Después de una vida dedicado a la música, Felipe -nombre ficticio- decidió bajarse de los escenarios y asegurarse una buena jubilación por una vía completamente diferente. En 2016, cuando pocos habían siquiera oído hablar de las criptomonedas, decidió
comprar 20 bitcoins por unos 15.000 euros.
"Ya, por la edad, no podía estar dando saltos encima del escenario, ¿sabes?, así que decidí que iba a comprar, pero que no iba a vender hasta pasados 10 años", declara Felipe, que se formó a conciencia y,
desde ese momento, empezó a dedicarse en exclusiva al mundo del trading de las
criptomonedas.
Todo parecía ir bien, el valor del
bitcoin crecía año a año y el futuro parecía tan prometedor que Felipe y su esposa, que padece fibromialgia, planeaban adquirir una villa en Marbella donde poder retirarse a un clima benevolente con los achaques de la enfermedad.Dos nuevas inversiones relacionadas con las criptomonedas se cruzaron entonces en su camino, truncando para siempre sus planes y arruinando todo lo que había logrado hasta ese momento.
Felipe estaba apunto de caer, según denuncia ahora, en dos estafas a manos de dos de las plataformas que han proliferado en este mundo aún poco regulado y que está atrayendo a un gran número de inversores sin experiencia y ávidos de grandes ganancias en poco tiempo.
Actualmente se estima que hay más de 8.000 criptomonedas, pero la primera y más famosa, el bitcoin, nació en 2009, junto a la tecnología
blockchain que da soporte a todo el sistema.
La idea originaria era crear una forma de pago descentralizada, que pudiera evadir a los bancos como intermediarios en las transacciones económicas.
La realidad es, según explica Alejandro Neut, economista líder en la unidad de Economía Digital de BBVA Research, que, "como medio de pago, la utilidad ha sido escasa, situaciones más bien anecdóticas, y, al final del día, la razón última por la que
la gente adquiere estas monedas es como un activo especulativo". Esto, añade Neut, "no es ilegal" -salvo en China, donde
sí lo es desde septiembre de 2021- y apunta: "Lo que es ilegal es estafar"
La forma de invertir en este mercado no es tan diferente al del resto del mercado financiero, salvo por la
escasa regulación existente, que deja espacios grises jugosos para estafadores de todo tipo.
"Lo habitual es invertir a través de participaciones de estas monedas, como si fuera una venta de acciones, pero no vía a las bolsas tradicionales, sino a través de plataformas que podríamos llamar cajas de cambio digitales", explica Neut.
"Tú puedes comprar como si compras en Amazon, te metes en una de estas plataformas y con el dinero que tienes en tu cuenta compras estas monedas, esta oferta de activos que te ofrecen, y, después, a través de estas mismas cajas de cambio, puedes liquidar al precio de mercado las monedas que adquiriste"
Las autoridades estadounidenses y europeas están trabajando en sendas regulaciones en la actualidad, centradas en que no exista fraude ni engaños en la oferta que hacen estas cajas de cambio y que estas plataformas funcionen dentro y bajo las normas del sistema financiero.
Entre tanto,
pequeñas plataformas poco transparentes que ofrecen altísimas rentabilidades están surgiendo como setas en torno a estas grandes cajas de cambio y, con ellas, las acusaciones de estafa que ya están llegando a los tribunales.
Después de cuatro años dedicado a la compra y venta de criptomonedas, Felipe era ya parte del mundillo y esto se convirtió en su condena. A principios de 2020, una sociedad llamada Arbistar 2.0, le contactó con una interesante oferta.
Él conocía a dos de los dueños.Habían desarrollado un “bot de arbitraje”, es decir, un software que lanzaba órdenes de compra y venta de forma automática que aprovechaban los momentos adecuados para obtener grandes rentabilidades.
Felipe pagó y dio el "ok", invirtió parte de su cartera de criptomonedas y, de hecho, todo parecía funcionar según lo previsto.
En agosto de ese año, ya en plena pandemia, en una comida con unos amigos, comentó sus planes de comprar una vivienda en Marbella. Entonces le hablaron de otra oportunidad de inversión que parecía interesante. Un
broker llamado
Javier Biosca estaba moviendo criptomonedas y dando grandes beneficios. Operaba, precisamente, en Marbella.
Felipe decidió reunirse con él, acompañado por varios de sus conocidos, aprovechando su viaje a la capital del lujo de la Costa del Sol.
La oferta era similar.
Biosca manejaba, supuestamente, un bot de arbitraje que obtenía enormes beneficios con la compraventa de criptomonedas en las distintas plataformas que las ofertan. Biosca le ofreció un 4% de beneficios semanales, él decía ganar hasta un 20%.
Tras cerrar ciertos flecos, Felipe aceptó.Igual que Arbistar, los beneficios que generaban las operaciones de compraventa no se aplicaban sobre los bitcoins, sino que se transferían en euros.
También igual que Arbistar, todo parecía ir bien en un comienzo, hasta el punto de que Felipe reinvirtió hasta los 78 bitcoins, unos 4 millones de euros al cambio de entonces.
En septiembre de 2020, todo se vino abajo. Arbistar congeló las cuentas de sus clientes
tras varias semanas recibiendo peticiones de reembolso que no ejecutó.
"Hablaban de que tenían un error en el software y que tenían que regularizar las cuentas y que las iban a pagar poco a poco.
