El Gobierno confía en una alianza polaca en Talgo cuando se cierre la toma de control vasca.
Este
14 de febrero se da por cerrada, en principio, la escucha de ofertas por el 40% de
Talgo que controla
Pegaso, consorcio de accionistas que engloba al fondo
Trilantic, al inversor
Juan Abelló y a la
familia Oriol. Se esperaba que tres oferentes pujaran este San Valentín por esas acciones del fabricante de trenes español, pero el
Gobierno ha presionado para que solo quede la alternativa vasca que lidera
Sidenor. En cualquier caso, quedan nuevos capítulos.
Según informan fuentes conocedoras a
El Confidencial, la venta del 29,9% de
Trilantic a
Sidenor es
el paso para que el Gobierno vasco entre en el consejo, afiance la 'españolidad' y mueva la sede de Talgo de Las Rozas (Madrid) a Rivabellosa (Álava). Una vez cerrado ese pacto para cambiar de accionistas,
Talgo necesita un socio que fabrique trenes por valor de 4.000 millones. Y desde el
Gobierno, como insisten, confían en que el interés suscitado y las "buenas relaciones" con el
Ejecutivo de Polonia fomenten un pacto definitivo con
PFR, dueño del fabricante local
Pesa.
La alianza del fabricante español y la empresa polaca se vende entre ambos
Gobiernos como una forma de tratar de tú a tú a la alemana
Siemens, a la francesa
Alstom y arañar terreno a los grandes fabricantes asiáticos que "juegan en otra liga". Una vez asegurado el ruido político, que es lo que ha espantado a la india
Jupiter Wagons en su análisis de
Talgo, comienza un futuro lleno de posibilidades donde el respaldo público es clave para compartir un gigante ferroviario.
La propuesta polaca hace énfasis en la complementariedad de ambas compañías. Mientras que
Pesa está especializada en locomotoras, tranvías y vehículos regionales e interregionales,
Talgo es una empresa que se dedica al diseño, fabricación y mantenimiento de trenes de alta velocidad. "La combinación complementaria de los portafolios de ambas compañías daría lugar a un líder europeo con una amplia gama de productos y experiencia en la mayoría de los mercados de la Unión Europea", defendía
PFR en su declaración de intenciones.
Polonia y su
Gobierno entienden la importancia de aliarse con el
Gobierno para
preservar su españolidad y estaría abierta a considerar mantener su sede y su capacidad industrial en España, así como su condición de empresa cotizada en las bolsas españolas.
PFR, hasta el último momento, ha permanecido abierta a conocer un potencial socio español minoritario y ha tendido la mano al
Gobierno del País Vasco para cooperar en la operación. De momento, su oferta, que no su interés, desaparece de
Talgo.
Un problema de 4.000 millones y el fantasma de Renfe.
"La solución vasca es una solución accionarial y política, pero no es la solución industrial", repiten desde la operación. Algo que no comparten desde la oferta que lidera
Sidenor, que se ha mantenido en silencio desde que subió su oferta. Desde el
Gobierno vasco se ha dejado caer que
cuenta con capacidad para poder vertebrar un conglomerado de empresas que respalde las dificultades industriales del fabricante.
La duda es si es suficiente para sacar adelante una cartera de pedidos que supera los
4.000 millones de euros, de la que un 80% corresponde a proyectos internacionales (como
DB -Alemania- o
DBS -Dinamarca-). Además, la dirección de
Talgo tiene identificados otros 2.300 millones en potenciales pedidos. El año pasado, su cartera de pedidos aumentó un 54% y ha tenido que apoyarse en acuerdos con empresas como la propia
Pesa para cumplir con sus clientes.
Un reto para un conglomerado vasco que ha tenido que hacer 'encaje de bolillos' para alcanzar los 177 millones con los que cumplir con
Trilantic. Un frente donde se espera que tenga más suerte es con el conflicto de
Renfe. La empresa pública reclama
116 millones de euros a Talgo por las demoras de más de dos años en la entrega de 30 trenes. Un conflicto que supone un 20% del valor de
Talgo en bolsa, pero que se puede desatascar con mayor facilidad teniendo en cuenta la alianza estratégica de su nuevo accionista.