A ver, que lo que yo pretendía que fuera una simple anécdota está pareciendo una especie de presunción de las capacidades inversoras de mi hija.
A ella, como lo que entiendo parte fundamental de su educación, le hablo mucho sobre finanzas, inversiones y fondos. En primer lugar, es receptiva a ello y parece que le interesa; en segundo, mi mujer nada sabe ni quiere saber sobre finanzas ni sobre nuestra economía doméstica ni inversiones, y en el caso de que a mí en el futuro me pasara algo, alguien debería quedar al aparato o, al menos, con ciertos conocimientos -mi mujer, por no saber, no sabe ni las claves de la banca electrónica, siendo titulada superior y ganando más que yo: hasta ahí su desinterés, que no falta de capacidad- para poder, como mínimo, saber de lo que el notario les estará hablando. En todo caso, a mi criterio la educación financiera debería ser parte fundamental de la instrucción escolar de todo niño y si no es así intuyo que algún motivo poco decente hay para ello.
Como parte de ese proceso, le hablo bastante de acciones, de empresas y sus métricas y parámetros elementales, de contabilidad básica -no mucho menos de la que yo sé-, de fondos y sus estrategias y ratios, y sobre todo de la indexación. Más o menos, ya sabe cómo, por qué y en qué invierten los fondos value nacionales, los quality/growth extranjeros -los más conocidos y que llevamos en casa, Fundsmith, Seilern, Global Brands et al.- y en qué se diferencian de un indexado. Ha visto vídeos y conoce, más o menos, a Buffett, Bogle, Terry Smith, etc. y practica el inglés viendo las conferencias y vídeos, de los que la hago tomar apuntes y resolver dudas por su cuenta investigando en Internet.
Pues como continuación natural de eso, que ella entiende como un juego, le planteé el reto, al modo que hacen en el colegio trabajando por proyectos, de convertirse ella en gestora de fondos y crear uno, suponiendo que disponía de aportaciones de unos imaginarios partícipes por 1M, eligiendo las empresas que considerara convenientes, y que cada mes compararíamos con famosos fondos de autor y con indexados. Naturalmente y como un remedo de un Peter Lynch cuya referencia en realidad desconoce, tiró de aquellas que mejor conoce por usarlas en el día a día (Disney, McDonald's, Domino's, Nike, Microsoft, Lenovo, Amazon, Apple, Mondelez -la de las galletas Oreo-, etc), y de las que conoce por oírme a mí hablar de ellas, como Golar o MTS. Obviamente, ni se leyó la contabilidad ni las analizó por fundamentales, aunque sí que tiró cuatro rayas, en un arrebato de frikismo informático, buscando tendencias técnicas. Pero, nada más elaborado, eligió las más obvias que encontró después de mirar a su alrededor o pensar en sus rutinas, entretenimientos o aficiones. Es una niña normal, amigos.
Y, como es lógico al ser buenas empresas, aguantaron bien este mes turbulento, en el que ella, al estar desconectada de las noticias económicas y financieras, no tocó en absoluto la cartera ni se planteó venta alguna, ajena al pánico que en buena medida justificadamente embarga a aquellos que se juegan dinero real.
En fin, más allá de no concederle mérito alguno en la selección de los activos, me sirve para confirmar que esto, en realidad, es más sencillo de lo complejo que pretendemos hacerlo aquellos que creemos saber algo. Sospecho que somos nosotros quienes lo complicamos deliberada y artificialmente para justificar ante nosotros mismos y los demás el tiempo que nos ocupa.
Y visto el interés suscitado, actualizaré aquí todos los meses, descuidad.
;)