Re: SORPResa
(PÁGINAS 111-112)
Completó 100 repeticiones y descansó unos minutos.
El cuello solo se entrenaba con altas repeticiones.
Todo el gimnasio estaba cubierto de espejos, se observó a si mismo con satisfacción.
El cuello de David era como un pequeño tronco, llamaba la atención.
En aquellos momentos, las venas del cuello parecían mangueras, un par de horas después de entrenar eran menos espectaculares, aun así se notaba que tenía una buena vascularización.
Lo mismo le sucedía con las venas que surcaban sus brazos y sus piernas, especialmente con las de los gemelos.
Era vital tener un cuello poderoso.
Un vez contemplando un combate de entrenamiento de kick boxing, observó como uno de los luchadores caía al suelo desmayado tras recibir el impacto de una patada en el cuello, unos centímetros por debajo de la mandíbula. Fue como si se le apagaran las luces.
El tipo que se derrumbó estaba bastante fuerte y el que le propinó el golpe pesaba veinte kilos menos, pero el tipo fuerte tenía un cuello de pájaro.
Cuando este hombre recuperó la conciencia decía que se sentía débil como un bebe, si hubiera sido una pelea callejera podrían haberle hecho cualquier cosa.
Un cuello robusto hubiera resistido mucho mejor el golpe.
Si tienes que pelearte con alguien mucho más fuerte que tu, pero con un cuello corriente o pequeño, dale un golpe con todas tus fuerzas en la zona lateral del cuello, unos centímetros por debajo de la mandíbula. En personas con mala salud puede provocar incluso un fallo cardiaco, en personas sanas una pérdida de conciencia que lo dejará a tu merced.
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“-Yo solo quería ser rico, más rico que los Echevarría de México y más rico que cualquiera de los ricos de Colombia, AL PRECIO QUE FUERA Y UTILIZANDO LOS RECURSOS Y LAS HERRAMIENTAS QUE LA VIDA PUSIERA A MI DISPOSICIÓN.
Me juré a mi mismo que, si a los 30 no tenía un millón de dólares me suicidaría de un tiro en la sien.”
Pablo Escobar
El resto de la semana bursátil transcurrió de forma comica.
Era como una antigua película en blanco y negro.
El Jugador era como Charlie Chaplin, ganaba algo, perdía bastante más, se enfadaba, se alegraba, se quejaba, se justificaba y a toro pasado veía con claridad absoluta donde estaban sus errores.
David era el villano de mirada bicolor que asomaba la cabeza detrás de la esquina y estaba atento para ejecutar operaciones en la dirección contraria a las realizadas por el jugador.
Cuando el señor Andrés decidía cerrar una operación con ganancias, entre 20 y 50 puntos, era casi seguro que en la siguiente operación se mostraría más confiado y perdería mucho más, entre 100 y 200 puntos.
Y cuando perdía mucho más, se mostraba más cauteloso y pasaba a perder entre 20 y 40 puntos.
En cuanto ganaba algo, otra vez se volvía a repetir la misma pauta.
David estaba fascinado con este comportamiento.
Al finalizar la semana sus beneficios ascendían a casi 5000 euros. Continuaba bastante apalancado porque reinvertía todas las ganancias, necesitaba ganar musculo financiero y no sabía cuanto tiempo iba a durar aquella situación.
Aquello era fabuloso, pero no quería ilusionarse demasiado.
(CONTINUARÁ.....)