Los economistas presumen de saber explicar el precio de las cosas. Éste, como es de sobra conocido, depende de la confluencia de las fuerzas que andan detrás de la oferta con las que hay detrás de la demanda, fuerzas que -a su vez- son un indicador del (o se explican por el) valor de las cosas para demandantes y oferentes. Pero hay aquí, en este asunto del precio y del valor de las cosas,
Me da un poco de vergüenza escribir lo que voy a escribir después de la anterior entrada en este blog, pero ya se sabe cuán difícil es eso de predicar con el ejemplo. El caso es que, después de "meterme" con Enrique Gil Calvo a propósito de su analogía del sistema fimnaciero con un sistema hidrlógico no se me ha ocurrido otra cosa que descolgarme con otra, esta de mi cosecha particular, y tan
Han ido pasando los días y los meses, y parece que, en otras latitudes, ya se atisba o se va sintiendo realmente algo así como una "primavera" económica que puede permitir que los ya famosísimos "brotes verdes" económicos florezcan por fin y fructifiquen. Aunque aquí, en este desventurado país, quizás por culpa del cambio climático, las "heladas" todavía amenazan a los verdes brotes
El otro día oí hablar a una feminista acerca de los problemas de relación de las mujeres de mediana edad con sus parejas, caso de que las tengan, y de su dificultad para encontrar una que merezca la pena, aquellas que no la tengan. En su opinión el problema radicaba -¿cómo podría ser de otra manera?- en que, como corresponde a una cultura machista, o sea, "patriarcal" y autoritaria, los
Releyendo El malestar de la cultura para la entrada anterior, me volví a encontrar con esa página en que de forma sencilla pero efectiva, Freud cuestiona los efectos de los avances técnicos sobre la felicidad humana, aunque sin llegar a desvalorizarlos totalmente(era demasiado inteligente para caer en la trampa de hacerlo). No me resisto a transcribir al pie de la letra sus comentarios pues, aun
Si hay algo que me hace desconfiar de la pretensión tan extendida entre los economistas de que la Economía es la "reina de las ciencias sociales" es el modo tan, digamos que, "sencillo", con que aborda el "Problema del Mal"; que es, no nos engañemos, el problema central que ineludiblemente ha de enfrentar cualquier reflexión sobre lo social. Pues si se mira con cierto cuidado no se tarda en
Mi padre, que durante una buena parte de su vida tuvo por profesión, la de "representante" o "agente comercial", gracias al hecho de tener coche en aquellos tiempos en que no abundaban como hoy hasta la congestión, o sea, que se dedicaba a ir por los pueblos enseñando los productos de las empresas a las que representaba ganándose una comisión en los pedidos que lograba formalizar, me
Las -llamémoslas- "aventuras" que está sufriendo Zeltia/Pharmamar con su medicamento antitumoral Yondelis en los últimos meses merecen un comentario, con alguna derivación de quizás más largos vuelos. Como es bien sabido, el Yondelis fue aceptado por la agencia del medicamento filipina. Eran éstas buenas y, sobretodo, prometedoras noticias para Zeltia que, correspondientemente subió en Bolsa.
Entender cómo afecta el movimiento de los precios en los mercados a quienes en ellos participan es uno de los objetivos del estudio de la Economía. Y las conclusiones que se siguen de ello están, a veces, tan alejadas de lo que nos dice el sentido común que para muchos son díficiles de entender y asimilar.
Veamos lo que nos dice a este respecto el común sentido en un ejemplo de sobra conocido. No
A la vuelta de las vacaciones me encuentro en el buzón con una inesperada y nada grata sorpresa: una notificación de multa por parte de la DGT. Viene acompañada por la prueba fotográfica del "delito"...
En su magnífica obra, Guía de la mujer inteligente para el conocimiento del socialismo y el capitalismo(1), escrita por George Bernard Shaw en 1927 cuando todavía tenía 71 años (murió a los 94) y que aún se lee con gusto y provecho, hay un momento (en el capítulo XIX) en que trata de lo que hoy llamaríamos la regulación del sector energético. Concretamente, Bernard Shaw se plantea cuál debiera
La Economía es una “ciencia” conservadora. No sólo -aunque también- porque sus conclusiones, o mejor dicho, las conclusiones que los economistas extraen de ella suelen siempre coincidir sospechosamente con los intereses de los miembros mejor situados económica y socialmente, sino porque es extremadamente remisa a incorporar nuevas perspectivas o puntos de vista distintos en sus análisis. En
Se habla y no se para de la desregulación de los mercados, por ejemplo del de la electricidad, como segura forma de expandir la libertad de elección de los consumidores. Puede ser. Pero en lo que a libertad de elección en este terreno de la iluminación, la última persona de la que tengo constancia que tuvo algo parecido a una auténtica libertad de elección fue un familiar lejano, mi anciana “tía”
Se dice pronto, pero van ya para veinticinco o treinta los años que hace que Paco Caballero Sanz, (una excelente persona que, además, es economista, lo cual no es tan contradictorio como se suele pensar(1)), puso en mis manos uno de los libros que más me han influido en la vida. Se trataba de Micromotives and Macrobehaviour de Thomas C.
Era de esperar. La teoría económica más elemental predecía que así iba a pasar. Y lo extraño es que no haya pasado antes y no sea un fenómeno aún más generalizado. Y, por otro lado, no va a ser difícil atajarlo. Me estoy refiriendo a la "explotación" de trabajadores extranjeros sin papeles no por desalmados empresarios capitalistas, sino por desalmados trabajadores extranjeros con papeles.
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