés climático, mientras que en el segundo indicaron su dependencia de los sectores emisores de carbono, y en el tercero se evaluó su desempeño bajo diferentes escenarios a lo largo de varios horizontes temporales.
"Este ejercicio es un hito crucial en nuestro camino para hacer que nuestro sistema financiero sea más resistente al riesgo climático", dijo Frank Elderson, vicepresidente de la Junta de Supervisión. "Esperamos que los bancos tomen medidas decisivas y desarrollen marcos sólidos de pruebas de estrés climático en el corto y mediano plazo", añadió.
RESULTADOS.
Los resultados del primer módulo del examen muestran que alrededor del 60% de los bancos aún no cuenta con un marco de prueba de estrés de riesgo climático. Del mismo modo, la mayoría de los bancos no incluyen el riesgo climático en sus modelos de riesgo de crédito, y solo el 20% considera el riesgo climático como una variable al momento de otorgar préstamos.
En este sentido, el BCE advierte de que en la actualidad los bancos no alcanzan las mejores prácticas, según las cuales deberían establecer capacidades de pruebas de estrés climático que incluyan varios canales de transmisión del riesgo climático (por ejemplo, riesgos de mercado y crédito) y carteras (por ejemplo, corporativo e hipotecario).
En el segundo módulo de la prueba, los resultados indican que, en conjunto, casi dos tercios de los ingresos de los bancos de clientes corporativos no financieros provienen de industrias intensivas en gases de efecto invernadero.
En muchos casos, apunta el BCE, las "emisiones financiadas" de los bancos provienen de un pequeño número de grandes contrapartes, lo que aumenta su exposición a riesgos de transición. Asimismo, la institución recomienda a los bancos intensificar su compromiso con el cliente para obtener datos e información más precisos sobre los planes de transición de estos, ya que es una condición previa para que los bancos midan y gestionen su exposición a los riesgos climáticos en el futuro.
IMPACTO DE 70.000 MILLONES.
En cuanto a la prueba de resistencia del tercer módulo, que requiere que los bancos proyecten pérdidas en eventos climáticos extremos y en escenarios de transición con diferentes horizontes temporales, esta confirma que el riesgo físico tiene un impacto heterogéneo en los bancos europeos.
De este modo, los hallazgos muestran que la vulnerabilidad de los bancos a un escenario de sequía y calor depende en gran medida de las actividades sectoriales y la ubicación geográfica de sus exposiciones, materializándose su impacto a través de una disminución de la productividad sectorial, como por ejemplo en las actividades agrícolas y de la construcción, y un aumento de las pérdidas crediticias en las zonas afectadas.
De manera similar, en el escenario de riesgo de inundaciones, se espera que las garantías inmobiliarias y las hipotecas subyacentes y los préstamos corporativos sufran, particularmente en los lugares más afectados.
La prueba de resistencia muestra que las pérdidas crediticias y de mercado en una transición desordenada a corto plazo y los dos escenarios de riesgo físico ascienden a alrededor de 70.000 millones de euros en conjunto para los 41 bancos en cuestión.
En concreto, unos 53.000 millones de euros corresponderían a pérdidas registradas en el marco del escenario de transición desordenada a corto plazo y otros 17.000 millones a pérdidas registradas en los escenarios de riesgo físico a corto plazo, como sequías o inundaciones.
No obstante, el BCE advierte de que "esto subestima significativamente el riesgo real relacionado con el clima", ya que refleja solo una fracción del peligro real, debido a la escasez de datos disponibles en esta etapa inicial, el modelo subyacente a las proyecciones de los bancos que solo captura los factores climáticos de manera rudimentaria, la exclusión de las recesiones económicas y los efectos secundarios de los escenarios, que las exposiciones examinadas solo representan alrededor de un tercio del total de los 41 bancos.
Con respecto a las proyecciones de largo plazo de los bancos bajo diferentes escenarios de riesgo climático, los resultados muestran que una transición verde ordenada se traduce en menores pérdidas que una acción de política desordenada o nula.
Sin embargo, el BCE destaca que los bancos apenas diferencian entre varios escenarios a largo plazo ya que carecen de estrategias sólidas, más allá de la tendencia a reducir las exposiciones de los sectores más contaminantes y apoyar negocios con menores emisiones de carbono. Por lo tanto, los bancos deben considerar los canales de transmisión directos e indirectos en sus planes estratégicos a largo plazo