Cómo no vamos a estar al borde del precipicio financiero y a punto de que nuestra banca sea rescatada en bloque si nuestra Administración es incapaz siquiera de administrar los bienes que hereda por el morro de ciudadanos despistados que mueren sin herederos a la vista.
Estoy a punto de decidir no volver a comprar nada en el Juzgado de Primera Instancia nº31 de Madrid. El atasco actual es monumental y ya no se cifra en semanas sino en meses de cien días, que es una medida del tiempo creada expresamente para este juzgado.
No vayáis a creer que cayó en saco roto la propuesta que Cheetos me lanzó hace un par de semanas, pues aunque en un principio manifesté la mucha pereza que me provocaba la iniciativa, lo cierto es que la idea se me ha quedado dentro y no hace más que dar vueltas por mi cabeza. Tarde o temprano tendré que afrontar el desafío.
El retracto convencional se produce cuando "el vendedor se reserva el derecho de recuperar la cosa vendida, con obligación de cumplir lo expresado en el artículo 1.518 del Código Civil y lo demás que se hubiese pactado".
Como suele ocurrir, publico un post sobre un error en una subasta de la Seguridad Social y me empiezan a llover mails de lectores afectados por otros errores más o menos similares.
Es increíble la importancia que han adquirido en el negocio de las subastas judiciales las "divisiones de la cosa común", que hace diez años era un tipo ocasional de subasta, frente a las ejecuciones ordinarias o hipotecarias. Sin embargo hoy en día son bastante abundantes.
"Panem et circensis" es una alocución latina creada por el poeta del siglo I Juvenal que describe la práctica de los gobiernos populistas que mantienen tranquila a su población regalándole alimento y entretenimiento con fines asistencialistas.
Decíamos ayer que con la actual legislación es casi imposible participar en subastas en otras ciudades distintas de la propia, más que nada por falta de información. Imposible o, al menos muy difícil, a menos que el interesado sea el propio Tristán, quien cuenta con la colaboración activa de sus muy amabilísimos lectores.
En Madrid hay quien todavía confía en la Oficina Regional de Subastas, pero la realidad es que falla más que una escopeta de feria. Por un lado porque hay varios juzgados que, como el de la conversación reseñada, no les envían la información sencillamente porque no es obligatorio.
A estas alturas del blog es posible que una considerable mayoría de lectores sepa que la Tasación de Cargas es el cálculo que hace el secretario judicial mediante el cual deduce de su avalúo el importe de todas las cargas y derechos anteriores al embargo.
Hace unos años, cuando la crisis ni estaba ni se la esperaba un cliente le dejó una deuda de sesenta mil euros y mi amigo, que no es de los que se demoran en tomar decisiones, le demandó inmediatamente y, tras unos años de leeeeento procedimiento judicial, consiguió una sentencia favorable.
¿Y qué es lo que quiere usted?
- Pues verá, en ese procedimiento hay señalada una subasta para los próximos días y quería saber si está vigente para acercarme o no a ver el expediente.
-Pero bueno, qué barbaridad, ¿y para esa tontería llama usted a un juzgado e interrumpe el trabajo?
Ya son varios los amables lectores que, alarmados, me han pedido una explicación sobre la subasta judicial anulada por el Juzgado de Primera Instancia nº32 de Madrid por defectos en la notificación a la demandada.
En los años noventa cada subastero tenía a uno o a varios empleados que se dedicaban a recorrer todos los juzgados de la provincia viendo expedientes de subastas. Esa situación cambió en el año 2.000 cuando unos ex-subasteros tuvieron la iniciativa de contratar a un par de personas y vender la información que obtenían.
Mientras que adjudicarse un bien en subasta no sea una fácil y simple inversión sino que implique subrogarse en todos los errores y subnormalidades que se hayan podido cometer en el transcurso del procedimiento judicial, los inversores privados, que no son idiotas, van a mantenerse lejos de las subastas o van a participar en ellas solo de la mano de profesionales.