Bueno, antes estaba con el móvil y no me era cómodo escribir textos más largos. Pero ahora que estoy con el PC, voy a contar por qué rehuyo de las empresas en las que hay que mirar la letra pequeña para confirmar que las perspectivas sean buenas:
- requiere de menos esfuerzos y conocimientos para reconocer una buena empresa: lo más obvio, es porque es más fácil reconocer en los estados financieros y presentaciones que todo vaya bien (no hay que entrar en qué contratos tienen, ni en cuando cumplen las patentes, ni cuales son sus socios comerciales, etc).
- teoría del caos: si el éxito de una empresa depende de varios factores, aunque individualmente pueda parecer que está todo controlado, la combinación del comportamiento de varios de ellos puede ser difícil de predecir. Por ejemplo, una empresa puede tener mucha deuda pero ser asumible bajo las premisas de que con los ingresos actuales puede tolerar sin despeinarse una subida elevada del tipo interés, además tiene unos vencimientos de deuda cómodos, y tiene contratos en zonas geográficas muy buenas. Pero puede resultar que uno de los contratos, pese a estar en un país bueno, falla porque su socio comercial entra en quiebra (como en el caso de Duro Felguera y el contrato de Australia de Roy Hill) con lo cual sus ingresos se reducen; los tipos de interés suben de forma entre leve y moderada; y además está en un sector cíclico en el que los márgenes empiezan a deteriorarse. Entonces resulta que individualmente, esos factores son asumibles, pero en conjunto esto hace que el EBITDA se reduzca a la vez que aumente la deuda, y la empresa empieza a presentar números negativos, y las agencias de calificación le bajan el rating, etc... y una empresa que parecía sólida y parecía que incluso iba a crecer al final pasa a estar luchando por sobrevivir. En esto, soy de la opinión de Nassin Taleb: si el éxito de la empresa depende de predicciones complejas, tenemos un problema de "fragilidad", y con más facilidad de la que se piensa, las predicciones se pueden ir al traste...
- posibilidad de que nos la cuelen otros inversores mejor informados: la complejidad de la que hablamos no solo es peligrosa por la "teoría del caos", sino que aumenta las posibilidades de que otros "jueguen con ventaja" y nos vendan una empresa con un gato encerrado o, como dicen algunos, con un "muerto en el armario". Por ejemplo, la dirección puede saber que cierto contrato empieza a dar problemas, o que las ventas pueden empeorar, o que ciertos datos que se presentaron en los estados financieros estaban maquillados pero en realidad eran peores... Por supuesto, puede que esto se sepa en pequeños círculos, pero no va a aparecer en un foro de internet. La empresa puede parecer barata porque alguien que conoce mejor el negocio (y posiblemente con información privilegiada) esté vendiendo, y aumentan las posibilidades de que nos comamos una "trampa de valor". Al fin y al cabo, bien pudo ser que en DF el accionista mayoritario que salió antes de que se torcieran las cosas se oliera lo que iba a pasar y eso hiciera que, durante un tiempo, pareciera una ganga...
Por eso prefiero el tipo de empresa más sencillo, que fabrica o vende un producto o servicio a un número amplio de clientes, con un número de ventas más predecible, y en el que no hay grandes cambios en las ganancias y pérdidas de año en año. A veces te puedes tratar una empresa como Kodak que, en los años 90 era un negocio prometedor pero que prácticamente desapareció en cuestión de pocos años cuando aparecieron las cámaras digitales. Pero en general veo menos posibilidades de que las cosas se tuerzan en empresas así.