Ferdinand Thönnies analizó científicamente la sociología de las sociedades y comunidades en "Comunidad y Asociación", donde afirma que "la nación es a la comunidad lo que el animal es a la planta. La idea del cuerpo social, de igual manera se encarna de manera más pura en la comunidad y de manera más plena en la nación". Estas comparaciones permiten explicar la comunidad y la nación en esta sociedad dominada -y comprender mejor el aparente problema que para algunos supone la coexistencia de lo vasco y lo nabarro-. La nación es la que hace posible la imprescindible libertad individual y colectiva del conjunto de la sociedad.
Sabino Arana, al describir el eco que la Gamazada tuvo en Bizkaia, señaló que la unidad patriótica de los nabarros, de toda clase y condición, en defensa de la soberanía política, económica y de los derechos de Navarra frente a la agresión del Estado español, era un verdadero modelo nacional. Resaltando que al volver de Pamplona a Bilbao les recibieran en esta ciudad a los gritos de: "Viva Navarra". José Miguel Barandiaran, en su investigación etnográfica no obvió, sino todo lo contrario, la trascendencia de la presencia del Estado propio, el Reino de Nafarroa, junto a la cultura popular vasca. Autores de la importancia de Arturo Campión, Jesús Etayo, Manuel Irujo, Anacleto Ortueta, J.A. Agirre Lekube y otros entendieron que Navarra es el objeto de la nación y el estado histórico de los bascos, mientras que buena parte del movimiento nacionalista vasco insistía principalmente en la defensa y la recuperación de la lengua y cultura vascas.
La nación navarra está constituida, como tal, hace más de ochocientos años, desde el momento que integra a la pluralidad de comunidades existentes en su ámbito territorial, posee su estatalidad e instituciones nacionales y, sobre todo, reivindica un patriotismo navarro para defender a la nación pro libertate patria gens libera state. Reconocer y defender la realidad de nuestra sociedad libre y soberana comienza por afirmar el Estado propio, su sociedad política plural e intercultural, donde su clave lingüística y cultural es el euskera.
Por si a estas alturas hay alguien que no se haya enterado, Nabarra es el nombre del Estado europeo que nos es propio, y la conquista del mismo por España y Francia ha tenido y tiene una repercusión inmediata en la vida, derechos y libertades de todos nuestros conciudadanos. Lo que incluye a todas las personas que residen en los territorios navarros afectados por las citadas conquistas, pues tanto lo referente a la realidad objetiva nacional navarra como a la realidad objetiva lingüística se debe a la situación de Estado conquistado, que solo acabará con la desconquista.
Mientras Nafarroa es la garantía de la libertad y la independencia internacional de toda la sociedad, Euskalherria es la presencia universal de la comunidad euskaldun, solo garantizada por la sociedad nacional y su Estado que es Navarra. Sistemas estatales, jurídico, monetario, económico, fiscal, educativo, sanitario, diplomático (tratados y de relaciones internacionales), comunicaciones, defensa, judicial, y la territorialidad donde se aplican, que solo los tienen los estados, aunque sean conquistados y ocupados como Nabarra. Los tratados y relaciones internacionales reflejan a Navarra como sujeto político independiente internacional. Hasta la conquista de 1620 es sujeto activo internacional, convirtiéndose luego en objeto pasivo de los tratados. Pero, a pesar del negacionismo impuesto, en los tratados vigentes entre España y Francia figura Navarra, a la que dichos estados ocupantes consideran cínicamente como las dos partes surgidas tras la separación de las dos navarras. La territorialidad navarra es reconocida por el derecho internacional a pesar de haber sido dividida, y mantiene el nombre de Navarra en buena parte de su territorio.
En la actualidad asistimos a una mayor presencia de Nabarra como sujeto político, en cada vez más amplios sectores de la ciudadanía y de forma más o menos superficial en algunos dirigentes de las distintas formaciones del movimiento abertzale, que se muestra entre otras manifestaciones desde la amplia oferta y demanda de obras de investigación y divulgación del acervo nacional de Navarra (historia, historia política, derecho, instituciones, monumentos, símbolos), hasta una creciente presencia de sus símbolos y banderas en actos sociales y políticos en todo el territorio nacional. En muchas ocasiones compartiendo el espacio con la ikurriña. Lo vasco y lo navarro, la lengua y el estado, lo cultural y lo político, la comunidad y la sociedad, lo étnico y lo nacional, la sociología lingüística y la sociología política, la historia de la cultura y la historia jurídica (del derecho), la lingüística y la filosofía del derecho, la comunidad y la nación son manifestaciones de aspectos diferentes, pero inseparables, de la misma realidad social.
Hacer abstracción de la real y verdadera Nación de los vascos que es Navarra, para crear otra, de inevitable factura esencialista, es un craso error político, social, cultural y económico, y supone en primer lugar un inconsciente colaboracionismo con las dos naciones que han conquistado Nabarra, pues los dos estados ocupantes están encantados de que el Estado conquistado y dominado por ellos sea también negado por los propios ciudadanos subordinados, reduciéndolo a la mera condición de una comunidad cultural, étnica y lingüística, que, querámoslo o no, así se muestra, obviando e ignorando a su Estado propio.