Lo cierto es que cuando vi la subasta en mis listados la deseché de inmediato porque la parte demandante había cometido el extendido error de forzar la mano para que la tasación pericial se saliera de madre.
El sábado pasado me vine a Suiza a disfrutar de estos magníficos -23ºC que nos ha traído el viento siberiano.
Este post de hoy viene que ni pintado para todos estos listillos enfermos de adanismo que, atraídos por la mayor accesibilidad que proporcionan las subastas judiciales electrónicas, se acercan a las mismas con la peregrina idea de que se van a enriquecer en dos días.
Todo empezó el pasado 22 de diciembre, cuando un acreedor llamado José María hizo un comentario preguntando algunas cosas respecto a una subasta en la que él era ejecutante.
Entiendo perfectamente que aunque a principios de septiembre publicara "No tengas a nadie en la cabeza sin pagar un alquiler" y un par de semanas después "Siguen intentando entrar en mi cabeza sin pagar el alquiler", la inmensa mayoría de los que llegan ahora al blog en búsqueda de soluciones a sus problemas, no los leyeron y, por lo tanto, continúan comportándose como lo ha hecho siempre
Cuando cumplí once años, un gitano de las chabolas del Barrio de San Pascual cruzó el Arroyo Abroñigal, actual M-30, y vino al Parque de las Avenidas a robarme ante la mirada indiferente de mis compañeros de colegio y de muchos de sus padres la flamante bici que mi padre acababa de regalarme.
El derecho a la protección de nuestros datos personales es un derecho fundamental que tenemos todos y que se traduce en la potestad de control sobre el uso que se hace de los mismos.
A esta me la follo por los cuatro costados. Se va a enterar de lo que es un macho de verdad. ¿Qué cojones se ha creído, que todo va a ser dar y dar, sin obtener nada a cambio? Cuando acabe con ella va a ser una llaga viva. No le va a quedar nada para sus clientes. ¿Pues no me dice la muy puta que ha empezado a prostituirse para poder pagarme. Así, como dando a entender que yo tengo la
Resumiendo, la maniobra consiste en que uno de los dos compinches ofrece una puja muy baja e inmediatamente el otro ofrece otra elevadísima e imposible de mejorar, con la idea NO de comprar el bien subastado a ese precio, sino de quebrar la subasta
Más de una vez he visto en los juzgados a uno de estos avispados explicándole al funcionario de turno la milonga de su contrato "verbal" de arrendamiento y explicando que pagó todo el precio de golpe en efectivo y que como arrendatario que es el juzgado debe respetar ese arrendamiento y no echarle.
Se va a hacer famoso Francisco calvo con la foto que le ha publicado El País en el estupendo artículo titulado Subasteros 2.0 Y además el artículo es bueno. Francamente bueno, para lo que estamos acostumbrados a leer en una prensa cada día más superficial y que suele quedarse en el tópico de las mafias subasteras, los precios amañados, etc. como si fuera lo único destacable del negocio,
Cuando el pasado mes de marzo publiqué el Manual de Instrucciones (para secretarios dummies) para el Portal de Subastas Judiciales, no imaginé que llegaría a tener en mis manos un edicto de subasta como el que os voy a enseñar a continuación, aunque, bueno, lo cierto es que tampoco creo que en este caso haya sido cumpla del secretario (o LAJ, como les llaman ahora).
Estaba tranquilamente examinando unos expedientes en un juzgado de la capital cuando veo que la expropietaria de un piso que me adjudiqué en julio entra en el juzgado y, tras preguntar brevemente a uno de los funcionarios, se dirige con paso resuelto a la tramitadora del expediente de la subasta en la que perdió su vivienda
Cuando me encuentro con un chalado que me dice que su abogado está vendido a la otra parte se que inmediatamente después me contará que también el juez y el secretario judicial están a favor de la parte contraria
A partir de ahora todas las subastas que se publiquen por los juzgados españoles se celebrarán de forma telemática y los postores dejaremos de ser señores elegantes con traje y corbata para convertirnos en el típico guarrete trasnochador que no se afeita y trabaja en pantuflas sin salir de su casa.