Lo que hay que hacerse mirar, es pretender de forma individual, controlar y condicionar todo lo que haga una organización que tiene repercusión pública y general, obviando que en algunos casos la actividad no tiene afán de lucro, aunque si de proselitismo y que por eso hay que incentivarla porque es necesaria, y sin embargo desincentivar la actividad cuando el afán de lucro empresarial puede corromper la legítima defensa del mejor servicio público e interés general.
Intereses generales que afectan a cuestiones como el turismo, en el que la protección del patrimonio artístico es vital o en sanidad y educación no podemos mezclar tan banalmente las cuestiones del César y de Dios y por eso mientras en Francia son laicos, en Alemania es el protestantismo el que trajo el revulsivo contra la indolencia, la opacidad y la corrupcción admitida y bien vista de los PIGS.
Las mezclas perversas entre público y privado generan confusión en cuanto propiedad, responsabilidad y por eso hay grandes intereses económicos de corrupcción generalizada sobretodo en las concesiones, contratas, acuerdos y en los que la falta de transparencia lleva al enriquecimiento y manipulación de unos pocos en contra de la mayoría, cuando al final la mayoría del servicio, sale del bolsillo de todos los contribuyentes y sin que tampoco nos hayan preguntado lógicamente sobre nuestro bautismo porque para bien o para mal nos viene impuesto.
Pensar en este caso que se puede controlar bien el abuso es de una estupidez manifiesta y sospechosa, porque una cuestión es la financiación y otra el control de la finalidad legal de toda actividad de interés público y general.
Cuando hay mezclas entre público y privado y manipulación interesada con estúpida falta deliberada de transparencia en el control tenemos corrupcción y defensa espúrea de quién se beneficia económicamente, cuando no debe haber afán de lucro o afán de lucro cuando se vende como altruísta y voluntario algo que con su aportación o desaportación a la causa quiere que la confusión entre negocio y salud, educación o creencias religiosas sea su modo de engañar y estafar a los demás.
Un consejo, donde tengas la olla, no...
Por tu bien, pero sin contar contigo ni como cliente, ni como contribuyente, sólo como súbdito de tus negocios corrompidos y sin capacidad de esclarecer los vínculos tan bien establecidos entre poder político y fáctico de compra de voluntades.
Un saludo