Estos días estamos a vueltas con aquello de la seguridad jurídica. Lamentablemente, como en tantas ocasiones, este concepto se viene aplicando de una forma claramente lamentable, y desde luego, con interpretaciones distintas según convenga al caso.
Hace unos meses me preguntaba cuando íbamos a cambiar el nombre de “la gran depresión” por el nombre de “la gran depresión”, y parece que por fin tenemos un arranque. Uno de los que por fin acaba de reconocer lo evidente, que no es otra cosa que España está en una depresión y que por tanto no importa si estamos en recesión o no es Krugman.
Está claro que los problemas de Repsol en Argentina comenzaron hace algún tiempo, y de hecho revisando un poco las cuentas de la empresa, (disponibles en la web de la CNMV en el apartado de consulta de registros oficiales), se pueden encontrar pistas suficientes como para entender que los problemas de la empresa y el gobierno no son del todo nuevos.
Irresponsable no es el que habla de la ruptura del euro, sino más bien quien directamente trata de crear una opinión favorable a unos grupos de presión para conseguir unas medidas que nos llevan al desastre.
Si ni las inspiraciones de Keynes ni las de Hayek pueden ser consideradas las culpables de la situación actual, tendremos que entender porque fallan las teorías y qué modelo se está siguiendo.
Tras los dos post en los que he tratado de explicar las razones por las que las teorías de inspiración keynesiana, no han tenido demasiado que ver en la situación actual, por la sencilla razón de que no se ha hecho nada que se inspire ni remotamente en estas teorías, puede quedar la sensación de que entonces los culpables son las teorías de Hayek.
En lo que se refiere a la parte de política fiscal, tenemos dos grandes partidas; por un lado los impuestos y por otro lado los gastos públicos. Por lógica pura y dura, los estímulos supondrían una bajada de impuestos o una subida del gasto.
El argumento para defender que lo que hemos tenido es un seguimiento de las políticas de Keynes parte de la base de que este defendía que en períodos de recesión, el estado debería incrementar el gasto público, para buscar que la demanda del sector público compensase la caída de la demanda del sector privado.
En varios post he manifestado que es un grave error en la situación actual seguir profundizando en todas las políticas de oferta en lugar de las de demanda. Sin embargo, existe el problema que si la demanda se recupera, los españoles vamos a importar productos.
El artículo que me ha llamado la atención tiene el titulo de “Citi y Merrill reciben los Presupuestos con otro varapalo y hablan de "intervención"”. Y básicamente nos cuentan sus previsiones para España.
Últimamente ante cualquier cosa que se les ocurra a “los de siempre”, lo primero que nos sueltan es “no le va a costar dinero al contribuyente”. Esta frase es el santo grial que nos sueltan amparándose en un tecnicismo y mucho morro.
Una de las mayores sorpresas que nos han deparado la presentación de los presupuestos, ha sido la de la amnistía fiscal, que han colado con el argumento de que es la única forma de recaudar dinero fácil de los que han defraudado.
Esta semana ha sido especialmente intensa y ha acabado superando el surrealismo que acostumbra a mostrarnos cualquier gobierno últimamente. Ayer tocó huelga, curiosamente definida como un fracaso por todos los medios.
El otro día comentaba que existe toda una suerte de teorías basadas en las tesis de Malthus que siguen una curiosa línea. A pesar de que los incumplimientos y los errores son manifiestos, en muy pocas ocasiones se duda de ellas.
El tema del día no podía ser otro que la huelga general; Desde luego yo hace tiempo que vengo defendiendo que una huelga general de un día no sirve absolutamente para nada y desde hace tiempo que creo que la única solución a esta situación es una huelga general indefinida, con el objetivo de que se consiga que se instrumenten todas las medidas necesarias para que recuperar el