Hace un par de días, un lector habitual del blog llamado Javier, que quiere comprar un piso en subasta ayudado por un subastero profesional, me hizo una consulta acerca de los rangos registrales. Su subastero ya se lo había explicado, pero como la cosa le había parecido un poco enrevesada, buscaba que yo se lo confirmara o no.
Resulta que me he enterado (esto es como El Confidencial pero sobre subastas) de que a un subastero del norte le ha llegado un escrito del juzgado exigiéndole la devolución inmediata del piso que se adjudicó en subasta hace un porrón de meses y en el que el juzgado había hecho la diligencia del Lanzamiento hace apenas unos días.
Hoy la he vuelto a ver y ha sido como despertar de un sueño cayéndome de la cama. Era guapa que te rilas y ahora no es más que un engendro, un adefesio, una aberración de la naturaleza. Supongo que una degeneración tan brutal solo la puede haber causado la droga.
Cuando comenté en mi post anterior que a nadie nos sobran los clientes me estaba refiriendo exclusivamente a clientes reales con capacidad y decisión de comprar y no a los muchos que me escriben guiados por una idea equivocada de las subastas judiciales y con la cabeza llena de pájaros. Las solicitudes de estos últimos me salen por las orejas.
Increíble la importancia que le damos los subasteros a tener o no tener clientes e inversores cuando la realidad es que nos beneficiamos muchísimo más invirtiendo nosotros mismos el dinero que si nos limitamos a cobrar una comisión.
La cosa viene porque, como siempre que me acabo de adjudicar una subasta, he tratado de contactar con el demandado y, tras varios intentos infructuosos, finalmente he decidido dejarle una breve y cortés nota en su buzón. Por lo visto no le ha gustado el detalle. No importa, lo intentaré de nuevo más adelante
Hace mucho que no teníamos noticias de Manuel González, de SubastaFácil, más o menos desde otoño del 2.010, cuando nos presentó su proyecto de unos cursos a distancia para aprender el negocio de las subastas judiciales con la polémica subsiguiente respecto a las mejoras de postura y su argumentada réplica posterior. Y de repente... zas, le encuentro en un video de Antena 3.
Una de las ventajas de ser subastero es que no trabajamos los días en que los jueces no han señalado subastas y estos, que tampoco son tontos, no señalan ninguna subasta en las cercanías de vacaciones escolares o de posibles puentes. De esta manera, los subasteros disfrutamos de tantas vacaciones como los colegiales, o como sus profesores, que tampoco son mancos.
Los jueces de lo mercantil de Barcelona han tomado nota de los desastrosos resultados de las subastas judiciales en los concursos de acreedores, que han estado quedando invariablemente desiertas, y han decidido coger el toro por los cuernos y dejar de lado el artículo 670 de la Ley de Enjuiciamiento Civil y eliminar el precio mínimo de puja para dichas subastas de activos en fase de liquidación
Ahora resulta que dar hipotecas a cualquiera (los famosos ninja) debería ser delito y además debería de eximir a los hipotecados de la obligación de pagar las cuotas y, sobre todo, de perder la propiedad una vez han dejado de pagar la hipoteca.
No se qué os habrá parecido este relato verídico que le ha sucedido a uno de los lectores del blog Subastas judiciales. En principio yo estoy tan sorprendido como él y lo primero que se me ha ocurrido es que es un relato perfecto para ser publicado hoy 28 de diciembre. Las elucubraciones os las dejo a vosotros.
La Plusvalía Municipal es un impuesto que grava el incremento del valor experimentado por los terrenos desde que la propiedad es adquirida hasta que es vendida y el sujeto pasivo es siempre el vendedor, que es quien se ha visto beneficiado por dicha plusvalía, excepto en las sucesiones y donaciones, en cuyo caso sería el nuevo propietario quien tendría que pagarlo.
En general se puede decir que soy afortunado en las subastas judiciales. No he dado grandes pelotazos pero las grandes putadas suelen pasar de largo. Hasta esta mañana en que se me ha ocurrido participar en la última subasta del año (una más Tristán, a ver si con esta nos forramos) y resulta que he ido a parar al Lado Oscuro y ahora mi dinero está en manos de la secretaria judicial más necia
Me pasó hace unas semanas y aluciné con la casualidad. Maldita casualidad que me impidió participar en una subasta en la que tenía mucho interés, por una parte por tratarse de una propiedad muy buena (un chalet en Madrid ciudad) y por otra por tener un cliente al que la subasta le calzaba como un guante.
Qué os parece una tormenta de ideas para asesorar debidamente a esta chica. ¿Se os ocurre alguna idea?