La primera “victoria” del movimiento nacionalista navarro,(nafarzale), ha sido en el terreno interpretativo de nuestra historia, la cual estaba muy desenfocada y escondida tras la lucha foral del siglo XIX. Pero “al César lo que es del César” y pronto hará un siglo que varios historiadores y políticos de todas las familias políticas vascas adelantaron ésta cuestión, aletargada después por la lucha “más física” contra el fascismo español reciente. Entre estos políticos e historiadores estaban gentes tan significativas del nacionalismo vasco como Anacleto Ortueta, José Antonio Agirre, Manuel Irujo, Telésforo Monzón, Federico Krutwig o Joseba Álvarez Enparantza “Txillardegi” entre otros.
El V Centenario de la invasión de la Nabarra nos ha traido las aportaciones de los últimos historiadores nabarros: Jon Oria Oses, Peio Esarte, Tomás Urzainqui, Mikel Sorauren, Vicente Serrano Izko, Peio Monteano y otros más jóvenes como Joseba Asiron o Alvaro Adot. Finalmente se ha doblegado el discurso españolista de nuestra historia, que han tenido que adecuar a las evidencias de la conquista armada del reino nabarro. Incluso han querido acallar a su propia gente y aleccionarla, como con la carta personalizada titulada significativamente “Evitar la polémica” de las recientes órdenes del partido regionalista español quintacolumnista UPN a sus afiliados.
Pese a todo, falta mucho por escribir de nuestra historia, sobre todo en el caso de la Nabarra Occidental (comunidad Autonoma Vasca), donde no contamos con la tradición de los grandes historiadores de los siglos XIX y XX de la Nabarra Oriental como los Juan Iturralde y Suit, Arturo Campión, José María Jimeno Jurio, Julio Altadill, José María Lacarra, Bernardo Estornés Lasa, María Puy Huici Goñi, Pablo Antoñana etc., precursores de los mencionados en el párrafo anterior. La historia de la Nabarra Occidental no está lo suficientemente trabajada, salvo pequeñas islas que se antojan insuficientes, José María Olaizola o, más recientemente, Aitor Pescador, Iñaki Sagredo con los castillos nabarros o Peio Guerra con sus historias noveladas.
Hoy, dentro del nacionalismo vasconavarro, no hay otra interpretación de nuestra historia que no sea la nafarzale, los pocos libros que intentan evitar enfocar nuestra historia con el hilo conductor del reino baskón, caen por su propio peso, mapas incluidos.Porque como dijo el gipuzkoano Bernardo Atxaga: "Nos separan sólo 6 abuelas del reino de Navarra".
El movimiento nafarzale ha devuelto la centralidad de nuestra política a Nabarra, el Estado baskón, y por ende a nuestra capital Iruña-Pamplona, lo que tiene importantes consecuencias políticas: al interpretar correctamente la situación histórico-política, la conclusión que a muchos les está costando digerir, es que: no necesitamos construir una nación, ni siquiera un Estado nuevo: ya somos una nación, ya somos un Estado. El nacionalismo vasco pasa “de la lucha para la creación y la reivindicación de la nación vasca” del abertzale, a la “lucha para la liberación de nuestro Estado” del nafarzale.
Esto es revolucionario para nosotros, supera el “Euskadi da euskaldunen aberria” de Sabino Arana. “Euskadi” es un término reciente sin apenas historia e inventado por una persona, nación a construir, derechos “históricos” difíciles de ejercer al enredarlos en la maraña judicial imperialista mezclados junto con revisiones forales y/o estatutos, lo que ha hecho pasar a “Euskadi” de un proyecto de nuevo Estado vasco a un nombre de una Comunidad Autónoma española más.
Otra consecuencia política del movimiento nafarzale, es que para el Derecho Internacional, hoy somos una nación con un Estado conquistado e invadido y que por tanto podemos declarar unilateralmente nuestra independencia según la sentencia del 22 de julio de 2010 del Tribunal de la Haya (organismo oficial de la ONU): “No hay norma en el derecho internacional que prohíba la declaración de independencia". Ya no somos un pueblo con “derecho de autodeterminación” para “votar o no por la independencia”, sino que ya estamos autodeterminados hace muchos siglos (al menos desde el 15 de agosto del año 778 en la batalla de Roncesvalles)) y exigimos a los imperialistas que abandonen inmediatamente nuestras tierras.
En la maraña imperialista a la que muchos atribuyen poderes mágicamente “democratizadores” esespañolistastan los de totalitaristas que no entienden que un régimen democrático sólo puede constituirse sobre los derechos fundamentales. No hay democracia donde no hay derechos, y no hay derechos donde falta el derecho de autodeterminación de los pueblos, primero de los derechos humanos y condición previa de los demás. El derecho de libertad, libre disposición o autodeterminación de todos los pueblos es el derecho de independencia incondicional e inmediata frente al imperialismo españolista.