Historias que yo ya conozco y, al final, se van con el dinero. Se llevaron mi dinero y ya está".
Al mes, Biosca también empezó a poner trabas para enviar los beneficios y dejó de contestar a las llamadas.
En noviembre se marchó a Guinea Bissau a, supuestamente, comprar un banco y, poco después,
se perdió su rastro hasta su detención el pasado mes de junio en Málaga. La historia se repetía. Su dinero había desaparecido en apenas dos meses.
Ambos casos están en manos de la Justicia.
"Me han arruinado la vida", sentencia Felipe, que ha perdido prácticamente todos sus ahorros y, con ellos, sus planes de retirarse en Marbella con su mujer.
"Me quedan pocos, muy pocos bitcoins, casi nada, pero con eso he ido trabajando y manteniendo a mi familia, hasta la fecha haciendo
trading, invirtiendo e intentando volver a levantarme porque la verdad es que el golpe ha sido extremadamente duro.
Entre unos y otros me han estafado muchísimo dinero, muchísimo. Teníamos la vida solucionada y este hombre nos la ha arruinado, así de claro, lo hemos perdido todo".
Miles de personas han podido ser víctimas de estafas como esta en España en los últimos años, según Emilia Zaballos, presidenta de la Asociación de Afectados por las Criptomonedas y la abogada que está llevando el caso de centenares de demandantes.
"La gente, inicialmente, interponía denuncia en la Policía, pero ellos no tienen competencia, otros la ponían en los juzgados pero, al ser una persona sola, tampoco prosperaron.
Nosotros lo que hicimos fue, en el mes de octubre de 2020, poner en marcha la asociación y empezar a darle soporte a todos ellos", explica Zaballos.
La primera denuncia que gestionó fue, precisamente, contra Javier Biosca, que actualmente está en prisión preventiva durante el proceso judicial.
El caso de Biosca no difiere demasiado del de otras empresas de brokers que están también inmersas en procesos judiciales, entre ellas, la ya mencionada Arbistar 2.0, a las que se acusa de haber generado esquemas Ponzi o estafas piramidales.
"Empiezan cumpliendo y pagando a sus clientes hasta que, llega un momento en el que hay tanta gente arriba de la pirámide, que se desploma todo el sistema", explica Zeballos.Como casi todas las estafas, se apoyan en la confianza y
se van extendiendo gracias al boca a boca y a los testimonios de los enormes beneficios obtenidos en poco tiempo.
"Los potenciales clientes se dejan llevar por una publicidad muy agresiva, engañosa y constante, donde se ofrecen grandes intereses", explica Zaballos.El punto de ruptura suele llegar, precisamente, por las propias barreras de las cajas de cambio de criptodivisas.
Existen límites a la venta de estas criptodivisas a cambio de dinero fiat: euros o dólares, por ejemplo. Con unos intereses tan enormes -en un principio, Biosca llegó a pactar hasta un 25% semanal-, el broker pronto se vio incapaz de vender suficientes criptomonedas para pagar a sus clientes y el esquema se vino abajo.
Pero, ¿quiénes son los miles de afectados por estas plataformas? Según Zaballos,
más del 80% son pequeños inversores, que empezaron aportando pequeñas sumas y fueron ampliándolas al ver los grandes réditos obtenidos. En algunos casos, llegaron a hipotecar viviendas, pedir préstamos o empeñar joyas para obtener dinero con el que seguir incrementando una inversión que ahora se ha esfumado.
Juan Carlos Hidalgo, un funcionario de 50 años, fue uno de esos pequeños inversores que fue supuestamente estafado por una plataforma de inversión similar a la de Biosca, en su caso, Mind Capital.
Había invertido desde hacía años en bolsa, pero nunca había tenido contacto con el mundo de las criptos. Cuando unos amigos del gimnasio le hablaron de los buenos resultados obtenidos con MindCapital creyó que era el momento adecuado. Invirtió 6.700 euros.
Empezó bien, diariamente me daban 25 dólares y, en la web, había un botoncito rojo que tú le dabas y te mostraba el interés compuesto, entonces digamos que esos 25 dólares que tú ganabas en ese día se iba sumando a los que tú tenías invertido y se iba sumando, sumando y sumando", explica Hidalgo, que en seis meses había duplicado la inversión inicial.
Como en los casos narrados anteriormente, pasados unos meses, la empresa dejó de contestar a sus clientes y estos denuncian que no pudieron ya recuperar su dinero.
El caso está también en los tribunales. "Hay gente que lo ha perdido todo. Incluso
ha habido gente que pedía préstamos porque les salía rentable pagar un interés ya que esto te daba mucha rentabilidad", explica Hidalgo, que, gracias a su experiencia previa en bolsa, solo había invertido una parte razonable de sus ahorros.
"Yo tengo 50 años y me puedo recuperar, pero esas personas mayores que a lo mejor han puesto todo su dinero de todos sus ahorros de toda su vida y lo han perdido todo, a lo mejor no se pueden recuperar", declara Hidalgo, que, a pesar de todo, se muestra más bien resignado: "¿Qué vamos a hacer, esto es así, no?
Hay que estar preparado para ganar y hay que estar preparado para perder. No vas a coger una pistola y... Esto es así, hay que dejarlo en manos de los profesionales y yo lo que hago es advertir a los demás para que uno no pase el mal trago que he pasado yo".